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Podía notar como los minutos empezaban a pasar y su inquietud comenzó a aumentar. Nerviosa, miró a ambos lados buscando indicios de su madre. "Tal vez pudo salir"-pensó.

Recorrió los pasillos que la llevaban hacia la puerta de salida y pudo confirmar que sus sospechas no eran ciertas. Empezó a agobiarse y estresarse.

¿Pudo su madre, haberla abandonado?- dijo para sus adentros. Un debate comenzó en su mente, optando opciones que evitaran la realidad que la pelirroja pensaba. Sus mejillas comenzaron a humedecerse, notando el líquido que caía de sus ojos. Nublada por la visión, las retiró, secándose con la palma de su mano.

Comenzó a caminar esperanzada de encontrarla, pero no dio poco más de cinco pasos cuando pensaba en la realidad, asustada y entristecida. Divisó un hombre a lo lejos, alto pudo contemplar, su cabello pelirrojo como el suyo se le hizo familiar y con pasos cortos e inseguros se acercó hacia él.

-Hola..- comenzó con voz temblorosa, jugando con sus dedos nerviosa- No encuentro a mi madre por ninguna parte..., me he despistado- cuenta la pequeña y por cada palabra sus ojos volvían a cristalizarse.

El hombre de unos veinticinco años se agachó a la par de la pequeña dispuesto a ayudar, notando su leve nerviosismo acompañado de su inquietud y temor. Al igual que para ella, no pasó por desapercibido su cabello pelirrojo, como el de toda su familia.

-Encontraremos a tu madre, ¿si?- curvó sus labios formando una sonrisa, con esperanzas de calmar a la pequeña- pero necesito que te calmes y me digas tu nombre.-

La pequeña contempló al hombre e hizo lo que le indicó, algo más tranquila por su leve proximidad y afecto.

-Mi nombre es Hiraeth...-reveló intentando estar calmada-

El pelirrojo asintió, escuchándola y pensando en su mente donde había escuchado ese nombre, pues, le recordaba a algo pero no acertaba el qué.

-Hiraeth, ¿Dónde viste a tu madre por última vez?- le preguntó mirándola a los ojos.

La joven se encontraba dispuesta a responderle cuándo alguien gritó su nombre. Se giró, dándole la espalda al hombre y viendo a su madre saliendo de la tienda para correr hacia ella.

La azabache sin dudarlo rodeó a su hija en un fuerte y reconfortante abrazo sin ni siquiera preocuparse del hombre que aún yacía a su lado.

-Cariño, me has asustado muchísimo- dijo aún sin soltarla, aliviada de encontrarla.

-Lo siento.., no debí irme- comenzó y su madre pudo distinguir como sus ojos amenazaban con volver a llenarse de lágrimas- me asusté mucho-

-Tranquila.., ya estas conmigo- besó su frente en un alivio de tranquilizarla.

Se alzó para ver al pelirrojo que acompañaba a su hija, inmediatamente lo comprobó, recordaría ese cabello en cualquier lugar.

-George- murmuró

-Elizabeth, cuanto tiempo-

-Elizabeth, cuanto tiempo-

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𝖤𝖥𝖨𝖬𝖤𝖱𝖮-𝖥𝗋𝖾𝖽 𝖶𝖾𝖺𝗌𝗅𝖾𝗒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora