Capítulo 10

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LUZ DE MAÑANA

Cuando despierto siento un brazo rodeándome, abro los ojos de a poco solo para darme cuenta de donde estoy. En una habitación completamente diferente. Había una ventana más o menos grande de frente, en la ventana se podía apreciar el lago. Wow, yo encantada de despertar todas las mañana así. Hace sol y escucho el canto de ciertos pajaritos. Se siente demasiada paz aquí, alejados del mundo.

Veo a Elder a la par mía completamente dormido. Quito su brazo de mi cintura y me pongo de pie. Tomo mi celular y veo la hora. Son las nueve de la mañana. La primera clase estaba por empezar.

—Elder —lo removí— Elder tenemos que irnos —como no se inmutaba lo removí más fuerte hasta que gruñó.

—¿Qué? —se voltea.

—Tenemos que regresar, es tarde. —me puse mis botas y amarré mi cabello en un moño alto.

Tengo ganas de hacer pis.

—¡Levantate! —exclamé, tirándole una almohada.—Iré al baño y cuando vuelva te quiero encontrar listo ya, ¿okay? —me dirigí al baño, me bajé mis bragas, me levante la falda y me senté en el retrete.

Hice una mueca de alivio cuando el líquido salía de mi.

En eso, Elder abre la puerta y entra tan campante.

—¿¡Qué haces?! —entré en pánico— ¡Salte!

—Cepillaré mis dientes, tranquilízate —toma un cepillo de dientes y le echa pasta dental.

Subo mis bragas y bajo mi falda.

—¿No te enseñaron a tocar? —le inquiero mientras bajo la palanca.

—No tienes nada que no haya visto ya —me molesta. Genial, el Elder insoportable había regresado.

—Te espero abajo —salí del baño.

—Me tardaré un poco —me dice. Rodé los ojos mientras salgo de la habitación. El Elder de ayer era demasiado dice diferente al Elder de hoy. No sé qué le pasa pero cambia conforme los días. Cuando bajo las escaleras recuerdo el susto que pasamos ayer. Solo espero que no tenga que volver a pasar por algo así otra vez. Me pongo en la puerta a esperarlo. Llegaría tarde a clases.

Minutos después Elder baja, lleva otro uniforme, es decir, es el mismo solo que limpio, a diferencia del mío que está arrugado. Y era obvio, él se quedaba aquí a veces.

—Listo, ¿contenta? Ya nos vamos al fin —abre la puerta y sale.

—Así es, lo estoy, estoy muy contenta —mentí. No lo estaba, me sentía de malhumor y tenía mucha hambre ya.

Cuando llegamos al coche nos montamos. Elder lo enciende y arranca.

Suspiré profundo.

—¿Cómo dormiste? —me pregunta.

Le doy una mirada rápida.

—Bien ¿y tu?

—No me puedo quejar —responde mientras se pone unos lentes de sol.

Internado de lobos ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora