El Faraón Verde

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EL FARAÓN VERDE

AÑO 2019, a las afueras de Aksum, Etiopía

Me dispuse a dormir, a dejar la mente en blanco después de una imparable marcha desde la ciudad de Aksum, en Etiopía. Estamos en busca de las tablillas doradas, objetos que tarde o temprano encontraremos.

Daba vueltas en el saco de dormir sin poder conciliar el sueño hasta que me rendí y decidí salir a tomar un poco el aire del desierto etíope. Pude ver sentado en medio de una pequeña hoguera a nuestro guía africano Tale. Caminé con pasos fuertes para hacerme notar y sobre todo para no asustarle, ya que es muy hábil con las armas a corta y larga distancia.

-¿Tú tampoco puedes dormir?- le pregunté bromeando.

-Sí que puedo, pero duermo poco, además me iba a preparar un té.

-¿Puedo tomar un poco?- le imploré.

-De acuerdo, pero has de saber que no es un té cualquiera, este te induce a sueños enigmáticos, profundos y muy extraños- dijo con un halo de misterio.

-¿De qué se trata? ¿Tiene algún componente psicoactivo? ¿Es un onirógeno?- pregunté con bastante curiosidad.

-Esta es la hierba africana de los sueños, pero no es la que todo el mundo conoce.

Echó la hierba en agua hirviendo y esperó durante unos minutos para que se realizara el mejunje. Sirvió en dos tazas diferentes el té, que tenía un sabor horriblemente amargo, tanto, que era prácticamente imbebible, le eché azúcar para mejorar su sabor, pero parecía empeorarlo todavía más.

-Tienes que bebértelo todo e irte a dormir.

Me costó mucho terminarme el brebaje, pero lo conseguí, me dieron ganas de vomitar pero me aguanté las ganas. Me levanté de allí y me encaminé con sigilo hacia mi tienda de campaña tratando de no despertar a las demás personas que dormían en las suyas. Escuché unas últimas palabras de Talek que me decía:

-Mañana conocerás al faraón verde.

Pensando que era una me broma me reí y me despedí de él. Comencé a tener una calma excepcional, mis nervios se calmaron por completo, me recosté en el saco de dormir y me dejé llevar por la hipnagogia, esta era increíblemente vívida, parecían visiones, en ellas veía naves alienígenas en forma de pirámide completamente negras que emprendían el vuelo hacia el espacio. En la siguiente visión aprecié una habitación recubierta de tablillas de oro escritas en una especie de lenguaje jeroglífico que poco tenía que ver con Egipto. Instantes después sucumbí al sueño.

Dentro de los sueños

Me encontraba en la casa donde me crié de niño, entraba en ella por la puerta del garaje, me dirigí a la puerta principal pero se hallaba cerrada, podía observar las ventanas del chalet que se encontraban tapiadas misteriosamente. Probé suerte por otras puertas de la casa, pero como en la primera, estaban cerradas. Caminé hacia el jardín trasero y pude observar que había postrada en el suelo una escopeta de aspecto antiguo, decidí cogerla y cuando la empuñe aparecieron ante mis ojos mis dos padres y un ser oscuro, de aspecto demoníaco que dijo:

-Si quieres cumplir tus propósitos debes matar a uno de ellos.

Intenté negarme a realizar semejante atrocidad, pero no era capaz de controlar mi propio cuerpo, este era dirigido por una fuerza sobrehumana y disparé contra mi madre... La escopeta se encasquilló y no se llegó a realizar el disparo, de pronto, mi padre me quitó el arma y la desencasquilló.

-Prueba ahora- comentó mi padre.

Luego volvió al lado de mi madre. Esta vez le apunté a él y el arma disparó

A la mañana siguiente

Al instante desperté entre sudores y un agobio incesante, me tumbé de nuevo en el saco de dormir para recuperar el aliento, pocos instantes después una voz me dijo que teníamos que partir. Lentamente levantamos el campamento, cargamos a los camellos (Ya que los coches eran inservibles por ese tramo del camino) y emprendimos la búsqueda del faraón verde. Talek cabalgaba a mi vera y preguntó:

-¿Qué tal te fue esta noche? ¿Soñaste algo especial?- preguntó con un leve tono de burla.

-Sí, soñé que mataba a mi padre.

-Bueno, entonces se puede considerar que se ha hecho una especie de sacrificio.... Podrás entrar a verle.

Después de esas palabras se adelantó al trote dejándome con la incógnita. Mientras pensaba, transcurrió un gran período de tiempo hasta que alguien gritó:

-¡Ahí está la pirámide!

Un gran escalofrío recorrió mi cuerpo de manera serpenteante cuando vi ante mis ojos aquella gran pirámide negra levemente sepultada por la arena del desierto etíope. Era exactamente la misma que pude ver en mi hipnagogia. Nos acercamos con curiosidad y pronto hayamos una entrada. Dejamos el convoy allí postrado, vacié una mochila en el suelo por si encontraba alguna reliquia dentro. Caminamos un grupo de cinco personas a los adentros de la pirámide. Poseíamos linternas que alumbraban las paredes, en ellas se podían reflejar extraños jeroglíficos, pero estos no eran egipcios, era una lengua muerta aparentemente indescifrable como la que pude observar en mi hipnagogia. Hicimos numerosas fotografías a las paredes para luego tratar de examinarlas con mayor detenimiento y calma. Caminamos y caminamos cada vez más en profundidad hasta que nos topamos con una puerta, tres de los hombres que nos acompañaban la lograron abrir y allí, encima de un altar había un sarcófago a me medio abrir rodeado de tablillas doradas, en mi interior grité un << ¡las encontré! >>, las tablillas estaban escritas en el mismo lenguaje jeroglífico que las paredes y pregunté:

-¿Alguien sabe de qué lengua se trata?

-Es la lengua primordial, la que hablan en diferentes mitos, es el lenguaje de dios.

-¿Es la lengua adánica?- pregunté con curiosidad.

-Algo semejante a ello.

-¿Alguien más ha estado aquí?

-Solo un grupo de nativos que viven a unos kilómetros de aquí.

-Ellos nos podrán ayudar a descifrar las tablillas.

Comenzamos a recoger tantas tablillas como pudimos meter en nuestras mochilas que quedaron abarrotadas. Luego nos encaminamos a abrir el sarcófago. Allí se encontraba un ser humanoide de por lo menos dos metros de altura, perfectamente conservado por la momificación. Abrimos las vendas de este ser y se pudo apreciar en pocos minutos una piel verdosa, luego se convirtió en polvo debido al contacto con el oxígeno. Sacamos varias fotos al sarcófago y a lo que fue su cuerpo y nos largamos de allí, ya que muchos temían una especie de maldición que caía sobre aquella pirámide, aunque todo ello eran solamente leyendas. Yo me encontraba infinitamente sorprendido por lo encontrado y todo el camino que estuvimos desde la pirámide hasta la aldea de los nativos etíopes estuve en silencio y reflexionando profundamente sobre el tema. Debía escribir algo sobre lo sucedido, el mundo debería saber lo que se encuentra en este lugar. Llegamos a la aldea y los nativos nos concertaron una cita con el chamán de la aldea, pero teníamos que esperar a la confirmación del encuentro, que esta, podría tardar horas. Tenía un ordenador portátil entre el equipaje y tenía una conexión a internet de alta velocidad gracias a los satélites que puso en órbita el genio multimillonario Elon Musk. Pasé todas las fotos a mi ordenador y las subí a internet, también se las mandé a un amigo arqueólogo que reside actualmente en Hong Kong del que espero su opinión al respecto. 

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