LA VÍCTIMA
—¡La mataste! ¡La mataste! —me gritaba la chica.
—No, espera —me quise acercar, pero como instinto ella retrocedió. Me tenía miedo, era obvio. Y es que esto para mí no se veía nada bien.
Maldita sea.
—¡Eres una asesina!
Dios, esas palabras dolieron. Pero no me afectarían porque no había hecho nada. Todo había sido una confusión. Una trampa. ¿Quién mierdas me pudo haber hecho esto?
—Escúchame, vine aquí y encontré esto —dejé caer el martillo para que viera que estaba desarmada. Pero la chica seguía retrocediendo hasta que su espalda chocó con un arbusto.
—Llamaré a la policía —dice, sacando su teléfono celular.
—No, no hagas eso —le rogué. Estaba segura de que había una explicación para todo esto. Pero como dije, no se veía bien para mi. En primera, estaba usando la ropa de la víctima y había tocado el arma homicida también: el martillo.
—Llamaré a la policía —repite ella llevándose el celular a la oreja.
Genial, ahora terminaría en la cárcel.
—Espera, yo... —pero algo pasó: en un abrir y cerrar de ojos un lobo negro y enorme sale de detrás de los arbustos y muerde a la chica justo en el cuello. La chica grita mientras se desangra e intenta pegarle al enorme animal. Me caigo de espaldas, alejandome y viendo la escena.
—¡Ayúdame! —gritaba— ¡ayúdame, por favor! —pero fue inútil porque el lobo mordió más fuerte y la lanzó lejos. La chica cayó con sus ojos abiertos. Y me miraban.
¿Estaba muerta?
Sollocé, las lágrimas caían sobre mis mejillas. Cuando mi espalda chocó contra el baúl me detuve. Ahora el lobo tenía su hocico lleno de sangre. Recordé el día de la fiesta: era el mismo. Sabía que no podía ser una broma. Sabía que no eran máscaras. Era él. Tomé el martillo en cuanto vi que se acercaba. Me gruñó fuerte, un gruñido que me hizo cerrar mis ojos porque pensaba que esta vez sí sería mi fin.
El lobo me mordió, pero no mi piel, sino la camisa, la desgarró por completo quedándome solo en mi brazier. E hizo lo mismo con la falda. Yo estaba sin moverme y hasta casi sin respirar. Necesitaba hacer algo, necesitaba salir de aquí. Necesitaba defenderme.
Apreté el martillo y respiré profundo. 1,2, 3; golpeé al lobo en la cabeza con el martillo haciendo que éste se quitara de encima de mi y gimiera de dolor. Me puse de pie de inmediato y salí corriendo sin ver atrás. Me tropecé a solo unos metros pero pude reincorporarme para seguir corriendo. Mi corazón estaba demasiado acelerado que estaba segura de escuchar mis propios latidos. Aún llevaba el martillo en la mano. Mi ropa estaba desgarrada y había dejado mis cosas y mis huellas en la escena del crimen. Pero ni siquiera iría a la cárcel si ese lobo me atrapada.
Cuando me detuve para descansar un poco porque no podía más, no se escuchaba nada a los alrededores, no se escuchaba ni el canto de los pajaritos y sabía que eso era malo. Eso era muy malo. ¿A qué hora me metí en esto? Me escondí en unos arbustos cuando escuché pisadas. Aferré el martillo a mi pecho por cualquier cosa. Lo bueno es que era pequeña y cabía en cualquier parte. Estaba segura de que estaba empapada en sudor, sucia, rasguñada y con el rímel corrido por mi cara. Dejo de respirar cuando el lobo aparece. Olfatea el suelo, buscándome. Es enorme. Su pelaje es negro y brillante. Sus ojos ahora son amarillos, no negros como la otra vez. Su hocico sigue con sangre.
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Internado de lobos ✔️
Loup-garouAmara busca huir de un pasado que no eligió para poder tener algo de paz, sin embargo, al llegar al famoso internado en Estados Unidos su vida cambia. Uno: No tendrá paz. Dos: empezará a experimentar cosas sobrenaturales junto a sus nuevos compañe...