Hechizo de animagia

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Disclaimer: Todo lo que aparece en el fic es de Rowling, incluidas sus contradicciones.

Jo, último capítulo. Me da mucha pena cuando acabo de publicar una historia y me deja un vacío en el pecho, jajaja. No tanto como cuando pongo el punto final a la historia porque estoy revisando una y otra vez hasta que publico. Eso sí, no quiero terminar sin agradecer de nuevo a Nicangel03 por el apoyo durante la escritura de este fic.

Muchísimas gracias por haberme leído y comentado. ¡Un abrazo muy fuerte!

Trigger Warning: Referencias sexuales. Nada demasiado explícito.

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Inundado de la felicidad de estar con Draco, Harry se dejó llevar lánguidamente por los días de diciembre. Habían incorporado el conjuro de animagia a su rutina, realizándolo puntualmente al amanecer y al ocaso y recitándolo con la seguridad que daba la práctica. Draco y Harry habían adoptado la costumbre de mirar todos los días, tras despertarse para realizar el hechizo, por el ventanal de su habitación. También escudriñaban durante el desayuno el cielo reflejado en el techo de Hogwarts a pesar de saber que era complicado que durante la estación invernal hubiese una tormenta eléctrica en Escocia. Harry había contado con que antes de que lo más crudo del invierno llegase el otoño les regalase una de esas tormentas que recordaba de cursos anteriores alrededor de Halloween o a principios de diciembre, pero se había tenido que resignar a esperar a la primavera o, si la suerte seguía sin acompañarles, a las tormentas veraniegas. La paciencia inicial, amortiguada por la necesidad de progresar en el patronus de Draco, y la incertidumbre de no sentir nada con el hechizo se habían disipado cuando el latido de su forma animaga hizo acto de presencia.

Draco había comenzado a percibir el segundo latido dentro de su pecho el mismo día que había conseguido el encantamiento patronus por primera vez. Ante las preguntas curiosas de Harry, lo había definido como un golpe débil que sonaba anticipando el latido de su propio corazón justo en el momento de recitar el hechizo de transformación. Sabiendo qué buscar, Harry se había concentrado en encontrarlo, pero sus esfuerzos habían sido inútiles hasta el día después de haber estado en Hogsmeade e intercambiar con Draco sus perfumes. Al recitar el hechizo, el fuerte latido había reverberado en su pecho como un tambor, siguiendo al de su corazón en lugar de anticipándolo. Se había asustado por las diferencias con el de Draco pero este, tras consultar un par de manuales, le había tranquilizado diciéndole que era normal.

Cuando el último domingo antes de las vacaciones navideñas apareció en el tablón de la sala común el listado para que quien quisiera quedarse en Hogwarts pudiera inscribirse, sólo Draco y Harry de entre la promoción de la guerra apuntaron sus nombres.

—Sois un par de cochinos —se burló Dean detrás de ellos, fingiendo un gran escándalo—. Queréis quedaros solos para mancillar la sala común.

—Dean, el único pervertido aquí eres tú —murmuró Draco, volviéndose dignamente y dirigiéndose al sofá.

—Por si acaso, cuando volvamos de las vacaciones pienso traer una luz ultravioleta para examinar los sofás de la sala común y cerciorarme de que no hayáis hecho ninguna guarrada durante mi ausencia. Me tranquiliza pensar que nadie ha puesto su culo desnudo donde yo pueda sentarme.

—Pero es tarde para eso, Thomas —contestó Draco con un deje de sorpresa en la voz, exagerando el gesto en la cara al levantar las cejas con gesto desconcertado—. Harry y yo nos escapamos todas las noches para hacerlo aquí una y otra vez como dos conejos en celo. Hasta ahora, mi favorito es tu sillón orejero. ¿No nos has oído gemir depravadamente desde tu dormitorio?

—Eres insufrible, Malfoy —se quejó Dean lastimeramente, levantándose prestamente del sillón orejero y mirándolo con desconfianza.

—¿Qué ocurre? —preguntó Justin, que entraba en ese momento en la sala acompañado de Michael, mirándoles con curiosidad. Contuvo una carcajada al ver cómo Dean examinaba su sillón con detenimiento—. ¿Qué has hecho ahora, Draco?

La generación de la guerra [Drarry-Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora