Caprichos Serokiri.

1. Soplido mañanero.

Datos:
- quirks ;; soft.
- mayores de edad.

Kirishima ha intentado no despertar a su pareja por las mañanas incontables veces y ha fracasado en ello varias más.

Y este es un hecho que lo apena demasiado. Lleva tratando desde que comenzaron a compartir cama a sus veinte (que ahora, son veinticinco) años. Lo intenta con tanta dedicación y fuerza que, quizás, ese acaba siendo el verdadero problema.

Es muy incómodo escuchar a su chico despabilar por él antes de lo que debería.

Incluso hasta dormido siente despertarlo, por ser inquieto e inmenso al dormitar. Su sueño es pesado y tiene algunos ronquidos de mala posición, es un desastre. Un lío andante que, en el desayuno, debe contemplar a su novio con algunas ojeras bajo los ojos y le entristece pensar que el culpable de ellas es él.

Porque Eijirō siempre ha intentado no despertar a Sero por las mañanas, por las noches, o cuando sea; pero al ser un manojo robusto, llamativo y ruidoso le era imposible no hacerlo por error.

Hanta es más sutil, más alargado y oscuro, como una araña. Y envidia esa habilidad.

—¿Dónde vas?

Es gracioso como los papeles se han invertido en esta ocasión, con el azabache despertando a su pareja y este, desorientado, tratando de retenerlo.

Ha sido, principalmente, porque la alarma sonó demasiado fuerte y las cosas de su mesita de luz se han caído, pero...

—Buenos días —Sero saluda quedito, adormilado, sentado en la cama y mirando a un punto imaginario. Pensando en sí valdría la pena levantar esas cosas o no—. Hoy tengo una misión importante, ¿no te lo dije?

—Sí, bueno... Buenos días —responde al saludo, desperezando. No siente que pueda volver a dormir y eso es estresante porque, sin mirar el reloj, sabe que le quedan varias horas para ir al trabajo.

Así que bufa, cansado. Y vuelve hablar con voz mañanera.

—Así es como te debes sentir todos los días eh... Lo siento tanto.

Sero voltea, extrañado. Había estado revisando su celular todo este tiempo.

—Nah, no es-...

—Debe ser molesto tener a un novio tan pesado como yo —Dramatiza.

—Eijirō, no, aish.

El más alto vuelve a subirse al colchón, gateando. Deberían comprar uno más grande, podrían. Pero no quiere. Le gusta la cercanía con el pelirrojo, poder sentir su calor y saber que no está solo.

—El problema nunca fue que me despiertes temprano —confiesa, acariciando la mejilla contraria—. El problema es que luego no quiero dejarte ir...

Hanta besa su frente y Kirishima resopla, cierra sus ojos entendiendo el maldito inconveniente. Es caprichoso. Y ahora, añora volver a despertar junto a su novio.