Treinta y dos

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—Entonces les dije que tanto mi mamá como LuHan tenían protección ahora —contó KyungSoo desde su cama de hospital—, y que no podrían acercarse a ellos sin que terminaran en la cárcel; pero obviamente no estuvieron satisfechos.

Suspiró acariciando su cuello adolorido.

—Así que me amenazaron diciendo que durante el juego todo puede pasar —se encogió de hombros—; ahí fue cuando me enojé y le quité la navaja al Noventa y dos ordenándole que nos deje en paz, pero no respondió porque justo llegaron ustedes y ellos salieron corriendo.

Los Osos Negros asintieron hacia su Capitán, entendiendo; pero tres de ellos se veían inconformes.

—¿Por qué cambiaste de plan? —Cuestionó SeHun empezando la discusión.— Trazamos todos los pormenores del que teníamos, preparamos a todos y lo repasamos varias veces; no ent... ¡Fue tu maldita idea!

El Mariscal jadeó levemente y colocó una mano sobre su frente.

—No grites, por favor —le pidió con un susurro.

—Respóndeme —espetó el menor entre dientes, intentando contener su ira.

D.O. mordió su labio y suspiró.

—El que teníamos no iba a funcionar —declaró encogiéndose de hombros.

—Esa no es razón suficiente para involucrar a Krystal, NyNyon o las otras chicas en el asunto —se quejó JongDae—; pudo ser peligroso para ellas, pudieron lastimarlas.

—NaYeon —corrigió KyungSoo—; ella y su grupo saben lo que hacen —suspiró—. Pero tienes razón, no debí involucrar a Krystal...

—¡Debiste decirnos lo que mierda planeabas! —Gritó YunHo golpeando la cama del herido.

El Mariscal arrugó el semblante y comenzó a acariciar sus sienes, intentando ignorar su malestar.

—Lo siento, ¿de acuerdo? —jadeó.— Sé que están molestos por eso, pero les pido que lo entiendan. Ellos no iban a confesar, no lo hicieron; me amenazaron, pero solo después de golpearme —suspiró—. Y si ustedes hubieran estado ahí, todo se habría puesto en nuestra contra.

Encajó la mandíbula y sacudió su cabello.

—Quería pruebas de su abuso, pruebas reales, y si se los decía, no me hubieran dejado hacer esto...

—Te habríamos ayudado —insistió MinHo.

—Lo sé, pero... —el Mariscal frunció el ceño, angustiado.— Si los hubieran oído insultarme duramente o darme un golpe fuerte, habrían reaccionado, ¿o me equivoco?

Los Osos Negros compartieron un murmullo afirmativo.

—Sí, porque ustedes son seres maravillosos que no dudarían en arriesgar el campeonato con tal de cumplir su promesa de protegerme; y los amo por eso, chicos, de verdad —declaró con la mirada vidriosa—. Pero no estaba dispuesto a arriesgar nuestro futuro por culpa de... ellos. No iba a dejar que se hagan las víctimas y digan que intentamos sabotearlos o algo así.

—¿Y si algo peor te pasaba? —Reclamó JongIn.— ¿Y si no te encontrábamos y ellos acababan contigo? ¿De qué serviría todo entonces? ¿Ah? ¿Pensaste en eso? En lo mucho que me dolería perderte, ¿o a tus papás?

El Doce asintió y estiró la mano hacia su moreno, sujetándolo con fuerza y dejando un suave beso en su mejilla, ignorando el hincón en su labio debido al golpe.

—Claro que lo hice, amor; sabía que ustedes me salvarían —le sonrió—. ¿O acaso crees que Lay inventó la excusa de ir a saludar a mi mamá al graderío él solo?

Jugada perfecta || KaiSoo Fest 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora