Los Jardines Secretos De Babilonia

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Los jardines secretos de babilonia

Iyari cabalgaba un camello por los desiertos de la actual Irak. Se tapaba con el burka la nariz para no respirar la arena achicharrante del desierto. Sus profundos ojos azules pronto se reflejaron ante la puerta de Isthar, ella la observaba, era preciosa, imponente y tras una corta observación se centró en su pensamiento, en la búsqueda del faquir. Al entrar en la ciudad de Babilonia se deleitó con sus jardines, parecía que estaba en medio de un bosque y no en el desierto, además que los jardines no era el único atractivo de la ciudad, si no que, era un lugar con un mercado muy activo y en continua expansión.

Iyari torció una calle, dejó su camello con un niño que tras darle unas monedas se lo guardaría. Se adentró en un callejón donde un señor mayor le hizo un gesto para que se aproximara a él, Iyari confió y entró en una casa baja:

-toma asiento- dijo el faquir

Se sentó en el suelo mientras observaba la casa. Vio una cama con pinchos, innumerables armas e incluso ratones de vez en cuando.

-Necesito la localización exacta del jardín secreto del rey Nabucodonosor- dijo Iyari

-Se encuentra en el piso más bajo del palacio, deberás de entrar con sigilo ya que te cortaran el cuello o te lapidaran nada más verte por los alrededores

-Lo sé señor, pero debo de encontrar la esencia de Enki

Tras esas palabras se levantó y se fue, volvió con su camello, se dirigió a un hostal hasta altas horas de la noche. Cerca de las 3 de la madrugada comenzó su intrépida búsqueda, se acercó a palacio, pudo observar un gran número de vigilantes, la única manera de entrar sería por una de las ventanas. Se aproximó a la más cercana y sin que nadie la viera entró a palacio. Era un lugar fantástico, lleno de flora e inclusive se escuchaba el sigilo de algún animal. Empezó a buscar las escaleras para descender hasta lo más profundo de Babilonia. Cuando no podía bajar más se dio de bruces contra una puerta, estaba abierta, pero no sabía si pudiera haber alguien al otro lado de ella. Miró por el cerrojo y todo estaba despejado, cogió una antorcha y entró. Todo estaba lleno de flores de Bhang, más que un jardín aquello parecía un almacén. Todo estaba lleno de botes con polvos extraños, hongos y restos de plantas. Empezó a robar un gran número de estos, sabía perfectamente que los sacerdotes tomaban estas plantas para poder comunicarse con los dioses o para tener una experiencia religiosa. Cogió todo lo que pudo y se marchó. Su siguiente misión era poder hablar con Enki.

A los pocos días de reflexión decidió marcharse al desierto y en un acto de fe ingirió un puñado de hongos que robó. Al principio no pareció afectarle en gran medida, pero cuando pasó una hora empezó a escuchar voces:

-El secreto de la humanidad está en el ADN

-El mesías se acerca

-Eleva tu espíritu y podrás entrar en el reino de los cielos

Después de lo citado, cayó del camello, sudando, temblando y arrepintiéndose de haber comido de la esencia de Enki cuando levantó la mirada vio a un ser alado, de barba y pelo largo con rizos, ropajes lujosos y cuatro alas que le salían de la espalda:

-La raza de los dioses verdaderos debemos de prevalecer en el tiempo.

Iyari reconoció que se trataba del dios Enki y le contestó:

-Oh, dios Enki, me lleno de regocijo al verte en pie delante de mí- dijo Iyari haciendo una reverencia

Enki alzo la mano y le tocó la frente a Iyari, hubo un resplandor de luz cegadora y se vieron transportados a una habitación blanca.

-¿Dónde estamos?- preguntó Iyari

-En ninguna parte, estás en el vacío, en la no existencia

-¿Qué quieres de mí?

-Quiero que transmitas el mensaje de luz, queremos deciros que no os hemos abandonado y que no lo haremos jamás, estaremos siempre presentes en esos alimentos que tu ingeriste. hemos dejado nuestra marca en vosotros, los humanos, nuestra creación, la lleváis en la serpiente de doble hélice y en el centro de vuestra mente

-¿Vuestra esencia reside en los hongos?

-Exacto, es nuestra mente, es el éxtasis religioso, es el alimento de las revelaciones

-Entonces ¿me pides que sea una predicadora?-preguntó Iyari

-Es justamente lo que quiero, abandona tu vida errante y dirígete de nuevo a Babilonia, conviértete en mi sacerdotisa, la sacerdotisa de la luz y advierte al pueblo que un falso profeta se aproxima, devorará el mundo, lo llamarán el Cristo Jesús, tendrá creyentes por todos lados pero tu debes mantenerte en la luz, haz que nuestra memoria perdure

Después de esas palabras todo volvió a la normalidad, Iyari se encontraba un tanto embriagada, pero lo suficientemente consciente como para volver a montar en el camello y dar media vuelta en dirección de Babilonia donde pedirá asilo en el templo, donde se convertirá en la sacerdotisa de Enki, donde hará prevalecer su memoria, donde intentará impedir la llegada del Cristo Jesus.

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