No estás solo

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Disclaimer: Todo lo que aparece en el fic es de Rowling, incluidas sus contradicciones.

Bueno, sé que esperar dos días entre una actualización y otra y luego cinco puede hacerse un poco largo. Así que... ¡sorpresa! Voy a ser sincero, tengo otro fic que también estoy actualizando dos días a la semana y por una cuestión de narrativa voy a hacer el esfuerzo de hacerlo tres veces, así que me parecía justo que también pudieseis tener el mismo ritmo con este. Voy a intentarlo, ¿de acuerdo? Martes, jueves y sábados. Lo peor que puede pasar. es.. que un sábado no llegue a tener suficiente avanzado y no pueda publicar.

¡Muchísimas gracias por las lecturas y los comentarios, como siempre!

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—Hola, Draco —le saludó Harry cautelosamente al entrar al dormitorio, evaluando el ambiente.

Draco estaba sentado en la mesa con los libros abiertos, pero miraba a la pared ensimismado. Cuando Harry entró, se apresuró a agachar la cabeza y simular que estaba concentrado estudiando. Harry se acercó y puso la tartera encima de la mesa, agrandándola. Se fijó en que la pluma de Draco estaba reseca y había varios goterones en el pergamino, señal de que había estado distraído.

—Te he traído algo de comer. Supuse que como no habías bajado a almorzar, en algún momento tendrías hambre.

—No tenías que haberte molestado, Potter. —El tono incisivo de Draco no le amilanó y se sentó a su lado.

—¿Por qué no has bajado? Te hemos echado en falta —dijo Harry, ignorándole a propósito.

—No tenía hambre —contestó Draco cáusticamente.

Su afirmación se vio desmentida por la mirada de anhelo que dirigió a la fiambrera. Un sonido proveniente de su estómago lo traicionó y Draco, enfadándose, volvió a simular concentrarse en los libros que tenía sobre la mesa, ignorando a Harry.

—Entonces lo guardaré por si deseas comer más tarde —dijo este, comprendiendo que Draco no estaba molesto con él.

—No necesito una madre, Potter.

—Pues lo dejaré por aquí por si me entra hambre a mí esta noche —resolvió Harry, apartando la fiambrera y poniéndola encima de su baúl, recordando hacerle un hechizo calentador para conservar la comida tibia.

—Estoy intentando estudiar, Potter —le replicó Draco con dureza—. Necesito concentrarme, no tenerte revoloteando por aquí como una gallina clueca.

—Pensaba que íbamos a estudiar juntos —dijo Harry, desilusionado y asustado al pensar que quizá Draco sí estaba enfadado con él.

—Estoy seguro de que puedes estudiar sin mí, Potter. Ya eres mayorcito como para necesitar una niñera.

—Pero creía que Transformaciones... que tú querías...—dijo Harry, frunciendo el ceño sin comprender.

—Da igual, Potter —espetó Draco con fiereza, sin mirarle a la cara—. Déjalo, ¿de acuerdo?

Por un momento pareció que la cordialidad que habían alcanzado se había disipado, pero Harry sospechaba por el tono derrotado y amargo de Draco que no era así. Draco le recordaba a un gato panza arriba que había sacado las uñas para defender su vulnerabilidad y bufaba con todos los vellos del lomo erizados para parecer más amenazante y así ganar la pelea por desistimiento del contrario. Sin estar muy seguro de lo que hacía, pero consciente de que necesitaba llegar a él de alguna manera a través de su enfado y frustración, Harry puso en marcha la primera idea que se le ocurrió.

—Ayer realmente disfruté estudiando contigo. Estoy enfadado porque me has quitado el sitio junto a Hermione esta mañana. Quería pedirte que me ayudases con Pociones esta tarde. —Tragó saliva, expectante por la reacción de Draco y deseando que funcionase.

La generación de la guerra [Drarry-Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora