Capítulo diecinueve:

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𝐓𝐑𝐈𝐀𝐍𝐀 𝐆. 𝐃𝐄𝐋 𝐀𝐋𝐕𝐀.
Jugueteo con el cinturón de seguridad mientras divago tonterías calmando mis pensamientos negativos. Atisbe con curiosidad a Taylor, estaba mensajeándose con alguien, y por su expresión esa persona le debe desagradar, o le dijo algo que le enfadó bastante. Suspiro y apago la pantalla de su celular.

El chofer le preguntó si necesitaría ir a buscar luego al sr. Thomas, pero Taylor le respondió que su padre había ido en su propio automóvil. Ese pequeño intercambio de palabras me hizo preguntarme si Taylor sabe manejar, nunca lo he visto en un automóvil propio, y por su edad me esperaría que condujera un auto lujoso de último modelo.

El auto se detuvo a los pies de mi edificio, la oscuridad de la noche bañaba las farolas que débilmente se interponían contra dicha oscuridad. Revise rápidamente la hora, son las 10PM, no es tan tarde como esperaba, pero todo ha sido una constante bomba de sucesos desagradables e incoherentes.

—Gracias... —agradezco con el tono de voz bastante bajo, tomando la manilla de la puerta para abrirla.

Taylor se apresuró en tomar mi mano, captando mi atención: —intenta enfriar tu cabeza ¿Vale? —aconseja —la vida sexual o romántica de cada uno es privada, y en lo personal no nos creó los más adecuados para juzgar a esos dos.

Arrugue el ceño enfadada por su descarado consejo: —no me importa que haga Zanïa con su vida sexual o romántica, me molesta que somos mejores amigas y que me haya tenido que enterar porque estaba oculta en un closet con alguien que de verdad no se está tomando el tiempo de empatizar conmigo —aclaro descontenta —eso se llama sentir decepción, me siento traicionada ¿Entiendas esos sentimientos? ¿O hasta tus amistades son tan ambiguas como esta amorfa relación en la que me sometiste?

Toque la poca tolerancia de Taylor, lo mire en sus ojos marrones que parecían arder, arder como el fuego que consume todo a su paso. Pero él acababa de cortar mi paciencia hace unos segundos.

—Te puedes desquitar con todo en mi vida Triana —aclaro con la mirada y la voz endurecida por su propia cólera: —pero con mis amigos no te metas, que no seré tan simpático o extrovertido como tú, o no tendré muchas amistades, pero los tres amigos que tengo son las personas más importantes para mí, y a ellos no los metas en nuestros problemas, que ellos no se meten en los míos.

Cerré los ojos y suspiré calmando mi respiración: —esta noche solo empeora mientras más corre el tiempo —murmuré.

—Entonces bájate de una vez del auto, subes a tu departamento y te calmas —añadió con frialdad, mirando hacia su ventanilla —a ver si tu cerebro entiende que a veces las personas tienen razones que no comprendemos para guardar secretos.

Apreté con fuerza la manilla y abrí la puerta, saliendo finalmente del vehículo: —vete al infierno Taylor Parker.

Giró su mirada hacia mí con rapidez y sonrió, sonrió de la forma más forzada que he visto a un ser humano hacerlo: —ya yo estoy en mi propio infierno —sentenció —te recomiendo que empieces a entender el tuyo.

Mi rabia sigue corriendo por mis venas, bombeándose con fuerza por mi corazón, pero sus palabras me petrificaron. ¿A qué se refería? No lo sé, y hoy ya no tengo ganas de averiguarlo.

Tire la puerta del auto, y camine con apremio al interior del edificio, y subí al ascensor. Me encantaría un trago, pero aun no me siento tan miserable o estresada como para ir por uno.

☕☕☕

El techo de mi departamento nunca ha sido interesante, simplemente es de un blanco corriente, pero esta noche lo he observado y detallado tanto que parece una obra de arte... Basta Triana, el insomnio ya te estas volviendo demente.

¿𝙐𝙣 𝙘𝙖𝙛é? 𝑷𝒂𝒓𝒂 𝒅𝒐𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora