Desahogando penas

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Salí del coche de Bakugou con el corazón a mil, no entendía que le pasaba, llevaba todo el día comportándose como un idiota, sabía que no quería ir a la interrogación, ya que aunque no me guste es su forma de ser y no puedo cambiarla, pero de ahí a casi provocar un accidente en medio de la ciudad.... Eso no me lo esperaba, no me gustaría pensar que habría podido pasar, solo de pensarlo el corazón se me vuelve a acelerar.

Y lo primero que se me ocurrió fue salir del coche, ¿aceleró por qué estábamos peleando?

Entré en el supermercado con la esperanza de que Bakugou no me siguiera. Al entrar algunas personas se me quedaron mirando al verme tan alterada, otras me reconocieron casi de inmediato. Le pregunté a la dependienta si podía usar el baño y entré.

Me lavé la cara y suspiré mirándome en el espejo. Había sido un día duro y lo único que me apetecía era desconectar, así que compré en el supermercado una gorra y unas gafas para camuflarme mejor entre la gente y salí.

Paseaba por las calles sin rumbo alguno, solo yo y mis pensamientos. Pensé en llamar a Bakugou varias veces, pero al final no lo hice. Ya se estaba haciendo tarde y no me apetecía volver a mi casa.

Al final sin saber muy bien cómo, acabé en una barra de una pequeña discoteca con una copa en la mano. No entraba en mis planes emborracharme, tampoco era de aquellas personas que se ahoga sus penas en alcohol. Pero después del estrés de estos últimos días, aquella copa me sentó muy bien.

Poco a poco el alcohol empezó a hacer efecto en mi cuerpo y empezaba a olvidarme de mis problemas, hasta me animé a bailar un poco. El sitio era agradable, no había demasiada gente y gracias a las luces y a mí improvisado disfraz, pasaba desapercibida.

Pedí otra copa y le di un largo sorbo disfrutando de esta y del ambiente del lugar, conforme pasaba el tiempo algún que otro chico se me acercaba con la intención de ligar pero lo espantaba ignorándolo o diciendo cualquier tontería para que perdiera el interés y funcionaba.

Otra copa. No sabía que hora era y la verdad no me importaba notaba los efectos del alcohol en mi cuerpo y consideré la idea de irme a casa. Pero en ese estado no era la mejor idea conducir.... Aunque tampoco tenía el coche aquí. El alcohol estaba empezando a afectar a mis pensamientos y decidí dejar de darle vueltas y relajarme un poco.

– Oye guapa, ¿por qué estás por aquí tú sola? – Se acercó un hombre al que se le veía de lejos que era varios años mayor que yo.

– Me gusta disfrutar de mi compañía.

– Oh vamos, ¿y no te gustaría que alguien te hiciera compañía?– Insinuó
acercándose.

– No, adiós. – sentencie girando sobre mi asiento para darle la espalda.

– No seas maleducada, hay que mirar a la gente cuando estás en una conversación. – Dijo girando de nuevo mi asiento para que lo mirara, lo que me cabreó.

– Para eso tendría que querer hablar contigo. – El hombre se ofendió bastante y se acercó a mí peligrosamente, pero volví a hablar antes. – Escúchame depravado, he tenido un día asqueroso, así que o me dejas o te mando a volar fuera de aquí.

– ja, ¿qué vas hacer tú puta? – Se acabó, aquello fue lo que más me enfadó y le propine un puñetazo en la cara al chico activando mi quirk para dirigirlo a la salida sin dejarle tiempo para contraatacar o responder.

– ¿No te dije que te mandaría volando?

– ¡Puta asquerosa! – gritaba mientras se alejaba flotando "nadando" en contra de la salida del lugar.

La pequeña escena captó la atención de varias de las personas que estaban por allí, pero al verme voltear hacia la multitud se dieron la vuelta y volvieron a sus asuntos como si no hubieran estado cotilleando, suspiré.

– Debería irme antes de que alguien me reconozca por mi quirk o de que acabe más borracha, porque en verdad lo estaba. – Pensé.
Eran las 2:40 a.m, así que decidí que llamaría a algún taxi y me iría a casa.

Mientras salía me acordé que mi casa no era el lugar más seguro ahora mismo, sobre todo teniendo en cuenta que mí dirección estaba en manos de Coralis.

Me quité la gorra y gafas ya que las calles estaban desiertas y no había nadie que pudiera reconocerme y seguí andando.

Casi sin darme cuenta, o sí, la verdad no era demasiado consciente de algunas de mis acciones en este momento llamé a Bakugou, creo que casi pensando que era un taxi, o no.

Sin embargo no parecía contestar, ¿qué pensaba? ¿qué iba a estar despierto a las 2:45 a.m? Y si lo estuviera, ¿qué le iba a decir?

"Bakugou, sé que antes huí del coche, pero ahora estoy vagando por las calles a altas horas de la madrugada y no sé a dónde ir"

Pff, reí antes mis ocurrencias, realmente me estaba afectando el alcohol, acabé colgando el teléfono y sentándome en un banco al lado de un restaurante que parecía aún abierto. Me dolía levemente la cabeza y me sentía algo mareada. Al menos la brisa me despejaba un poco las ideas.

– ¿Uraraka? ¿Qué haces tú aquí? – Habló una voz familiar saliendo del restaurante y al alzar la vista encontré a Kirishima.

– ¿Kirishima? – Respondí confundida.

Justo entonces, la puerta del restaurante se volvió a abrir acompañado de una voz femenina.

– Kiri ya estoy lista, la dueña del restaurante prácticamente me ha echado del restaurante, todo porque ya iban a cerrar... ¿Eh? ¿Uraraka? – El animado discurso fue interrumpido cuando se percató de mi presencia.

– Mina, me encontré con Uraraka a la salida. – Le comentó a Mina volviendo a dirigirse a mí. –¿No estabas con Bakugou? ¿Estás bien? – Dijo Kirishima preocupado acercándose a mí.

– Kirishima, cielo – río Mina pasando su brazo por mis hombros. – La pobre está borracha, ¿pasó algo con Bakugou, Ochako?

– Más o menos... – Le dije algo avergonzada, no era las condiciones en las que me habría gustado reencontrarme con mis antiguos compañeros de clase.

– Está bien, no te preocupes. Vamos Kirishima ayúdame a llevarla. – Dijo mientras nos levantabamos aún cuando yo insistía en que no era para tanto y podía andar por mí cuenta.

– ¡Claro! No sería nada varonil por mi parte que la dejáramos aquí.

Y al final me fui junto a Mina y Kirishima al piso que ambos compartían, cuando llegamos me prepararon una cama improvisada en el sofá y un cubo por si por la noche me daban ganas de vomitar. Y me dormí, o al menos lo intenté.

¡Sorpresa!
Otro capítulo en menos de una semana, espero que os haya gustado e intentaré subir la siguiente parte también dentro de poco.

¡Nos leemos!

Nuestra dulce y explosiva historia [Kacchako] (en pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora