La generación de la guerra

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Disclaimer: Todo lo que aparece en el fic es de Rowling, incluidas sus contradicciones.

¡Muchísimas gracias por las lecturas y los comentarios!

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Tras cepillarse los dientes, Harry se puso el pijama y se metió en la cama. Draco seguía sentado en la ventana en la misma posición en la que lo había dejado. Dudó sobre si darle las buenas noches. No quería incomodarlo, pero tampoco ofenderlo y tampoco tenía claro que estaba pasando exactamente entre ellos y qué esperaba Draco que hiciese y qué no. Se tumbó de lado, en dirección hacia él, aprovechando que Draco no estaba mirando en su dirección para observarle.

Tenía una sensación extraña en el pecho tras tener esa conversación con él. Si el día anterior, cuando Draco había entrado en la habitación tirando su mochila al suelo, le hubiesen dicho que menos de cuarenta y ocho horas después iban a sentarse a hablar como dos personas civilizadas sobre sus circunstancias personales, se habría reído como un loco. Sin embargo, ahí estaban. Compartiendo cuarto como los dos antiguos conocidos que eran y dejando a un lado sus diferencias. A pesar de las tensiones, de los malentendidos... Harry suspiró satisfecho, pensando que algo que se sentía tan bien no podía estar mal, reforzando su decisión de intentar dejar atrás el pasado de la guerra. Como Hermione había dicho, era hora de mirar hacia adelante.

Ni siquiera le estaba pareciendo especialmente difícil. Quizá más al principio, pero cada vez se veía mejor capacitado para lidiar con los conflictos que pudiesen surgir. Comprender cómo se sentía Draco había sido determinante para ello. Repasó mentalmente la conversación que acababan de tener, sobre todo las últimas palabras de Draco sobre su costumbre de coger lo que tenía a su alcance sin pensar. Para él había sido duro no tener nada, pero se había acostumbrado rápidamente a disponer de su propio dinero. Para Draco debía haber sido más difícil porque perder siempre era peor que ganar. Y Draco había perdido mucho.

También había ayudado que Draco se disculpase y admitiese poder estar equivocado. Por lo que le conocía, Harry sabía que no le debía de resultar fácil hacerlo. Nunca le había oído admitir estar equivocado o tener una debilidad, ni siquiera en aquel pasillo mientras espiaba su conversación con Snape. Suponía que se debía al ambiente generado tras la actividad en la sala común. Debía ser verdad que eran juegos que ayudaban a establecer confianza y relaciones en el grupo. El hormigueo del estómago se intensificó.

Harry respiró profundamente, como había aprendido a hacer para relajarse y conciliar mejor el sueño. Fue consciente de que Draco se había levantado silenciosamente en algún momento y entrado en el cuarto de baño. Salió unos minutos más tarde intentando hacer el mínimo ruido posible, caminando con los pies descalzos. Un recuerdo de Draco en la sala común diciendo que le gustaba andar así se abrió paso difusamente en su cabeza. Entreabrió los ojos, intentando separar el sueño de la realidad a tiempo de ver cómo Draco deshacía la cama para coger la almohada y, abriendo con cuidado de no hacer sonido alguno, salía del dormitorio con ella abrazada. Harry se despejó inmediatamente, incorporándose en la cama con brusquedad. Tanteó en busca de las gafas que había dejado encima de la mesita de noche y se las puso.

Encendió la luz y se frotó los ojos por debajo de los cristales, intentando comprender. Se levantó y abrió su baúl rebuscando hasta encontrar el Mapa del Merodeador, intrigado por el comportamiento de Draco. Lo puso encima de la cama, lo tocó con la varita y, con una mezcla de culpabilidad y nostalgia por todas las veces que había hecho lo mismo el último curso que asistió a Hogwarts, pronunció las palabras:

—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas. —El mapa se desplegó. Las líneas se trazaron sobre el pergamino, extendiéndose como largos caminos de tinta negra—. Busca a Draco Malfoy.

La generación de la guerra [Drarry-Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora