CAPÍTULO VEINTE

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León

En la noche...

Los chicos se fueron hacer lo que acordamos y yo me quedé a esperar a Ana. He decidido hacer las cosas bien, nunca he pedido a Ana que sea mi novia como corresponde, solo nos pusimos esta etiqueta.

Escucho que se abre la puerta principal lo cual hace que sonría.

Mi novia había llegado del hospital.

— Me iré a bañar — informa gritando, solo me limito a cocinar.

Estoy preparando su comida favorita espagueti con salsa blanca, espero que le guste porque lo hice con tanto amor. Mis amigos dejaron la casa para nosotros dos.

— ¿Qué preparas? — pregunta de la nada mi novia haciéndome sobresaltar de mi lugar de trabajo, ella ríe a carcajadas por mi reacción, la fulmino con mi mirada y se calla.

¿Por qué siempre me asusta así?

— Lo siento — dice apenada mientras se aproxima y me abraza.

— Estaba preparando tu comida favorita pero ahora que no te daré nada — explico y me hago del enojado, miro hacia otro lado.

— Perdóname — dice siguiéndome el juego y río de lado.

— Dame un beso y te perdono — expreso con burla, así lo hace, me da un beso en la mejilla trato de protestar, pero ella se adelanta.

— No me dijiste en que parte querías tu beso — se excusa encogiéndose los hombros.

— Quería en los labios, cariño — murmuro y ella hace que no me escucha.

— Quiero probar tu comida — dice como una niña pequeña y rio mientras niego varias veces con la cabeza.

Minutos más tarde...

La cena está lista. Mi novia está sentada esperándome en la mesa, sé que está impaciente por probar mi deliciosa comida. Sirvo la cena en cada plato y con mucho cuidado me encamino hasta el comedor.

— Te ayudo, ¿mesero? — pregunta bromeando cuando me ve llegar hasta ella, niego con la cabeza concentrado, pongo el primer plato en la mesa y luego el otro. Me siento frente a ella y sonrío como un tonto, hago una seña para que pruebe y lo hace, abre los ojos asombrada.

— Esto esta delicioso — dice con una sonrisa comienza a comer todo de una vez.

— Tranquilo cariño, te puedes atragantar — comento riendo. Ella me mira con los ojos brillosos.

— Te amo León — confiesa de la nada. Ella agarra mi mano y entrelaza nuestras manos.

Carajo, mi corazón late muy fuerte.

— Te amo Ana — contesto, ella se para y se pone al lado mío, se aproxima a mi para besar mis labios, el beso se intensifica cada vez más, nos paramos de la mesa. Nuestras respiraciones están aceleradas y

— ¿Habitación? — pregunta con la respiración agitada cuando nos separamos por la falta de aliento.

— Habitación — afirmo, nos acercamos de nuevo, pero sin esta vez dejar de besarnos, nos encaminamos hasta nuestro destino, al llegar, cierro la puerta con llave para que nadie nos moleste.

Me doy la vuelta y encuentro a mi mujer solamente con su ropa interior, no puedo esperar a que sea mía, me acerco a ella, besos de nuevo sus increíbles labios, nos vamos a la cama, ella se separa al notar que estoy todavía con ropa frunce su ceño.

— Esto estorba — dice mi mujer y me hace una seña para que me quite la remera enseguida la obedezco, besos de nuevo sus adictos labios mientras me quito mis pantalones, ella abre más sus piernas para que pueda estar entre ellas, con una de las manos juego con sus pechos y con el otro bajo hasta su intimidad, meto mis dedos dentro de ella y la escucho gemir.

— León — gime mi nombre cuando intensifico las embestidas de mis dedos en su interior cuando noto que está lista, bajo mis boxes y me coloco de nuevo entre sus piernas, despacio comienzo a entrar en su interior, nos miramos los dos cuando siento que estoy completamente dentro de ella comienzo a penetrarla despacio para que se acostumbre a mí.

— Leo, dame más — gime intensifico las embestidas por orden de ella, escucho mi nombre muchas veces hasta que llegamos al clímax.

— Me encantas, te amo León — dice ella tratando de controlar su respiración.

— También te amo Ana, pero todavía no termina esto, pequeña. Es hora del segundo round — murmuro en su oído, cuando me separo de ella, la pongo en cuatro, me agacho para lamer su parte intima por unos segundos, me pongo de nuevo en posición y entro de nuevo en su cuerpo, abre los ojos asombrada, maldice y sonrío.

— Te espera una gran noche, novia — susurro en su oído mientras la embisto varias veces sin salir de ella.

Nunca me cansaré de esta mujer, carajo. Ana Mojica es mía ahora y no la soltaré jamás.

El Heredero Perdido (# 2 PM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora