Lizzie es repostera, le encantan las orquídeas moradas y tiene un raro gusto por las terrazas. Estuvo en una relación tóxica por casi cuatro años, le toca intentar tener sexo casual.
Él tiene dos trabajos, su padre es dueño de una empresa millonaria...
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Llegamos hasta el aeropuerto para dejar a Jane, su vuelo a Nueva York sale dentro de unas horas, irá a ver qué es lo esencial para mandarlo a su nuevo apartamento en Los Ángeles, nos quedamos un rato todos juntos tomando un café hasta que es hora de que entre a esperar.
Todos nos despedimos de ella con un abrazo y Seth es el último en hacerlo.
—Mira, tengo esto para ti. —Saca una pequeña cajita, Jane lo abre y mira con adoración el pequeño collar con el dije de letra J—. Lo compré por tu cumpleaños aunque aún falta porque no sabía cuándo volveríamos a vernos.
—¡Es muy bonito! Pero puedes guardarlo para el día. Nos veremos muy seguido.
—No, se te verá muy bien en el avión. —Se pone detrás de ella para ponerle el collar, Jane toca el dije con sus dedos una vez que está en su cuello; se gira a verlo y lo mira directo a los ojos.
—Nos vemos pronto. —Levanta su rostro un poco y le da un beso en la mejilla, muy cerca de los labios, él la abraza y le lleva la maleta.
La vemos entrar por la enorme puerta para pasar a seguridad y esperar su vuelo. Salimos para emprender nuestro camino a casa; Jonathan maneja y Sadie está de copiloto para poner la música, la pareja mayor está en los asientos del medio durmiendo junto con Seth y Steve y yo nos quedamos en los asientos del fondo disfrutando la música.
—¿Es raro? —hablo bajo.
—¿A qué te refieres? —Toma mi mano en la suya y entrelaza nuestros dedos.
—El cómo intentamos negar que había sentimientos entre nosotros.
—Pero ahora estamos aquí, no creo que haya tenido que pasar de otra manera.
—¿Qué crees que hubiese pasado si te hubiera dado mi número aquella vez?
—¿La vez que casi me atropellas? —No puedo evitar rodar los ojos—. A ver, no lo sé, probablemente nada como ahora.
—¿Por qué? ¿Esa vez que me viste solo querías llevarme a tu habitación?
—Siendo sincero, no. Te vi en un momento de desesperación, estabas llorando, pero incluso así me pareciste hermosa, fue algo extraño... No solo quería acostarme contigo, quería conocerte.
—¿Entonces por qué crees que nada hubiera pasado? Suponiendo que yo no hubiese estado con mi ex en ese momento.
—Me habría asustado —responde sincero—. Por eso creo que fue mejor que empezáramos como si nada, porque así te pude conocer sin querer, por así decirlo.
