La tarde transcurría normalmente como siempre, Oliver enseñándole algunos nuevos objetos de quiditch nuevos que le proporcionaron en su equipo, para que Hiraeth los pudiera ver. Mientras que Elizabeth se encontraba sumergida en su lectura sentada en un sillón del apartamento.
—Mamá—llamó la pequeña en el momento que dejó de prestarle atención a Oliver— ¿Quién era el hombre que nos encontramos el viernes en la tienda?.—
Elizabeth apartó la mirada de su libro, mirando alternativamente a Oliver y su hija. El primero se acomodó en el sofá incomodo, prestandole atención a la conversación.
—Oh, un antiguo amigo de Hogwarts— respondió lo primero que se le ocurrió, sin darle gran importancia.
La pequeña, no complacida con la respuesta de su madre miró con sus grandes, y profundos ojos café, una simple mirada y obtenía lo que quería.
"Iguales que los de su padre"— pensaba mucho la mujer. Eran tan parecidos que le solía doler al verla y recordar a su padre.
Nunca podría explicar lo que sintió por Fred, lo amaba tanto que era imposible entenderlo. Y hasta el día que la dejó creía que el sentimiento era mutuo.
—¿Lo conocías?—cuestionó acercandose a Oliver.—
—Sí, si lo hacía—hizo una pausa pensando si debía contarle que tenía un gemelo, pero le restó importancia.— Él era bateador del equipo que capitaneaba en Hogwarts, demasiado bueno a decir verdad.—
La pequeña iba a abrir la boca para volver a preguntar, probablemente algo relacionado con los años de su madre y Oliver en Hogwarts cosa que incomodaba a la primera al ser casi todos sus recuerdos compartidos con el Weasley, hasta que la interrumpió la voz de Oliver.
—Bueno, basta de preguntas ¿Qué me dices de un helado?— Cuestionó con una sonrisa, aliviando así a la mujer.
●●●
El hombre había llegado de su jornada de trabajo hacía unos minutos, no tuvo la oportunidad de cruzar palabra con su mujer pues decidió darse una ducha y cambiarse de ropa.
Al salir de esta con una nueva muda de ropa puesta, vió a Angelina sentada en el sofá de la sala de estar. Algo le decía que las cosas andaban mal. Jugaba con su anillo, señal de que se encontraba nerviosa. Tenía la mirada gacha, perdida en sus pensamientos probablemente. Cosas que preocuparon al pelirrojo.
—¿Angie?—la llamó viéndola extrañado mientras se secaba el pelo con la toalla que traía en la mano.
La camiseta gris que tenía estaba mojada por algunas gotas de agua que se quedaron impregnadas en ella, el olor a colonia que desprendía el hombre sumado a su atractivo rostro y al movimiento que hacía con su pelo fascinaron a Angelina. Pero debía concentrarse, y comunicarle su noticia.
—Debemos hablar— comenzó, atreviéndose a mirarlo a los ojos, el pelirrojo tomó asiento a su lado prestandole suma atención a su esposa.— Siento mi actitud de ayer.., sé que no fue la adecuada. Pensé durante toda la noche y también quiero ayudar y volver a ver a Elizabeth.—
Las palabras de su mujer lo sorprendieron por completo, al no esperarse su respuesta para nada.
—Angie.., no tienes porqué disculparte—comenzó agarrando sus manos y acariciandolas con su pulgar.
—No he terminado—lo interrumpió— hablemos con ella y ofrezcámosle la oportunidad. Quiero que ejerzas de su padre, un buen padre. Cumplirás con la responsabilidad y harás que la niña sea feliz a tu lado. ¿Entendido?—alzó una ceja cuestionando a su marido.—
La emoción y efusión del momento hizo que agarra sus mejillas y la besara dulcemente sin que ella se lo esperara.
—Entendido— dijo al separarse del beso con una amplia sonrisa.
Su mujer le sonreía, sin darse cuenta de los problemas que abarcaría en un futuro al haber aceptado.
●●●
Cruzó la puerta de la casa que compartía con la chica, para entrar en ella. No se encontraba para nada bien, su cabeza le atormentaba, a veces le recordaba a las noches que pasó ebrio en su juventud y comparaba el dolor con las resacas del día siguiente. Pero no, era mucho peor.
Desde su accidente en la guerra solía tener dolores de cabeza habituales, así como mareos y malestar en el cuerpo. Tampoco podía cargar con emociones fuertes, incluyendo noticias o conversaciones que lo estresaran. Según los médicos era totalmente normal, "secuelas" de su accidente con las que debía cargar y necesitaba tomar una poción diaria para que no empeoraran, al no poder ni mucho menos mejorarla.
La platica que tuvo con su hermano ni mucho menos ayudó, hizo que se estresara y frustrase, su cabeza empezó a empeorar. Lo único que imploraba era llegar ya a su casa y descansar junto a su novia.
—¿Qué tal el día de hoy cariño?— se escuchó la voz de la chica desde la sala, quién inmediatamente se levantó para recibir al chico.
—Normal, como siempre— murmuró quitándose la chaqueta y colgándola en el perchero. No mencionó la plática con su hermano al no querer preocuparla-—la cabeza me está matando—
—Me imagino— hizo una mueca y empezó a deshacer el nudo de su corbata-—¿Por qué no vas a tomarte una ducha y así te relajas?. Iré preparando tu medicación para que te sientas mejor ¿si?.—
El hombre asintió y dejo un corto beso en los labios de la chica, no sin antes murmurar un "está bien" e ir a acatar sus ordenes.
La mujer se dirijió a la cocina, en un vaso hechó como cada dia la poción amortentia que tenía siempre preparada con antelación. La mezcló junto los analgésicos que debía tomar para que el dolor le disminuyera algo en ese momento.
El pelirrojo salió de la ducha, se colocó su pijama que consistía en un pantalón rojo junto a una camiseta lisa de color gris.
Jessica lo esperaba en el sofá del salón y él fue a sentarse junto a ella.
—Aquí tienes cariño—dijo extendiendole el vaso.— Esperemos que te alivie algo..—
El Weasley la tomó sin más, formulando una mueca de asco con sus labios. Nunca sabía bien, pero era preferible tomarla y estar aliviado.
—Gracias Jess—le sonrió y rodeó sus hombros con sus brazos atrayendola a su pecho.—
—Sabes que no debes de agradecer eso cariño.— respondió con una amplia sonrisa en su rostro mientras se acomodaba en su pecho y lo abrazaba.
—Claro que lo hago y seguiré haciendo—besó su cabeza tiernamente— Te debo mucho.—
ESTÁS LEYENDO
𝖤𝖥𝖨𝖬𝖤𝖱𝖮-𝖥𝗋𝖾𝖽 𝖶𝖾𝖺𝗌𝗅𝖾𝗒
Fanfiction-"Los amores eternos son los más breves" ............... 5 años después de la Guerra, todo el mundo mágico se encuentra en total paz y tranquilidad. La tienda de los gemelos, Sortilegios Weasley resultó ser un éxito. George, se encontraba en una rel...