2. Cuarto del grito

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Capítulo II: Dejar las caretas. 


Una noche de marzo, en donde las posibilidades son infinitas. 

Fiesta de universitarios. 

¿Qué implica? DNI's falsos, carnets falsos. Todo falso. 

Hasta Daniella puede jurar que vio a Marina meterse papel higiénico en el sujetador, así que sus senos también son falsos. 

Ambas amigas se encuentran saliendo de la central del metropolitano, irán a una discoteca en San Borja que no está lejos de allí. 

¿Cómo lograron salir de casa? Marina no tuvo problema, sus padres no son muy rectos, en cambio Daniella tuvo que mentirle a su mamá y aprovechar que su padre no volvía hasta la tarde del día siguiente. No se sentía orgullosa de eso, pero su amiga le insistió tanto que no tuvo de otra. 

La mayoría de las miradas caen en Marina, o eso es lo que siente Daniella, por su escotado y corto vestido negro. El cuerpo de su amiga es espectacular, se siente una cría al lado suyo. Ella solo lleva unos jeans, una camiseta ajustada y una chaqueta encima; como siempre. No tiene la suficiente confianza como para sacarse el abrigo. Su cabello pelirrojo está suelto está vez y se ha pintado un poco. 

Le gustaría decir que se ha pintado por su cuenta y porque ha querido, sin embargo la verdad es otra. Raúl, con el que tiene un pequeño crush y el hermano de Leila, irá para que las dejen entrar. 

Él ya está en la universidad, lo contrario a las demás a quienes solo les falta un año. 

—Y el chico nunca se presentó. —narraba Marina, Daniella solo escuchaba atenta, sus mejillas seguían rojizas. —Yo creo que Leila se lo inventó todo ¿Tu que opinas?

¿Lo que ella opina? Su única opinión es que Azazel es el chico más extraño que ha conocido, y que ha estado más cerca de él que con cualquier joven en su vida. 

Su corazón aún late rápidamente cuando recuerda su rostro, su sonrisa y sus ojos. No entiende el porque, solo quiere asumir que es la molestia por su desagrado hacía él. 

—No lo sé, tal vez no pudo ir. 

—De todas maneras, Leila dijo que estará en la fiesta, irá solo para remediar su error. Ahora a ver si aparece. 

—¿Él estará allí?

¡Pues claro que estará! ¿Por qué no lo pensó antes? Es demasiado obvio, ¿Debería irse? Tal vez si se detiene ahora pueda coger el próximo metro hacía Javier Prado e irse hacía su casa. Aunque caminar sola tampoco es una opción, mucho menos a las diez de la noche. 

—¡Chicas! ¡Ya llegaron! 

Demasiado tarde. 

Daniella sube la cabeza por un instante para observar quienes están en ese pequeño grupo. 

Leila es la que mueve su brazo de un lado a otro llamando su atención, trae un vestido azul demasiado corto para su gusto; Charlotte también está allí con un vestido igual pero de otro color; Raúl sonriente las saluda con la mano, ella no puede evitar suspirar al verlo, esta igual de guapo que siempre. Y él también está allí, sin embargo no tiene la misma actitud que en el callejón. 

Azazel no sonríe ni nada, solo las mira sin ningún tipo de expresión extraordinaria, dejándose abrazar por Leila. El corazón de Daniella se dispara al verlos juntos, ¿Por qué rayos tiene que sentirse así?

Aunque lo niegue, sabe la respuesta. Por primera vez un chico parecía interesado en ella, y hasta logró sonreír como tonta al llegar a casa. Pero al parecer todo eso era parte de una jugarreta. 

Cuando lo conocí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora