Capítulo veintiuno:

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NOTA DE LA AUTORA: 
1. ¡¡Vuelven los saludos!! hoy son para: @ashley13804 , @bryanLpez524 , @NormaAguilera4 , @beautifulMuslim gracias por su apoyo hacia la historia chicas, son unos soles radiantes, ojala nunca se apaguen. <3 

2. Pequeña anécdota de hoy, 20.10.2020 que estoy subiendo la versión editada de este capítulo. Yo tengo una perrita, es una pinscher, y mientras estaba editando el último diálogo de Triana con Damián y Zanïa, se puso a llorar por alguna razón, y ya molesta porque no sabia que tenia (Ya que ya había comido y tampoco quería ir al patio) le grité: —¡¿Bueno Zanïa que quieres?! —. Y mi perrita se me quedó viendo con cara de: —¿Y quien es esa men? JAJAJAJAJA. 


DISFRUTEN EL CAPÍTULO: 

𝐓𝐑𝐈𝐀𝐍𝐀 𝐆. 𝐃𝐄𝐋 𝐀𝐋𝐕𝐀
En lo que se podría resumir a las últimas semanas un entramado de sentimientos extraños pero conocidos se han apoderado de mi corazón, del flujo de sangre que me recorre, del aire que entra y sale de mis pulmones, de la forma en que mi piel se eriza. 


Les regale un brillante y anhelado valor a las llamadas de Taylor, a sus cada vez más abundantes sonrisas. A sus visitas inesperadas para ver películas, a las cenas, tardes de sexo, o medio días donde solo tomábamos cafés, y me contaba sobre su día, y yo del mío.

Me sentía hipnotizada por sus pestañas castañas, por sus muecas de asco hacia algo tan trivial como una cucaracha, por sus risas por un buen meme, por la seriedad de su mirada cuando hablaba de problemas en el trabajo, o la pureza con la que recordaba a su madre.

Lo quería todo para mí, lo quería sin comprender aún porque monopolizarlo era mi más ferviente deseo.

—No he visto Enola Holmes —notifica Taylor a través del celular.

—¿En serio? —solté un estornudo entre mis palabras —ya salió hace un buen rato. A demás ¿No eran tus libros favoritos de adolescente? —cuestione.

La tarde era grisácea, la lluvia estaba llamando, y mis pulmones llenos de flema, mi garganta rasposa y mis mocos nasales maldecía.

—Aún son de mis favoritos —aclara, y escucho de fondo que su secretaria lo apura para que cuelgue el celular: —encargue unos postres fríos, después de la junta voy a tu casa y la vemos juntos ¿Te parece?

Casi me imagino su sonrisa llena de anheló, y por eso me sabe mal bajarlo de su linda idea.

—No creo... —tosí, y me sorbí los mocos —aun me siento un poco mal...
Y... —volví a toser, pero con más fuerza —me está empezando a doler la cabeza...

Escuché un largo suspiro: —está bien... Tómate algo y vete a la cama Triana.

—Como diga doctor Parker —me burle.

—¡La junta! ¡Señor Parker la junta! —exclamó impaciente su secretaria. Hasta al Sr. Thomas le da miedo esa mujer, es demasiado joven para tener menudo carácter.

—La jefa me está llamando, adiós —se apresuró a decir, y colgó.

Mire el celular con cierta amargura, me gustaría verlo, pero tampoco podía exigirle eso. Mire mi ventanal, y me termine un té que me dejó Zanïa. La lluvia ya estaba comenzando a caer, y me sentí aún más triste.

Un fuerte dolor de cabeza me golpeó; —mierda... —masculle, fui por un calmante y aproveché a tomarme la temperatura, sentía un extraño frío.

El termómetro confirmo mis dudas, tenía unos dos grados demás, así que me tomé un diclofenaco y el primer antipirético que encontré en mi botiquín.

Ahora fue el sueño que me golpeó con más fuerza, y caí sobre el sofá, solo con una manta abrigándome.

—Triana... Triana... —escuche que desde lejos me llamaban con suavidad.

Levanté con pesadez mis párpados, viendo de forma borrosa una silueta sentada sobre el piso. Enmarque el entrecejo, y al regresar mi vista a sus funciones normales me sobresalte.

—¿Se te bajó la temperatura? —se cuestionó Taylor, tocando mi frente. Parpadee.

—¿Qué haces aquí? —indagué sin entender.

—Después de la junta pase por aquí, y estabas dormida sobre el sofá, y estabas ardiendo en fiebre.

Parpadeó por segunda vez, pero encontré al mismo tiempo sobre el suelo un pañuelo húmedo y un pequeño balde con agua.

—¿Me...? —murmure. Taylor acarició mi corta mata de cabello turquesa, y se colocó de pie.

—Sé que no soy tan bueno cocinando, pero hice una sopa de pollo, debes comer un poco, y traje más medicina —sonríe, invitándome a tomar su mano.

Mis mejillas ardieron, tal vez por la fiebre, pero el corazón se me aceleró como si hubiera corrido un pararon. Acepte su mano, y con calma me coloque de pie, y llegamos a la cocina.

Estaba todo hecho un desastre, pero me dijo que él lo arreglaría.

Me sirvió un tazón de sopa, y con alegría se quedó mirando cómo le daba la primera probada.

—¿Sabe mal? ¿Esta decente? —. Indagó impaciente, parece un niño pequeño.

La verdad está bastante desabrida la sopa, pero mi corazón no me permitió decirle la verdad.

—Es la mejor sopa que he comido —sonríe.

—¿¡En serio!? —pregunto con emoción.

Asentí: —tienes que darle la receta a Zanïa, está mejor que las de ella —si fuera pinocho la nariz me estaría creciendo.

Soltó una risa llena de alegría, y se puso a ordenar unas cosas, y a limpiar lo que ensució. Su sonrisa permaneció aun cuando estaba lavando los platos. La serenidad desprendía de él.

Y mi corazón no paraba, mi corazón me estaba volviendo loca. Taylor me estaba volviendo loca... Porque...

Levanté la mirada del plató, sorprendida. Mis sentimientos habían cambiado.


¿𝙐𝙣 𝙘𝙖𝙛é? 𝑷𝒂𝒓𝒂 𝒅𝒐𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora