Capítulo trece:

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𝐓𝐑𝐈𝐀𝐍𝐀 𝐆. 𝐃𝐄𝐋 𝐀𝐋𝐕𝐀.
—¿Que paso que cosa? —. Los ojos de Damián se abren como si se fueran a salir de su lugar.

—Que el castaño es el hijo del señor Thomas —. Respondo llevando de mala gana un poco de ensalada a mi boca para comer.

Aproveche que la ruta de la ambulancia hoy acababa cerca de la tienda de Damián para quedarme aquí, y que él me regalara el almuerzo a cambio de actualizarlo con la nueva situación.

—Por mi puede ser el hijo de Hillary Clinton o de Drácula —. Refuta molesto, y lo acompañó en sentimientos— ¿Cómo se atreve a tomarte esas fotos?

—Espero que con lo de ayer se olvide de eso... —. Comentó —de verdad no quiero que sus amenazas se cumplan... –. Bajé la cabeza, ayer se me dificulto dormir, por lo que alrededor de las 4AM me rendí.

—Hey... No te me descomponga —. Acaricia mi cabeza, sonrió.

—Gracias... —murmuro en respuesta, atisbando un poco su cuello, el cual se esconde bajo una camisa negra cuello tortuga: —¿Ahora tú me cuentas porque tienes esos chupetones? —. Cuestiono con una media sonrisa, jalando un poco el cuello de la camisa. Para variar está bien cambiar un poco el tema.

—¡¡Que desvergonzada!! —. Se abraza a sí mismo, dramático, como siempre —esto es acoso sexual.

—Acoso sexual es lo que tiene Taylor hacia mí.

—¿Ah, pero me vas a decir que no está bueno?

Las mejillas se me coloran: —Eso no importa —. Sentenció.

Me miro divertido por mi reacción, y noto como abre la boca para agregar otro comentario burlesco, pero en eso la puerta del local se abre. Como estamos en el mesón del recibidor, Damián del lado que le corresponde, y yo en el de los clientes, el sólo mira al frente y yo me giro a medias para ver quien ha entrado.

Es una pareja, de unos veintitantos, el chico es rubio, alto y de ojos azules, muy diferente a Francés, la chica es bajita, de cabello corto, enrulado y platinado, con ojos grises.

Son tan monos.

—Hola koko, hola celosito —. Saluda Damián con familiaridad, la chica le da un beso en la mejilla, y el chico lo saludo con un estrechón de manos —Luis te espera atrás koko.

La chica le agradeció con una tierna sonrisa, parece un angelito. Ambos se fueron hacia el lugar de trabajo de Luis.

—¿Son adorables no? —. Suelta Damián, al darse cuenta de cómo los seguí con la mirada.

—Quisiera algo así... —. Confieso —pero sólo logró meterme en problema tras problema.

—No pidas sembrar lo que no sabes cómo cosechar —. Recomienda.

—¿De qué hablas? —, suspiro.

Se cruza de brazos y mira hacia el techo, buscando las mejores palabras para hacerse entender:

—Koko sufrió mucho acoso escolar, de diferentes formas. No conozco los detalles, pero al entrar en la universidad se volvió una perra, pero no una perra de las geniales, sino como las perras que se metieron con ella —. Aclara, y esa nueva información me atrapa en las redes de la curiosidad:

—El chico se llama Adrien y era la puta de la ciudad, y créeme que su historial es feo. Tampoco se bien como se conocieron, pero de alguna forma ambos acabaron juntos. Recuerdo que al comienzo de su relación llegaron a pelear muy feo, pero ahora es como tener personas diferentes —agrega —o ambos se ayudaron a recordar quienes eran en verdad. Eso dice el hermano de koko, creo que él los presento.

¿𝙐𝙣 𝙘𝙖𝙛é? 𝑷𝒂𝒓𝒂 𝒅𝒐𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora