Pesadillas

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Disclaimer: Todo lo que aparece en el fic es de Rowling, incluidas sus contradicciones.

¡Llego! ¡Llego, llego! ¡Confirmo que he avanzado todo lo que me gustaría y que he llegado a tiempo de revisar el capítulo que publicaré el sábado. De hecho, el problema ha sido llegar a casa (y ducharme, cenar, etecé) para poder sentarme al ordenador.

Hemos cruzado el ecuador del fic justo entre este capítulo y el anterior. Curiosamente, quedó casi exacto, lo cual es paradójico, porque no lo planifiqué (y originalmente los dos últimos eran mucho más largos que los 14 anteriores, algo que cambió durante la reescritura y no porque quitase palabras de estos xDDDD). Así que nada... aquí os dejo el de hoy y nos vemos en un par de días!

¡Muchísimas gracias por las lecturas y los comentarios! ¡Abrazos!

Trigger Warning: Ataques de ansiedad.

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Avergonzado y sonrojado, Harry se acercó a por otro par de cervezas, enfriándolas con un hechizo antes de tenderle una a Draco, que se había sentado en el mismo sofá en el que había dormido el día anterior. Draco la aceptó con una sonrisa tímida y Harry vio que se había ruborizado también. Harry se sentó a su lado, hombro con hombro, hasta que se dio cuenta que Ernie y Justin, que comentaban algo sobre las clases de ese día, les dirigían algunas miradas curiosas de reojo. Percatándose de que estaba invadiendo el espacio personal de Draco, de manera que ambos ocupaban poco más de un sitio en el amplio sofá, volvió a enrojecer de vergüenza y se separó, lamentando tener que hacerlo.

—¿Qué ocurre? —preguntó Draco con el entrecejo fruncido.

—¿Eh? —Harry, que se había ensimismado pensando en lo bien que se había sentido estar tan cerca de Draco todo el tiempo, parpadeó sorprendido, sin comprender.

—Te has apartado de repente. ¿Pasa algo?

—Yo... —tartamudeó Harry, buscando una excusa plausible antes de decidir que Draco no era tan idiota como para tragársela—, lo siento; es que me di cuenta que te había arrinconado contra el reposabrazos.

—No me había quejado de ello y es mi opinión la que debería contar en esto —constató Draco, dando otro trago a la cerveza. Parecía más sonriente de lo habitual y Harry se preguntó si era el escaso alcohol que tenía la cerveza o la suma de este con las sensaciones del chocolate y el entusiasmo por haber conseguido algunos resultados con su patronus—. Debería importarte un comino lo que piensen los demás, Potter.

—Pensé que podría molestarte que... bueno, nos mirasen.

—No me he quejado —insistió Draco en un susurro. Harry asintió y volvió a acercarse a él, pegando su cuerpo al de Draco y dejando que sus espacios personales se mezclasen—. Desprendes un calor agradable —le confesó, cerrando los ojos y apoyando la cabeza en la oreja del sofá. Unos minutos después, su respiración se hizo más regular y Harry supuso que se había adormilado.

«Tú hueles muy bien», pensó Harry aspirando disimuladamente para inhalar el aroma floral que siempre desprendía Draco, pero no se atrevió a decir nada. Draco le había confesado que le agradaba y le había permitido tomarse algunas confianzas tras arreglar las cosas después de su discusión, pero Harry no estaba seguro de que la actitud que estaba mostrando en ese momento no fuera fruto de la combinación del chocolate, la euforia y la cerveza y no quería que aquello enrareciese las cosas entre ellos cuando el efecto se le pasase.

Harry suspiró y echó la cabeza hacia atrás también, dándose cuenta que aquello quería decir que sí, Draco le caía bien, pero también le gustaba. Despertaba en él las mismas sensaciones tímidas que habían provocado Cho o Ginny. Se llevó el botellín a la boca y bebió un sorbo, notando que su cabeza tenía la sensación de ligereza que provocaba el beber varias cervezas de mantequilla, sin poder considerarse borrachera, sólo una excitación difusa.

La generación de la guerra [Drarry-Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora