Siete

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KyungSoo le había indicado a JongIn la forma más segura de cortar los ingredientes sin volarse un dedo, y lo había ubicado en la pequeña y circular mesa de madera al centro de la cocina, mientras él se dedicaba a preparar los platos que le había mencionado al menor, con cuidado de no equivocarse al sazonar.

—¿Cuántos invitados son? —Consultó el moreno frunciendo el ceño ante las dos fuentes repletas de ingredientes que él mismo había cortado para armar los Rollos de Primavera.

—No estoy seguro —declaró el mayor mordiéndose el labio—; mamá mencionó a cuatro personas, pero no sé si serán solo ellas o si vendrá alguien más...

Mordió su labio un tanto pensativo y suspiró antes de voltear hacia el número Ochenta y ocho, encontrándolo cortando las zanahorias con extrema concentración. Sonrió por lo tierno que se veía.

—Debes estar cansado —mencionó sirviéndole un vaso de refresco—; gracias por ayudarme, no hubiera podido hacerlo sin ti.

El pelirrosa sonrió radiante e infló el pecho orgulloso con el cumplido del número Doce, sorprendiéndose por lo paciente que era con él a diferencia de cualquiera que haya intentado enseñarle a usar un cuchillo antes.

—Cuando quieras —respondió JongIn antes de aclararse la garganta, viéndose extrañamente nervioso—. Me alegra que pienses así pues... eehhh... Quería decirte... que puedes contar conmigo para lo que sea que necesites; sí... Ya sea académico o... o... bueno, lo que sea.

El dudar del moreno, además del baile realizado por sus ojos mientras parecía recitar de memoria lo que decía, llamó la atención de KyungSoo, alertándolo sobre la verdadera intención del más alto con respecto a cada uno de los gestos que había estado teniendo con él.

—¿Qué haces realmente aquí? —Preguntó directo.— ¿Quién te dijo que hicieras esto?

—¿Qué?

—¿Qué bus-

—¡Cielo, aquí estás! —Interrumpió Tiffany al ingresar a la cocina en busca de su hijo y quedando automáticamente sorprendida ante la presencia de Kai.— ¿Quién...

—Ah, el es JongIn —presentó el pelinegro—; ella es Tiffany, mi mamá.

—Mucho gusto, señora —dijo rápidamente el menor, inclinándose con formalidad y ofreciéndole una amable sonrisa que ocultara el temblar de su cuerpo ante casi haber sido descubierto por el mayor.

—Que guapo —expresó la mujer codeando con complicidad a su hijo, quien rodó los ojos y regresó a lado de la estufa para revisar la comida.

—En unos diez minutos podré servir —avisó el antiguo Mariscal de campo, evitando mirar al número Ochenta y ocho para no lanzarle una de sus cacerolas y arruinar la reunión de su mamá.

—Vengan entonces, quiero que conozcan a todos —dijo la mayor tomando de la mano a los menores y llevándolos con ella hacia la sala, donde un amplio grupo de adultos se encontraban conversando, riendo e incluso tomándose fotografías para recordar aquel nuevo encuentro.

—El entrenador está aquí —dijo JongIn intentando regresar a la cocina a esconderse, pero el agarre de la pelinegra parecía imposible de soltar.

—¡Oigan todos! —Exclamó Tiffany con una gran sonrisa.— Quiero presentarles a mi adorado hijo, KyungSoo —declaró pasando un brazo por los hombros del nombrado.

Los comentarios sobre lo apuesto que era o lo mucho que habían oido hablar de él no tardaron en llegar, enorgulleciendo a la pelinegra.

—Y quiero que todos celebremos que ¡por fin hizo un amigo! —Exclamó halando el brazo del pelirrosa para colocarlo a lado de su hijo, quien no tardó en rodar los ojos mientras el menor sonreía tímidamente.

Jugada perfecta || KaiSoo Fest 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora