Hueles a mí

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Disclaimer: Todo lo que aparece en el fic es de Rowling, incluidas sus contradicciones.

Penúltimo capítulo ya. ¡Muchísimas gracias a todas por las lecturas y los comentarios! ¡Abrazos y besos!

Trigger Warning: Escenas sexuales explícitas. Petting y fingering.

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—¿En serio vas a leerte todo esto, Hermione? —preguntó Harry cuando salieron de la librería del pueblo, cargados por todos los libros que ella había comprado.

—Algunos incluso podrías leértelos tú —dijo Hermione con tono pinchón. Harry bufó, arrugando la nariz e intentando subirse con un contorsionismo de brazo las gafas, que se le habían resbalado hasta la punta.

—Demasiada lectura acumulada, lo siento. —El primer trimestre estaba a punto de terminar y, aunque admitía que seguía disfrutando de la sensación de estudiar por placer, Harry también estaba un poco agotado mentalmente hablando. Conteniendo una carcajada comprensiva, Hermione sacó su bolsito de cuentas y le liberó de su carga de libros, haciéndolos más pequeños. Harry levantó la vista y tuvo una idea cuando ver la tienda enfrente de la cual se habían parado—. ¿Te importa si entramos en la botica un momento?

Hermione asintió, pateando el suelo, helada de frío. Diciembre había comenzado con las lluvias que no habían hecho acto de presencia en octubre y noviembre. Después de tantas semanas claras y soleadas a pesar del frío otoñal, el desplome de la temperatura provocado por la humedad había sido brusco y todos estaban aclimatándose a él todavía.

Harry y Hermione habían bajado a Hogsmeade con la intención de comer con Ron. Draco había rechazado la invitación igual que las dos veces anteriores, con amabilidad y argumentando que era bueno que los tres amigos tuviesen ratos a solas y que Harry pudiese disfrutar de su mejor amigo sin que él estuviese presente robándole atención. Al principio, Harry había temido que fuese algún tipo de rechazo a pasar tiempo con Ron, pero Draco lo había negado diciendo que ya habría oportunidades para ello más adelante. En ese preciso momento, con el frío y la humedad calándole los huesos, Harry en realidad le envidiaba porque imaginaba que estaría en la sala común calentito junto a la chimenea, seguramente desafiando a alguna partida de ajedrez a Michael y a Morag, su última afición al descubrir que ambos eran diestros jugadores.

—¿Buscas algo en concreto? —le preguntó Hermione al entrar en la botica, curioseando los estantes y los productos expuestos.

La tienda olía a una mezcla entre farmacia muggle, perfumes y mercado de especias. La combinación era extrañamente reconfortante. Había un par de personas siendo atendidas en el mostrador, así que esperaron pacientemente su turno mientras examinaban con curiosidad los ingredientes que estaban primorosamente ordenados en las estanterías.

—El regalo de navidad de Draco. Se lo habría comprado antes, pero seguramente me habría mandado a la porra —bromeó Harry, consciente de que seguramente eso no era cierto a aquellas alturas. Si no se lo había regalado antes era porque no había querido hacerle sentirse incómodo, pero creía que la Navidad era una excusa ideal para ello.

—¿Un perfume? —adivinó Hermione. Harry asintió—. Qué clásico.

—Es... especial para nosotros. Olí esas flores por primera vez en la Amortentia, hace años. Molly las cultiva en La Madriguera, por eso reconocí el olor cuando lo noté en Draco. Él lo usaba a principios de este curso y... —dejó la frase en el aire comprendiendo que su amiga podía quererle mucho, pero no necesitaba más detalles sobre aquella especie de cortejo que ambos habían realizado.

—La magia a veces tiene caminos inescrutables, ¿verdad? —reflexionó Hermione, no muy interesada en los detalles escabrosos e íntimos de su relación con Draco y sí en la conexión intrínseca de la magia con el porvenir—. Que pueda saber que algún día estarás relacionado no con una, sino con varias personas que comparten un mismo olor característico es...

La generación de la guerra [Drarry-Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora