Cuando lo conocí ©

15. Sueños frustrados

Capítulo XV: No, no y no. 

Una noche de mayo en una montaña rusa de sentimientos. 

Daniella. 

Expectativas. 

Yo no tenía muchas expectativas respecto a mi vida, no hasta cuando lo conocí. 

Tal vez era porque la mayoría de personas en mi al rededor tenía la misma idea de vida que yo, tener una familia y, a lo mejor, poder tener un ingreso por mi cuenta y no por mi marido. 

Sin embargo ahora hasta mis historias me parecen buenas, quién sabe tal vez algún día Benjamín y Giselle puedan ver la luz. 

Probablemente ahora solo estén hablando mis buenos ánimos y toda la felicidad que traigo en el pecho por caminar al lado de Azazel con destino a mí casa. 

Antes de él nunca me había planteado que algún día un chico me acompañe a casa, mucho menos tomados de la mano. 

Casa. 

Solo sé que nada malo me espera allí, probablemente cuando llegue todo este a la normalidad. La maldita normalidad de ver a mi papá molesto nuevamente. 

—¿En qué piensas?

En lo que valdrá la pena recibir un golpe por toda está tarde de gloria. 

—Nada —soplo y veo mi aliento quedarse en el aire como un pequeño humo. —¿En qué idioma crees que hablan los minions? 

—¿Qué clase de pregunta es esa, Ella? —una pequeña risa sale de sus labios. 

—Es que se me vino a la mente, en las películas solo se entiende algo de inglés pero también francés o hasta español; sin embargo a veces dicen cosas sin sentido. ¿Cómo se comunicarán?

—A veces no hace falta hablar para comunicarse o entenderse.

—¿Cómo se supone que lo hacen entonces?

—Creo que las personas más adecuadas para entenderlo seríamos nosotros. 

—¿Por qué?

—Ella, ¿Qué acaso no te das cuenta las muchas veces que simplemente nos quedamos mirándonos sin decir nada?

Tiene razón, y lo sé pero no sabía que él también las tenía en cuenta. Pensé que solo eran cosas mías con mis hormonas de chica enamorada. 

—¿No te das cuenta las veces que nos hemos dicho te quiero sin siquiera decir una palabra? —continua. 

Mi corazón no podría latir más rápido, te quiero. 

No me da tiempo de responder, su mano se separa de la mía y segundos después me toma por los hombros causando que lo mire directamente a los ojos. 

—Háblame con los ojos Ella. 

Miro sus ojos. Verdes opacos, pero que ahora tienen una especie de brillo que desprende. Siento mis mejillas sonrojadas pero ahora no me importa mucho, me concentro todo lo que puedo para poder decirle algo. 

Te quiero, te quiero muchísimo, por favor nunca te canses de mí. No me dejes regresar a casa. 

—Yo también te quiero, Ella. —vuelve a tomar mi mano antes de detenernos de nuevo en la puerta de mi dulce hogar. Lo sabía. Nadie puede hablar con los ojos. —Y estaré aquí parado hasta que me envíes un mensaje diciéndome que estás bien.