15. Desde luego que no

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Leslie

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Leslie

Las ideas de mis dibujos surgen de manera tan extraña que ni un artista experimentado me creería, la música, inspirarme de otras obras, cerrar un momento los ojos, ninguna de esas es mi motivación, hay tantas teorías sobre de dónde surge la inspiración; recuerdo que en mi clase de dibujo de la preparatoria esa fue nuestra tarea, buscar inspiración en cualquier cosa que hagamos, hasta hoy hay solo un par de cosas hacen que mi mente vuele, salgo a caminar pero lo único que veo son rastros de eses de perros que los flojos de los dueños no pueden levantar, miro las flores como algunos artistas recomiendan que se sienten alentados a dibujar pero lo único que puedo ver en lo seca que se ven las flores de mi madre porque ha olvidado regarlas, una vez intente inspirarme mirando una fruta y por lo que veo en los videos de YouTube que la única fruta capaz de activar eso, es la manzana, no entiendo porque hacer menos a las otras, unas tan deliciosas como la sandía, gracias a alguien ya las veo de manera sexual, pero no,  eso tampoco es.

Esa vez también me quebré la cabeza, ya que lo primero que debíamos hacer al cruzar la puerta era decir nuestra fuente de inspiración,  todo se escuchaba tan hollywoodense , mirar el cielo, escuchar música a todo volumen, no tengo problemas con escuchar música cuando dibujo, pero estas en lo más alto de tu entusiasmo cuando los tres minutos con nueve segundos terminan es ahí cuando la música ya no es mi musa, yo no estuve lista para decir que mirar las olas del mar era lo más cautivador,  ya que mis visitas a la playa son tal vez tres veces al año, esa noche buscaba cualquier objeto que logrará salvarme de la tarea, hasta que apareció.

Mi pasta de dientes.

Yo no quise preguntar el porque,  algunos para no decir que todos me miraron mal, pero me da igual lo que piensen y ya me gradué así que ya ninguna de sus opiniones importan.

Aparece el icono de Skype con una notificación y dejo el lápiz abajo para responder una videollamada.

─ Hola Manuel ─ comento cuando finalmente su imagen deja de moverse.

─ Hola ─ dice acomodando su pantalla.

Estas eran nuestras reuniones a las dos de la mañana, ambos tenemos hábitos raros a ciertas horas de la noche, a mí me gusta hacer mis bocetos para después pegarlos en mis paredes, tengo que encimar unos sobre otros pero suelo llamar a Manuel para basarme en sus facciones, una vez le pedí que se quitara la camisa pero se negó rotundamente y lo único que logré fue que se desabrochara un botón de su playera polo.

─ Hace días que no me llamas ─ busco el resto de mis hojas marquilla para hacer un mejor boceto.

─ Las cosas están un poco tensas ─ baja el volumen de la televisión para escucharme sin tanto ruido.

─ Te refieres a que yo las puse así ─ limpio mi mesa, tiro los restos de borrador que hay sobre mis hojas y las dejo a un lado.

─ No ─ deja de mirar la pantalla para interrumpir su juego de fútbol para mirarme.

ARRUINADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora