Durante el curso anterior, mi vida se convirtió en una horrible tortura, y debido a la edad que tenía, no dije nada de lo que me estaba ocurriendo en clase, a mis padres ya que tenía miedo de que al hablar con mi profesora, ella les hiciera algo.
Gracias a dios pasé de curso y no volví a verla en lo que quedaba de cursos, debido a que la directora la expulsó. ¡Ya estaba en 3º! Me alegré mucho de no ver más al que era el demonio de segundo, pero la cosa no acababa ahí. Estaba el caso de Lucía. Ella, como dije antes, decía ser mi amiga. Es más, ella decía ser mi mejor amiga. Pero algo me decía que no era del todo cierto. Toda mi clase, de podía decir que estaba unida. Aunque un poco distante. Lo que traería consecuencias en un futuro.
-¿Qué te has traído de desayuno?-¿quién preguntó eso? Lucía.
-Galletas y un zumo de piña y uva.-me encantaba ese zumo.
-Dame-dijo mi amiga.
-Mmm..es que.. vaalee......toma-terminé por decir, tras dudar un poco.
-¡¡Que poco!!
-Es que el resto es para mí.-añadí yo.
-Pues no, yo también quiero..
Esas eran las conversaciones que teníamos Lucía y yo en el patio. Solía ser muy borde. Demasiado borde. Y siempre tenía que ser lo que ella dijese. Si no..no pasaba nada. Era lo más impresionante.