UN EXTRAÑO MUNDO

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UN EXTRAÑO MUNDO

13 DE FEBRERO DE 2020

Soñé que caía a un vacío horriblemente oscuro que no poseía ningún final, agonizaba en el aire mientras caía, gritaba y gritaba hasta que sentí el golpe mortal que hizo que me despertara entre sudores fríos. Eran las 9:00 de la mañana en Madrid, sonaba desde la calle el ruido de los coches y acababan de empezar mis vacaciones. Me encontraba en la cama de mi cuarto mirando al techo, expulsé un leve suspiro de alivio por haberme despertado de aquella horrible pesadilla. Después de haber estado meditando durante un rato salí de la cama para meterme a la ducha mientras escuchaba algo de música en el altavoz de mi móvil. Me afeité, me peiné y me vestí. Desayuné leche con galletas y un par de tostadas con mantequilla. Cuando terminé el desayuno, empaqueté mis cosas y me dirigí al pueblo donde me crié, allí me esperarían varios amigos de los que hace un largo período de tiempo que no sé nada. Después de un largo rato de conducción empecé a ver a mi izquierda el embalse del Santillana con su precioso azul, luego a mi derecha, una extraña cárcel que poseía una gran torre, seguí mi camino, pero, algo extraño sucedió, la carretera por la que solía transitar había desaparecido por completo y tuve que tomar una desviación por un camino rural que no sé exactamente por donde me conducirá. El coche, temblaba por los baches que había en el camino que me resultaron bastante incómodos. Después de un largo rato conduciendo tuve que parar el coche en seco, ya que, el camino terminaba enfrente de un puente de piedra por el que no podía pasar. Me bajé del coche, no sabía dónde me encontraba y para averiguarlo decidí continuar un poco a pie para saber si encontraba a alguien que me pudiera ayudar. Crucé el puente observé que debajo había un río de pestilentes aguas negras, en sus orillas brotaban extraños hongos que aparentaban ser extremadamente venenosos y veía extraños anfibios de un tamaño que jamás había visto por la sierra, estos podían medir más de un metro de largo y poseían colores chillones. Aquello me dio bastante miedo y decidí dar la vuelta hacia mi coche, pero, el puente había desaparecido y el coche con él, ahora solo había río, una extraña selva de características prehistóricas y un extraño camino verde. Cogí mi teléfono para poder buscar mi localización en el GPS o para pedir ayuda, pero no había ni un ápice de cobertura ni de internet. Decidí caminar durante un largo período de tiempo. De pronto, observé que a mi izquierda había una estatua colosal de piedra que había sido devorada por la espesa selva. La estatua representaba a un guerrero de apariencia humana muy similar a un hoplita griego. <<Esto jamás lo he visto en Madrid>>, mientras pensaba, se escuchó un terrible ruido procedente de los árboles y para mi locura, vi entre las hojas la cara de un saurio que me miraba con incesante odio, era de color amarillo, poseía pústulas anaranjadas alrededor de su rostro y cuando dio unos pocos pasos hacia mí, me di cuenta de que era bípedo. Sumergido por el miedo empecé a correr con los ojos cerrados durante incontables metros hasta que escuché el sonido de una flecha que cortaba el viento y de seguido se podía apreciar un alarido agonizante a mis espaldas. Entonces, decidí pararme, me di la vuelta y observé que el saurio fue abatido, luego, una mano se posó sobre mi hombro y me asusté.

-Tranquilo, ya no tienes nada por lo que temer- me dijo una extraña mujer que se asemejaba a un elfo, tenía unos ojos enormes de color marrón, una piel rosada, pelo rubio, orejas estiradas y ropajes muy extraños. Me quedé en estado de shock durante un momento hasta que dije:

-¿Dónde estoy? ¿Quién eres tú? Y ¿Qué era esa cosa?

-Se vé que eres extranjero, mira, estás en el valle de Gezden, yo soy Imar hija de la hechicera del valle y esa cosa se llama Droggol, son unas criaturas que habitan en la selva y que atacan a viajeros que se han perdido- dijo mientras sonreía alegremente.

-Guau-exclamé mientras me quedaba embobado durante escasos segundos observando al Droggol- perdona, pero no te he dado las gracias por haberme salvado.

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