El Cultivo Humano

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EL CULTIVO HUMANO

Era se una vez en un mundo que dios no creó, se encontraba un granjero, el granjero para ser más exactos, a este señor le encantaba sembrar universos en sus tierras, crear criaturas extrañas y cambiar de forma a su apetencia. Era el ser más feliz que existía, no sabía cuántos años tenía, su trabajo le encantaba y sus obligaciones no abundaban. Un día decidió crear plantas de maíz y patatas con consciencia, para que hablaran con él y le pudieran ayudar un poco para la siembra de este año que iba a ser completamente diferente a los años anteriores.

-Este año vamos a cultivar humanos, plantas del conocimiento y dimensiones extrañas- dijo el granjero a los seres de maíz- a vosotras patatas os doy estas semillas de humanos, se deben de regar de vez en cuando, estar atentas, porque crecen más rápido de lo que podéis pensar, luego cuando tengáis que recolectarlos los pondréis en la carretilla y los llevaréis adentro de la granja por favor.

-¡Claro!- contestaron las patatas al unísono

Los seres de maíz comenzaron a labrar la tierra, era la mejor tierra en el que podía caer una semilla, de seguido las patatas empezaron a plantar humanos. Les echaron un extraño líquido por encima y en apenas 6 minutos tenían ya un humano listo para recolectar.

Después de un día tan laborioso y habiendo plantado cientos y cientos de humanos los llevaron a la granja, donde los seres de maíz empezaron a clasificarlos en inteligencia con un aparato medidor de coeficientes. Cuando cogieron a los más inteligentes de seguido los metieron en una caja, les dieron de comer, les dieron placer, les dieron todo lo que los humanos pedían para contentarlos. Cuando cayó la noche, entró el granjero con extraños artefactos, el generador de paraísos lo llamaba, eran del tamaño de terrones de azúcar pero por dentro engañaba el tamaño, porque eran del tamaño del pensamiento, abarcable y no abarcable a su mismo tiempo con medidas humanas. Uno entró en el edén bíblico, otro sobre una gran playa donde le esperaban todos sus seres queridos, o los que él creía que eran queridos, ya que su mente estaba programada con falsos recuerdos ya que era un simple producto de un ser que no le importaba absolutamente nadade lo que hiciera. Otro entró en un gran palacio como si fuera un sultán, pero un último entró en una habitación vacía, porque no deseaba nada:

-no merezco un paraíso, no he hecho nada en mi vida para poder merecerlo- decía el humano sin nombre

El granjero lo ignoró y lo metió en el generador de paraísos.

-Hoy volveré tarde, podéis comeros los planetas y humanos que queráis en mi ausencia, además hoy en las proyecciones multidimensionales revelaran múltiples secretos de la existencia, no estaría mal que lo vierais y debatiéramos después sobre lo visto ya que me lo voy a perder.

-No te preocupes señor, estaremos despiertos y atentos hasta que usted vuelva.- dijeron los seres de maíz.

El granjero pronunció unas palabras con las que abrió un portal que dirigía a un palacio de luz, lo atravesó y desapareció. Los seres de maíz se estiraron, dejaron de trabajar por el día de hoy porque ya estaban un poco cansados. Entraron en la casa del granjero, pronto vieron su decoración extravagante, las paredes cambiaban de color al antojo del pensamiento de los presentes, siempre sonaba una música lenta y suave que había sido creada analizando las mentes de las patatas y los maíces creando una armonía perfecta. La casa les sirvió la comida más deliciosa que podría llegar a imaginar, la propia casa incluso les acomodó, les dio conversación, les trató mejor que un rey, incluso mejor que a un dios. Mientras los y las presentes se sumergían en el placer infinito nuestra historia se redirigirá al granjero que mantenía una conversación con su amigo el librero:

-hoy he creado la biblioteca más maravillosa que podáis ver, allí se guardará toda la información de la existencia para que los mortales puedan llegar a saber todo lo que quieran.

-¡Impresionante! Una genial idea, si necesitas un universo o una dimensión para poder guardar tu biblioteca y que crezca para siempre yo te la puedo dar- contestó el granjero

-¡A eso quería llegar! Iba a hacerte un pedido de guardianes del conocimiento, de una dimensión difícilmente accesible y de un poco de fruta del conocimiento. ¿Cuándo me los podrás dar?

-en tres días estoy seguro que lo tendrás en casa, cuatro como muy tarde

Cuando el librero se disponía a contestar sonó unas trompetas que hicieron que todos los maestros se reunieran en una mesa para poder cenar.

-Arquitecto, ¿Qué nos has traído hoy para cenar?- preguntó el nómada

-He edificado 70 plantas de tarta de plantas- contestó

Entonces todos los seres que se encontraban allí empezaron a sacar la comida, unos habían traído animales extraños del tamaño de un edificio que podían engullir de un solo bocado, otros trajeron diminutos alimentos que llenaban muchísimo y que costaba comerlos. Entonces el granjero sacó de sus terrones a los humanos, se los empezaron a comer como el que se come unas pipas en pleno partido de fútbol, pero el humano más inteligente se escapó y gritó a pleno pulmón:

-¡Alto! ¡Deteneos! ¿Por qué demonios nos estáis comiendo?

Hubo un leve silencio, los maestros se miraron, se rieron y le asestaron un puñetazo a aquél diminuto humano haciendo que lo aplastaran y de seguido se lo comieran de un bocado. La cena tardó bastantes horas en acabarse, ya que continuamente se estaban contando los nuevos conocimientos que habían descubierto. Cuando la cena terminó el granjero volvió a entonar unas palabras generando un nuevo portal que dirigía de nuevo a su casa. Entró, se puso cómodo y les dijo a las plantas de maíz:

-Hoy un humano se ha intentado revelar otra vez

-¿y que habéis hecho?- preguntaron

-Nos lo comimos, igual que a los otros, se creen que su existencia importa, que valen de algo, que pueden revelarse contra sus creadores o superarles, creen que poseen derechos o dignidad cuando son un simple producto de nuestra granja, ¿te imaginas que los animales que cultivamos empiezan a hacer una rebelión?

-sería patético

-Pues pasa lo mismo con los humanos, esos animales me tocan mucho las narices con su sentido de la vida y la moral. No saben que viven en una existencia absurda que ni nosotros mismos comprendemos.

-Muy cierto señor

De seguido el granjero empezó a devorar a los seres de maíz y patatas quedándose solo otra vez en la granja, suspirando y diciendo:

-Colorín colorado este cuento se ha acabado.

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