Proyectos de futuro

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Disclaimer: Todo lo que aparece en el fic es de Rowling, incluidas sus contradicciones.

¡Muchísimas gracias a todas por las lecturas y los comentarios! ¡Abrazos y besos!

Trigger Warning: Ataque de ansiedad. Referencias a situaciones sexuales. Tensión sexual latente.

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—Estás muy apagado, Justin.

Rosmerta les había agasajado como a príncipes, ofreciéndoles lo mejor de su cocina. Todos estaban ahítos. Harry no se había dado cuenta de cuánta hambre tenía hasta que vio las fuentes de asado delante de él, que atacó con saña y apetito. Draco, que se había sentado a su lado, había comentado que era normal tras no haber comido apenas, haberse saltado la hora del té y la siesta que se había echado. La conversación había sido animada y, aunque tanto Draco como él habían participado poco, sí habían escuchado atentamente a los demás.

En ese momento, Harry picoteaba golosa y perezosamente de una generosa porción de tarta de melaza casera que Draco había accedido a compartir con él, aunque este había dejado de comer tras dos cucharadas alegando que estaba lleno. Harry se alegraba de que los dos hubiesen ido a la cena. Draco estaba contento y relajado, aunque había hablado poco y únicamente para decir frases de cortesía. Les había sentado bien relacionarse con sus compañeros en un entorno que no era el de la sala común. A Harry le había preocupado que, fuera de la sala común y de los juegos que habían compartido, Draco se sintiese incómodo con el resto del grupo, pero no parecía ser así a pesar de lo reservado que estaba siendo.

—Lo siento —se disculpó Justin, que también había estado inusualmente callado durante la cena, respondiendo a Dean, que había dejado de comer y se había recostado contra el hombro de Seamus, relajándose—. Discutí con Ernie esta mañana y todavía estoy dándole vueltas al tema en la cabeza.

—¿Por eso has estado tan serio todo el día? —preguntó Neville interesándose.

—Habíamos decidido no ir ninguno de los dos a la fiesta de Slughorn —asintió Justin, que pinchaba con la cuchara en el flan que había pedido de postre, destrozándolo sin comérselo—. A mí Slughorn no me cae muy bien. Hasta ahora ni siquiera me había prestado atención en clase, no digamos invitarme a alguna fiesta o algo similar. Lo que dijeron Harry y Neville sobre cómo funcionaba ese Club de las Eminencias me terminó de convencer.

—Te entiendo —dijo Dean con simpatía—. Ya dije que yo tampoco me siento cómodo con esa atención tan repentina. Sigo siendo el mismo, en esencia. O al menos quiero seguir siéndolo.

—En realidad hay... —titubeó Justin, indeciso—, bueno, no sé si os lo he dicho alguna vez: mi familia no está mal posicionada económicamente. Debería estar bastante acostumbrado a este tipo de fiestas: mi padre las organiza constantemente para realizar contactos empresariales y políticos. Mis hermanos y yo teníamos que asistir para conocer gente influyente de distintos entornos académicos o laborales. Yo lo detestaba profundamente, sobre todo cuando se trataba de influenciar alguna ley o un contrato comercial público ventajoso y venir a Hogwarts parecía haberme librado de ese tipo de futuro.

—¡Ugh! —murmuró Seamus con un rictus de desagrado que los representó a todos—. Pero MacMillan sí ha ido a la fiesta al final, ¿no?

—¿Por qué ha cambiado de idea? —preguntó Harry que, aunque durante años había pensado en Ernie como alguien muy estirado, el concepto que tenía de él no era el de alguien que cambiase de opinión en ese tipo de asuntos fácilmente.

—Su padre le ha ordenado asistir. Dice que de ninguna manera puede faltar a una reunión del Club de las Eminencias. —El tono de retintín con el que Justin intentó decir el nombre del club quedó opacado por la amargura de su voz—. Por lo visto es un deber inexcusable.

La generación de la guerra [Drarry-Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora