CAP. 1

4.6K 186 23
                                    

CAPÍTULO UNO.
UN EPÍLOGO PARA TAYLOR Y TRIANA.

𝐓𝐀𝐘𝐋𝐎𝐑 𝐀. 𝐏𝐀𝐑𝐊𝐄𝐑.
—¿Papá puedo invitar a un amigo que conocí en la convivencia del mes pasado? —. Preguntó Teresa, a la par del elevador, que abrió sus puertas para nosotros.

—Es tu cumpleaños, así que está bien —respondí sin mucha importancia, acariciando la mata de cabello negro de mi princesa.

Como si aún fuera una pequeña de 7 años me abraza con una gran sonrisa. A veces me gustaría tener otra hija, tener a tres chicos es bueno, pero la calidez de una hija no se compara.

Deslizo mi mano derecha a mi bolsillo, sacó la llave del departamento, y abro. Había salido con Teresa a encargar su pastel de cumpleaños, ella nació en un Halloween de hace ya, casi 17 años.

—¡Tú nunca entiendes! —escuchamos vociferar a Mario.

—¡No me levantes el tono de voz Mario! —desgañita Triana, en son de advertencia.

Teresa y yo, de forma muy discreta, entramos al departamento, observe a Triana y Mario en la sala. A cada uno se le saldría la vena temporal.

—Qué bueno que llegaste papá... —murmura Thomas, está escondido detrás de un sofá.

—Mamá... Mario... Vamos a calmarnos... —les pide Tristán, interviniendo entre ellos.

—¡No te metas! ¡A demás! ¡¿A ti que te importa?! ¡Mamá y papá siempre se hacen de la vista gorda contigo! —desgañita con desdén Mario, hacia su gemelo.

Tristán se muerde el labio inferior, cabreado. Es mi momento de intervenir: —¿Qué mierda está pasando? —voceo, llamando la atención de todos.

—Mario empezó a gritarle a mamá—. Notifica Tristán.

—¡Ella me grito a mi primero! —añade Mario.

—¡No me importa quién le grito a quien primero! —desgañite, autoritario —solo quiero saber porque mi esposa y mi hijo están peleando.

—Mario está molesto conmigo porque no podré ir a su audición —notifica con cansancio Triana, a ella le sienta muy mal pelear con los chicos, sobre todo si es alguno de los gemelos.

—Mario, sabes que tu madre y yo siempre intentamos ir a todo lo que ustedes quieran, pero... —comienzo a explicar, pero él chasquea la lengua, hastiado.

—El trabajo es el trabajo. Ya sé, pero estoy harto de que cuando se trata de mi mamá siempre me falla—. Dictamina, con una mirada dolida.

—No lo hago apropósito Mario... —agrega Triana, intentando llevar su mano al hombro de él, pero la rechaza.

—Si fuera la audición de Teresa, de Tristán o de Thomas si ideas. Porque para ellos siempre ambos tienen tiempo... Como nunca me quejo, que me coma un perro ¿No? —. Sus palabras lastiman a Triana, y si, un poco a mí.

Triana aprieta los puños, y explota: —¡Intenta ponerte en mis zapatos! ¡Estas actuando como un malcriado!

—¡Aquí la malcriada es Teresa! ¡Le cumplen todos los caprichos! —vociferó, y para sorpresa de todos, Teresa se acercó a Mario, plantándole una bofetada en la mejilla.

—¡¿Malcriada?! ¡Serás tú! —se defiende ella.

—¡Pues ya basta! —desgañito, antes de que todo se torne peor —¡Teresa y Mario a sus recamaras! —me miran indispuestos —ahora mismo, o los castigo a ambos. Nada de fiesta ni nada de audición ¿Me están entendiendo? —preguntó con severidad. Los dos se miran de mala forma: —¿Me han entendido?

¿𝙐𝙣 𝙘𝙖𝙛é? 𝑷𝒂𝒓𝒂 𝒅𝒐𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora