Lizzie es repostera, le encantan las orquídeas moradas y tiene un raro gusto por las terrazas. Estuvo en una relación tóxica por casi cuatro años, le toca intentar tener sexo casual.
Él tiene dos trabajos, su padre es dueño de una empresa millonaria...
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—No hablemos de eso, por favor.
—Está bien. —Sadie se adelanta a caminar al lado de su familia para poder presentarles a Jonathan de forma apropiada, «sí que le gusta».
Me quedo atrás junto con los demás observando la escena, Sadie jamás le había presentado una pareja a su familia, jamás ha tenido una... o algo serio con alguien.
No podemos escuchar lo que dicen, pero Daniel, el hermano de Sadie, observa fijamente a Jonathan mientras él estrecha la mano de su padre, él siempre ha sido un hombre de pocas palabras, pero refiriéndose a su hija, haría lo que fuera por su bienestar y felicidad; Mary, su madre, levanta las cejas demostrando así su aprobación.
No somos ciegos, todos vemos lo atractivo que es Jonathan, tía Mary también puede hacerlo.
Papá y Sam llegan a mi lado. —No puedo creerlo, mis dos graduados. Su madre estaría muy orgullosa de ustedes. —Nos aprieta en un cálido abrazo.
Luego de unos segundos nos apartamos y caminamos hasta el estacionamiento, me despido de ellos y me dirijo a mis amigos que están enseguida de la camioneta de Meredith esperándome para ponernos de acuerdo y hacer algo ya que desde que regresamos de Las Vegas no hemos salido como hubiéramos querido.
Me recargo en la camioneta y es cuando me doy cuenta de que todos están callados, el ambiente está tenso y eso me preocupa, los rostros de mis amigos están pintados de impresión a excepción del de Eber y Meredith que parecen estar a punto de romper en llanto.
—¿Qué pasa? —Me acerco a Meredith y por la acción empieza a llorar escondiendo su rostro en el hombro de Eber, él asiente hacia Seth quien traga saliva antes de hablar.
—De esto me acabo de enterar yo también. Meredith estaba... embarazada.
«¿Qué? ¿Estaba?»
De mis labios no sale ni una sola palabra, ni un solo sonido. Hay silencio, incluso Meredith trata de callar sus sollozos, no tiene que hacer eso, no con nosotros. Poso una mano temblorosa en su espalda y ella me abraza al instante.
—Está bien, llora todo lo que quieras. —El estacionamiento ya está vacío, solo estamos nosotros... una camioneta y una noticia que a todos nos ha tomado por sorpresa—. Déjalo salir.
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Exhala con los labios temblando, pero aún así lo logra, consigue sentarse derecha para que todos podamos observarla.
