Capítulo 56

4.3K 332 124
                                    


Benjamín

- Respira, cariño, respira.

-Lo estoy intentando, nena.

Dios. Me dará un infarto.

-Ben, te estás hiperventilando.

-No, nena. Tú mejor respira hondo y relájate.

Trato de sonreírle a mi nena. Ella intenta tranquilazarme, pero las paredes blancas de la jodida habitación dan vueltas.

No, otro vez no.

Una gota de sudor cae lentamente por mi frente, mi respiración se agita  y me aferro muy fuerte a la mano de mi esposa. Cierro los ojos intentando no desmayarme. El grito de Ana me hace regresar de golpe al presente.

No soporto ver a mi nena adolorida.

-Tranquilo es solo otra contracción.-dice el idiota del doctor Keller entrando a la habitación.

Él es el ginecólogo de turno ya que la doctora Remigton no aparece por ningún lado. Y este idiota no le deja de sonreír a mi nena. Me exaspera.

-Ya lo sé.-digo con voz gélida.

-Relájese.-me dice muy despreocupado y vuelve a dedicarle a mi esposa una de esas sonrisas perfectas de comercial de pasta dental.

Idiota.

-Relajarme no es uno de mis fuertes.-siseo.

-Mi amor, cálmate. Tus manos no dejan de temblar y estás sudando frió.

-Estoy bien, Anastasia.

-Puedo chequear su presión arterial.-habla Keller.

-No.-digo rotundamente.

-¿Seguro?

-Sí.

Ana pone los ojos en blanco lo que hace enojarme mucho más. Estoy jodidamente bien.  Quizá un poco asustado y nervioso. No es nada que no pueda controlar.

-Esta bien.-dice Keller levantando las manos como en son de paz.

-¿Y la doctora?-pregunto.

-Esta atendiendo otro parto. La situación se complicó.

Lo que me faltaba.

Ana se vuelve a quejar por otra contracción y presiona mi mano con todas sus fuerzas. A este paso me cortará la circulación está mujer. No me quejo por eso, únicamente me concentro en darle mi apoyo. Keller vuelve a hablar y yo ni siquiera le prestó la mínima atención. En este momento tengo otras preocupaciones cómo para ponerle importancia a él.

Respiró con tranquilidad cuando el dolor ha pasado y ella se relaja un poco. Solo quiero que nuestros bebés estén bien y que ella deje de tener dolor.

-Ben, necesito que tomes un poco de aire. Estás pálido.

-Nena, esta es mi primera vez. Solo estoy nervioso.

Ella comprende al fin mi estado y me sonríe dándome tranquilidad.

-¿Llamaste a Álex?

-Lo había olvidado.

Después de todo no es mala idea salir de la habitación. Se me había olvidado por completo informarle a Álex.

-Ve. No me moveré de aquí.

-No tardo.

Salgo de la habitación y sigo por el pasillo que da a la sala de espera. Papá es el primero en verme y corre hasta donde estoy.

Amanecer Contigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora