Lizzie es repostera, le encantan las orquídeas moradas y tiene un raro gusto por las terrazas. Estuvo en una relación tóxica por casi cuatro años, le toca intentar tener sexo casual.
Él tiene dos trabajos, su padre es dueño de una empresa millonaria...
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Agarro mis cosas y salgo de la habitación para encontrar a Steve. Me sorprende la belleza del lugar considerando que parece un apartamento de soltero, toda la decoración se adapta a un estilo moderno y elegante en colores neutros, me gusta, pero me guardo mis comentarios y sigo caminando.
La televisión está reproduciendo un programa, pero Steve no está viéndolo, escucho algo proveniente de otra habitación, al entrar veo la cocina de mis sueños.
«Yo podría vivir en esta cocina. Es una maravilla».
—Te ofrecería comida, pero no he estado aquí en un tiempo. —El castaño me saca de mi fantasía—. ¿Quieres que vayamos a desayunar? —Acerca el vaso de agua que bebe y niego con la cabeza.
—No, así estoy bien. ¿Tienes bolsas? Para guardar la ropa. —Se levanta de la silla y busca entre la alacena, agarra una bolsa de plástico y me la extiende, la tomo, pero él no la suelta, me mira de arriba abajo y las comisuras de sus labios se levantan.
—Te ves bien con mi ropa, te va el estilo. —Ruedo los ojos a la vez que le arrebato la bolsa y meto las prendas.
—Dime la dirección para ponerla en la aplicación. —Decido cambiar el tema.
—Yo lo pido, igual nos dirigimos al mismo lugar.
—Vámonos ya porque tengo que empacar mis cosas, aparte tengo mucho sueño y quiero llegar a dormir —me quejo y él se limita a asentir con la cabeza.
Una vez que se asegura de haber apagado y cerrado todo, salimos a esperar el auto. Las personas que pasan me juzgan con la mirada y tapo mi pecho cruzándome de brazos.
—¿Qué tienes? —Steve me mira extrañado.
—No traigo sostén y todos los que pasan me miran sorprendidos como si ellos no tuviesen pezones, es tan molesto.
—Son unos imbeciles, de verdad que no los entiendo, pero tranquila, la aplicación marca que en dos minutos llega. —Me dedica una sonrisa que logra tranquilizarme.
El auto frena justo frente a nosotros, entramos a la parte trasera dejando el espacio del medio como si tocarnos nos causara algún tipo de enfermedad. No decimos nada más que para saludar al conductor.
En veinte minutos ya estamos en el hotel. Al entrar mi mirada cae en Seth sentado en los sofás de recepción junto a Jane, ambos me saludan con la mano y hago lo mismo, pero continuamos caminando al ascensor.
