EL PROFETA QUE DESOLÓ LA CIUDAD DE IBON

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EL PROFETA QUE DESOLÓ LA CIUDAD DE IBON

Hubo incontables historias sobre lo que sucedió en la ciudad del Ibon, numerosos escritores han dado su versión al respecto, también, los poetas del círculo del ocaso expresaron su opinión mediante versos y sonetos e inclusive los mismos monjes que adoran a Adarnek tienen su propia versión de la historia. Hemos de admitir que en cada una de las versiones expuestas hay varios conceptos en común que se solo se diferencian por minúsculos matices, pequeños detalles que pueden cambiar por completo el significado de la historia, como pasar de lo sano a lo insano, de lo agradable a lo terrorífico. Escuché una vez en una taberna la versión más sobrecogedora de lo sucedido por boca de un superviviente de la misma ciudad, este, era un hombre de escasos recursos, con toques de desesperación, de posible locura mal curada y sumergido en esa energía extraña que rodea a un hombre que ha vivido una situación que no debería haber vivido. Él me decía que todo empezó con la llegada de un profeta, que predicaba la palabra de su señor Adarnek, dios que representaba la destrucción y el dolor. El profeta vestía ropas mugrosas, destrozadas aparentemente por el paso del tiempo. Toda la ciudad escuchaba lo que tenía que contar este enviado de dios, aunque, no creían en las palabras que expresaba, con el tiempo se convirtió en un loco, hasta que llegó el día en el que el rey le llamaba. Nuestro rey jamás creyó en una sola de las palabras que el profeta expresaba y por blasfemar en el nombre de nuestro dios, Shul-Agal, lo mandó ejecutar de la manera más deshonrosa que conocía la ciudad. Primero le hicieron numerosos cortes por todo el cuerpo, después le arrastraron con caballos por las afueras de la ciudad, haciendo que su piel se levantara por la tierra, de seguido le apalearon hasta amoratarle y por último le clavaron de pies y manos en un mástil dejándole expuesto a la vista de todos durante varios días haciendo, que el cuerpo fuera el alimento de algunas aves necrófagas que le picoteaban. Pero toda esta tortura no transcurrió en silencio, el profeta, antes de su último aliento dijo lo siguiente: ''Pueblo de Ibon, os será multiplicado por mil la muerte que hoy me estáis brindando a mi'' El pueblo se mofó ante sus palabras, lo tomaron como si fuera la pataleta de un lunático, contaban que solo decía necedades... sin saber lo que iba a suceder desde ese momento en adelante. Esa misma noche, en la que murió el profeta, cayó una gran nevada que sepultaría los campos de cultivo durante días sin dejara que penetre la luz del sol y ello destrozó las cosechas cuando estas estaban en temporada de siembra. El rey no daba crédito ante semejantes noticias, se enfureció en demasía, aunque no lo quiso relacionar con la muerte del profeta en su interior temía algún tipo de maldición o una clase de ira de dios. Pocos días transcurrieron cuando el mensajero real hizo llegar a los oídos del mismísimo rey que las aguas potables de la ciudad se habían transformado en un extraño líquido purpúreo venenoso y que cientos de ciudadanos habían muerto a causa del brebaje. El rey, aunque estuviera impresionado, siguió ignorando las señales, haciendo caso omiso a las nuevas advertencias. Pero la cosa empeoró considerablemente cuando todos los animales de la ciudad aparecieron decapitados a la mañana siguiente. El rey ya despertó de su inexorable negación y admitió por fin, de que se trataba de la ira de Adarnek y asustado por si volviera a suceder una nueva plaga, decidió erigir templos en el nombre de aquél dios, también erigió estatuas echas de ónice y maravillas arquitectónicas que parecían imposibles de construir por las manos humanas. Pero el pueblo, se negó con rotundidad a rendirle culto a un dios despiadado y deleznable, decían que mantendrían sus antiguas creencias. El rey pensó y pensó y tomó medidas ante la opinión del pueblo. Decidió sentenciar a muerte a todas las personas que se negaran a creer en Adarnek. Entonces, corrió la sangre por las calles de Ibon, inundando el aire con gritos y con miedo, algunos intentaron escapar de la ciudad pero muy pocos lo consiguieron, además dicen que, las personas que lograron escapar acabaron enloqueciendo con el tiempo por extrañas visiones que venían a sus mentes, o eso es lo que relatan algunas leyendas urbanas. Pero, esta aniquilación de infieles no fue suficiente. Cuando el rey despertó una mañana, creyendo que todo había llegado a su fin corrió las cortinas de sus aposentos y pudo ver a todos sus súbditos muertos por las calles sin ningún tipo de explicación, este entró en un pánico creciente y decidió salir a los salones de su palacio, donde allí vio a toda la familia real, a todos los guardianes, cocineros y consejeros tendidos en el suelo. Comenzó a hiperventilar por el macabro escenario que estaba presenciando. De pronto, en un atisbo de lucidez salió corriendo en dirección al templo de Adarnek que erigió antaño, observando que las calles habían sido regadas por la muerte. Cuando el rey abrió las puertas del templo vio a un hombre arrodillado sobre una pila de cadáveres mientras rezaba al ídolo de Adarnek. El rey corrió para hablar con él, pero, para su sorpresa el rostro que vio era el del profeta que había regresado de entre los muertos ''Pueblo de Ibon, os será multiplicado por mil la muerte que hoy me estáis brindando a mi'' Repitió aquellas palabras delante de su majestad. De seguido el enviado de dios se puso en pie, se arrancó la piel del rostro con sus propias manos y descubrió bajo su piel el rostro de un reptil escamoso, era la cara del mismo Adarnek. El rey calló infartado al suelo perdiendo la vida por el terror de lo vivido. Días después, un batallón hizo presencia en la ciudad de Ibon viendo el macabro espectáculo sin dar crédito de lo ocurrido. Dieron sepultura al pueblo que yacía en las calles y decidieron a posteriori abandonar la ciudad e informar de lo que había sucedido allí. Pronto se corrió la voz y empezaron a gestarse todas las leyendas que el viento silba de lo sucedido, entre aquellas leyendas urbanas, decían que el profeta había llegado a nuestra ciudad, otros expresaban que el profeta deambula por las calles de Ibon sin un rumbo fijo, pero yo os afirmo que el profeta está escondido entre los hombres y pronto volverá a predicar su palabra sentenciando a muerte otra ciudad con sus plagas.

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