Cuando lo conocí ©

10. La noche

Capítulo X: Dicen que si no puedes hablar con alguien toda la noche, no vale la pena. 

Una noche no tan cualquiera de mayo, en su Francia.

Las manos de Daniella temblaban, agarró una de las almohadas sobre su cama y se quedo mirándola.

¿Debería quedarse o dormir en la sala?

No podía dejar que Azazel durmiera en el sillón; si por algo sus papás llegaban temprano ella podría inventarse algo sobre porque ella dormía allí, pero jamás podría excusar porque un guapo chico estaba durmiendo en la sala; sí, ella debería dormir en la sala. 

—¿Tu eres el novio de mi hermana?

Daniella abrió los ojos de par en par, se dio la vuelta y podía sentir como si le diera un paro cardiaco. Azazel y Polaris hablando fuera de la habitación, la pequeña traía su manta de unicornios en una mano y la arrastraba por el piso.

—No, ¿Te gustaría que lo fuera?

—¿Ustedes tendrán sekso?

—¡Polaris! —grito Daniella azorada, tapándole la boca a su hermana. Azazel tenía una sonrisa santurrona en la cara. —Tú no oíste nada. 

—¿Qué oí? ¿Qué tu hermana dijo...?

—¡Cállate! —sus mejillas estaban sonrojadas de la vergüenza, se arrodillo para poder estar a la altura de Polaris e intento poner la sonrisa más tranquilizante posible. —Cariño, escucha, él es un amigo ¿okey?

—Yep. 

—Se quedará a dormir porque yo no puedo llevarlo a su casa, no puedo dejarte sola. 

—Yep. 

—Pero no le puedes decir nada a papá ni a mamá. 

—¿Por qué?

—Porque... —se detuvo por un instante, pensando en una excusa. —, si no dejará de ser una sorpresa. 

Polaris sonrío ampliamente, asintió repetidas veces y se fue corriendo hacía su habitación riendo. Le gustaba que su hermana le confiara cosas.

Daniella soltó un suspiro de alivio. Se puso de pie nuevamente y camino hasta su habitación, Azazel estaba ojeando unos libros que se encontraban en su biblioteca. 

—Así que te gusta Harry Potter, ¿Cuál es tu casa?

—Slytherin, pero tu no has de saber sobre eso. —dijo apoyándose sobre el marco de su puerta. 

—Oh, no hay nada que un Ravenclaw no sepa. 

Ella soltó una carcajada, era demasiado obvio que esa era su casa. Lo había notado desde el día que lo conoció. 

Azazel dejó el libro a un lado, la miró por unos segundos y sonrío. 

—Te amaré tanto como Snape amó a Lily, Ella. 

Su corazón dió un brinco, la sangre subió a sus mejillas. Ahora mismo debería parecer un tomate. Tragó saliva. 

—Bueno, yo dormiré en el sofá; tu puedes quedarte acá. 

—¿No dormirás aquí?

—¿No me has escuchado?

—Sí, pero no quiero incomodarte; yo puedo dormir en el sofá. 

—De ninguna manera. 

—Blanc —se cruzo de brazos y alzó una ceja. —, tu duermes acá y yo en la sala o ambos dormimos aquí, tu elijes.