Elizabeth caminaba a paso rápido por las abarrotadas calles de Londres, esquivando a todas las personas que se interponían en su camino. A su lado, apretando levemente su mano, se encontraba Hiraeth, su hija de tan solo unos 5 años, con temor a perderse entre el barullo de la tarde.
-¿Llegaremos a tiempo?- preguntó la pequeña algo atormentada por la idea de no llegar a tiempo a la tienda dónde solían vender sus helados favoritos, e iban cada viernes sin excepción.
-Claro que lo haremos, esperemos no encontrarnos demasiada gente- respondió la azabache algo insegura ante sus palabras y sin disminuir la velocidad enfocándose en su trayecto.
A unos metros de ellas, se encontraba su destino. Tenían como norma ir cada Viernes después de almorzar, compraban un helado e iban hacia un parque poco transitado, dónde podían relajarse y conversar de cosas que pasaban por sus mentes.
A sus veinticinco años, llevaba bien la experiencia de la maternidad. Todo tuvo sus complicaciones, así como sus subidas y bajadas, pero aprendía según el tiempo transcurría e intentaba estar a la altura de la madre que Hiraeth necesitaba.
Entraron a la tienda, caminando directamente al pasillo siete buscando el dulce aperitivo que ambas deseaban. Rebuscaron entre los estantes ordenados alfabéticamente, hasta darse cuenta de que no había. Elizabeth, pudo notar la desilusión en los ojos de la pelirroja como la mueca que formó en sus finos labios que comúnmente solían emanar una amplia sonrisa seguida de una leve y risueña carcajada proveniente de alguna broma.
-Hiraeth-la llamó y se agachó a su par para poder quedar a su altura- iré a preguntar si quedan algunos- avisó, retirando los anaranjados mechones rebeldes que atravesaban su pálido rostro.-No te muevas, volveré en pocos minutos-
Al observar como la pelirroja asentía en seña de que había captado el mensaje, se incorporó para caminar, trazando todo el recorrido hasta el aparato que los muggles denominaron como "caja registradora". Una mujer, aparentemente unos sesenta años, atendía a los clientes y se ocupaba de esta. Había una cola breve, pero la persona que se encontraba pagando al parecer, no tenía prisa, enfureciendo así tanto a la azabache como a los demás.
Finalmente, minutos después, pudo llegar al principio de la cola, siendo atendida por la mujer mayor.
-Buenas tardes- saludó, lo más educadamente y amable posible- No pude ver helados en el pasillo siete ¿Están agotados?-
La dependienta, le indicó que esperara unos segundos y se encaminó hacia el almacén que se topaba a sus espaldas. Y así fue como pudo conseguir los dos helados, pagando con dinero muggle, denominados "euros", que había cambiado recientemente en Gringots.
A paso más rápido de lo común, se dirigió con helados en mano hacia el pasillo número siete, en busca de Hiraeth. Se alarmó al no verla por ningún lado.
Divisó todos y cada uno de los pasillos, notando como el aire comenzaba a faltarle al no encontrar ninguna pista sobre la pelirroja. Su pecho subía y bajaba aceleradamente debido al sofoco, su mente nublada no se centraba nada más en mirar hacia los alrededores. Salió a las afueras jadeando en busca de aire fresco y mayoritariamente algún indicio de su hija.
A pocos metros de la entrada avistó a la recién perdida, inhaló aire intentando calmarse, pero esto fue nefasto al observar que no se encontraba sola. Parecía que pedía ayuda, buscando a su madre, pues sus ojos estaban hinchados y notoriamente cristalizados. La calma no se apoderó de ella al percatarse de la persona que estaba a su lado, agachado a su altura.
Ese cabello pelirrojo que le traía tantos recuerdos de su pasado que creía haber dejado en el olvido...
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𝖤𝖥𝖨𝖬𝖤𝖱𝖮-𝖥𝗋𝖾𝖽 𝖶𝖾𝖺𝗌𝗅𝖾𝗒
Fanfiction-"Los amores eternos son los más breves" ............... 5 años después de la Guerra, todo el mundo mágico se encuentra en total paz y tranquilidad. La tienda de los gemelos, Sortilegios Weasley resultó ser un éxito. George, se encontraba en una rel...