Capítulo 21

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Anastasia

-¡No! ¡No! ¡No!

-Anastasia, despierta. Es sólo una pesadilla.-escucho la voz afligida de mi esposo.

Abro mis ojos con brusquedad y cuando lo veo con un gesto asustado los recuerdos de esa pesadilla se hacen presente en mi mente.

Ese es nuestro futuro si Christian ya no está con nosotros y yo no quiero una vida sin él. El miedo me invade y me vuelvo presa del pánico, me levanto de la cama y me hago un ovillo en un rincón de la habitación sollozando como una niña pequeña.

-Ana, por favor háblame. Me estás asustando.-suplica, levanté mi rostro solo un poco y vi como luchaba para encender la lámpara de noche, luego inclinó la cama hasta quedar sentado y me vio con sus ojos llenos de tristeza. Baje mi rostro y seguí llorando.

No podía verlo a la cara después de que me expresará sus deseos hace una semana. Él no era cualquier cosa como para que yo fácilmente acepte a renunciar.

-No me apartes por favor, habla.

-No puedo. No quiero.

-Nena, sabes que no puedo llegar hasta donde estás.

Estaba siendo injusta por alejarme al saber que él no podía levantarse de la cama solo, pero él lo era aún más al querer acabar con su vida. Enterré mi cara entre mis piernas deseando desaparecer de este lugar y así evitar este sufrimiento.

Quería irme y así evitar ver como su vida se esfumaba de mis manos. Escucho un golpe muy fuerte, pero no me atreví  a ver qué era en vez de eso dejé que mis lágrimas siguieran saliendo a borbotones.

Escuché la respiración entrecortada de Christian y me asusté, cuando levante mi rostro su mano completamente fría tocó mi rodilla. Me quedé en shock al ver lo que le provoque a hacer, se había lanzado de la cama y arrastrado hasta donde yo me encontraba. Me sentí culpable al verlo de esa manera.

Solo con la fuerza de su brazo derecho se arrastró un poco más y dejó caer su cabeza en mi piernas, estaba sudando helado del esfuerzo y con su respiración entrecortada. Me apresure a darle vuelta y tire con fuerza de él para recostarlo sobre mi pecho. Lo abracé por detrás y pase mi mano acariciando su pecho para que se tranquilizara. Estaba cansado, agitado y muy asustado.

-Perdóname no debí portarme así. Pudiste lastimarte al hacer esto.-dije llorando y él permaneció en silencio mientras su cuerpo temblaba.

Temí en ese momento que estuviera convulsionando, pero él con su mano temblorosa tomo la mía y se la llevó a los labios depositando un tierno beso.

-Tu no tienes... porque disculparte...yo soy el único culpable de que estés así.-dijo casi arrastrando las palabras.

-No lo hagas, por favor.-le rogué.

-Solo te hago llorar y ya no puedo.

-Podemos luchar juntos como las otras veces.

-Solo mírame como estoy. Ana, ya casi no siento mi brazo izquierdo.-dijo con voz ahogada.

Los médicos ya nos lo habían dicho y desgraciadamente paso. Pensamos que no llegaría el día en que eso sucediera, pero ponerse de pie aquel día y sostener mucho de su peso en ese brazo aceleró el daño.

-Podremos con esto.- dije tomando su brazo y poniéndolo encima de su abdomen.

-¿Cómo?

-Siempre encontramos la manera.-me incorpore y lo deje recostado en la pared, fui por la silla de ruedas y la acerqué hasta donde él estaba.

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