6 ¿Amigos o Novios?

23 1 0
                                    

Leslie

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Leslie

Una hora antes de escuchar las constantes críticas de Eduardo miro de reojo mi celular  y un minuto parece una tortura, él me recordó mil veces como si fuera una niña pequeña que odia la impuntualidad y si llegaba tarde daba esto por terminado.

Raúl no ha dejado de preguntar que haré más tarde, lo he mantenido al margen de mi idea, tal vez cuando logre manejar el balón hasta el otro extremo y Eduardo deje de decir que fue suerte comparta esto con él.

Adelante y atrás, nos mecemos en la hamaca que compró mi madre cuando yo tenía doce años, desvío la mirada para ver el reloj en su muñeca, intenta relajarme contándome que el chico moreno con el que practica basquetbol salió en su bicicleta creyendo que no llovería, "solo unas gotas" dice arremedándolo, pero llegó todo empapado a casa de Raúl.

─ Extrañaba esto ─ comenta pasando su brazo por detrás de la hamaca para jugar con el tejido.

─ Solo han pasado unos días ─ le recuerdo separándome un poco de su pecho.

─ Hemos dejado de salir porque Eduardo parece una mosca en la sopa ─ bromea.

─ No me gusta la sopa ─ sonríe al ver que he logrado distraerme.

─ A mí tampoco me gustan las moscas y sin embargo ahí están ─ después de eso empieza a imitar el sonido de una mosca, acerca su boca a mi oído, mueve sus manos para simular sus alas, me da un beso en la oreja y me levanto sin fijarme si cae al suelo o no.

Me paso la mano por la oreja hasta quitar la terrible sensación que me da cada vez que hacen eso, sus labios están fríos y lo hizo peor, pretendo mantenerme seria pero cuando lo veo tendido en el suelo no puedo aguantarme las ganas de reír.

─ Siempre me tratas así ─ dice levantando su cabeza para mirarme, vuelve a recostarse simulando que está muerto, muerto como mosca en parabrisas.

─ Eres un exagerado ─ tomo su mano para ayudarlo a levantarse, me jala hacia él y no logro poner mi mano para detenerme. 

─ Voy a aplastarte ─ dramatizo poniendo mis manos sobre su pecho.

─ ¿Más? ─ intento levantarme pero no me deja ─. Ligera como pluma ─

Escucho como mi madre enciende el microondas y el olor a palomitas me hace salivar, no sabía que tengo antojo a palomitas.

─ ¿Haz intentado hablar con él? ─ pregunto en un tono despreocupado para no sonar como una madre.

─ En realidad quería hacerlo antes de venir contigo, pero tuvo que salir y no me dio tiempo ─ responde poniendo las palmas de sus manos detrás de su cabeza para estar más cómodo ─ Creo que tenía que dar unas clases ─

Mi cuerpo se tensa al escuchar que Raúl lo sabe, Eduardo no cumplió su promesa.

─ ¿Te dijo para quien son las clases? ─ empiezo a mover mis dedos pero más vale estar seguros.

ARRUINADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora