Capítulo 18

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Maratón 1/3

Christian

-Cuídate mucho, mi muchacho. Pronto estaré de vuelta.

-Gracias abuelo, ustedes también cuídense.

Me despido de él con un fuerte apretón de manos, y luego voy con mi abuela.

-No quisiera irme, pero tenemos que regresar. Sabes que te quiero mucho.-dice con ternura acariciando mi mejilla.

-Yo también y ya sabes que cuando quieran venir solo llámame y te mando el avión.

-Espero que podamos muy pronto.

Le doy un beso en cada mejilla y entran al aeropuerto, Ana se termina de despedir de Carla y Bob, yo hago lo mismo y luego nos quedamos hasta que los cuatro se desaparecen entre toda la gente.

-Es hora de irnos.

Conduzco de regreso a casa, Ana se mira un poco distraída viendo el trayecto por la ventana, siempre se pone así en las despedidas. Tal vez para la próxima me anime a que seamos nosotros los que viajemos.

-¿Podemos desayunar afuera?-pregunta con timidez.

-Si, está bien.

Ella me indica el lugar, al llegar es un pequeño restaurante. Al entrar no hay mucha gente solo una pareja de adolescentes y un par de ancianas tomando café, así que me siento un poco más cómodo.

Nos acomodamos en la mesa y un mesero nos lleva la carta, Ana pide un omelet con queso y pimientos, café y tostadas. Yo opto por los huevos revueltos, tocino y jugo de naranja.

En lo que esperamos nuestra comida tomó la mano de Ana, quiero saber porque esta tan triste.

-¿Pasa algo que deba saber?

-No te preocupes, ya sabes cómo me pongo con la despedidas.-Dice cambiando su estado de ánimo.

-¿Segura?

-Muy segura.-dice sonriendo.

-Estuve pensando que quizás el próximo mes viajáramos a Cornualles, se acerca el aniversario de los abuelos y seria un bueno que lo celebráramos con ellos.

-Me gusta la idea, pero ¿Y el hotel?

-Puedo aguantar una semana sin las comodidades de nuestra casa. Tendríamos que intentarlo.

Se queda un poco pensativa, en eso llega nuestra comida, empiezo a comer hasta que ella se decida a hablar.

-Yo se que puedes aguantar a dejar las comodidades, pero necesitas las adaptaciones. En Cornualles es época de mucho frió y no quiero pesques un resfriado. 

-Toda Europa esta así, aquí está lloviendo casi todas las noches.

-Tienes razón, es ese caso entonces tendría que pedir permiso en la escuela de los niños e informar que no daré clases una semana.

-Organicémonos y vemos como nos va.-ella sonríe por nuestros planes de salir de Suiza.

El desayuno iba de maravilla hasta que el par de ancianas empezaron a murmurar cosas como: “pobrecita chica”  “tan guapo y en ese estado”  y “también debe ser muy difícil vivir así” pero el que me colmo la paciencia fue “es un una lástima para ambos”

Apreté el tenedor con fuerza tratando de contener la ira que emanaba en ese momento de mí ser.

Mierda.

No soy el único que pasa por esta situación como para que siempre digan esas cosas. No entiendo porque la gente no aprende a ver su propia vida y dejar de entrometerse en la de los demás.

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