Capítulo 17.

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¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! Golpes que retumbaban en el suelo, causando seísmos en aquella ciudad, la ira desatada de Cole se veía materializada en aquellos brazos que, sin piedad alguna, estaban destrozando los edificios circundantes.
Edificaciones que resistieron múltiples complicaciones se veían hoy pisadas bajo el iracundo pisar de aquel ser.
Adonia no sabía como detenerlo, y si hallaba la manera tampoco lo haría, simplemente se postro sobre el suelo usando sus piernas como asiento, aquellos escombros que intentaban aplastarla se veían desviados por la dulce mano de la fémina, observaba con detalle como el alma oscura de Cole reaccionaba a su emoción, podría ser que sus emociones sean la llave para desatar su potencial, un potencial que haría temblar o inclusive derribar los pilares del olimpo ¡Imbéciles, su destrucción llegara por su propia mano!
El caótico paisaje se veía acompañado de los multiples gritos de ira y furia que soltaba el guerrero a medida que cortaba lo que sea, coches, paredes, asfalto, absolutamente todo perecía ante el brillante filo de su guadaña.
Pasaron minutos, horas quizás cuando la ciudad callo, cual ola el silencio inundo los escombros, el polvo se asentaba dejando ver el poderío del ser: A pesar de haber destrozado todo, Cole no hallaba forma de calmarse, simplemente buscaba manera alguna de encontrar a todos los asquerosos seres y cortar su cuerpo con el arma que portaba. Adonia por su parte estaba sentada, totalmente limpia y sin rasguño pues ningún escombro logro dañarla, solo veía al peligroso ente que se había desatado, ya no era Cole, era algo mas, algo controlado por sus sentimientos que desato todo su poder con un solo deseo: Deseo de venganza.
Su deseo estaba a punto de cumplirse.
El cielo se oscurecía de manera repentina, como si la oscuridad fuera una boca que engulló a la luz, no había luna, no había sol, no había nada, solo penumbra. A Cole no le intimidaba, sabía lo que se avecinaba y estaba totalmente preparado.
Cargo su guadaña con una gran cantidad de poder y golpeaba el suelo, de aquel impacto se desprendió una onda de choque tan potente que deshizo la oscuridad creada, mostrando lo que Cole imaginaba: Se hallaba totalmente rodeado de profanos de toda clase de tamaño y poderes, por primera vez Cole se sentía vivo tras tanto tiempo. Lamia sus labios mientras una sonrisa sádica se pintaba sobre sus labios, la cordura lo había abandonado para dejarlo totalmente desatado, fue así como iniciaría el combate contra el ejercito de profanos, una batalla campal que supondría un reto para el iracundo.. O no.

-Baila, mi pequeño.. Pues esta es tu pista.. Lucha mi soldado.. Pues esta es tu única guerra.. Cede, pues la locura será el hierro que afile tu arma... Gobierna.. Pues este es tu reino, rey de la muerte.-

Una voz elegante, dulce y a la vez tétrica dejaba escapar aquellas palabras, una persona.. O un dios que yacía postrado en una silla del oro mas brillante como su material, sus manos cubiertas con unos blanquecinos guantes de tela se hallaban entrelazados, sus labios mostraban una sonrisa ante un espectáculo nunca antes visto para el, sus brillantes ojos azules observaban una esfera mientras que su sola presencia transmitía el poder que tenia: Zeus observaba el desastre que Cole creaba, todo mientras varias musas estaban acostadas a los pies del rey de los dioses, observaba con atención todo lo causado, una risa corta y sarcástica era soltada.

-Teman pues, la ira de alguien tranquilo.. Hades.. Jugaste con fuego creando tu propia llama, sin saber que esa llama tarde o temprano te terminara quemando.-

-¿Uh? Ya se dio cuenta.. Un problema menos, supongo.-

No solo el dios del rayo observaba el crecimiento del guerrero, su propio creador también lo hacia, pues el observaba cada paso que Cole daba, lo vigilaba pues a pesar de ser un dios, el miedo de que aquel ser libere todo su potencial y descubra aquella verdad era algo que lo inquietaba.

-Esta fuera de control..-

Detallaba Hades, postrado en aquel asiento de roca, portando grabados misteriosos mientras toda su vestimenta poco elegante dejaba en claro la clase de ser que era: Alguien que velaba por sus propios beneficios, alguien sin elegancia y sin respeto, pues solo necesitaba que Cole culmine su tarea para manipularlo, convirtiéndolo en su mascota.

Las horas pasaban en el plano mortal, el cielo ya no oscurecía por manipulación de los seres, ocurria por el proceso natural, la luna servía como única iluminación ante aquel atroz escenario que se había pintado.
Ya no era humano, dejo de serlo y si lo era, había perdido su humanidad ante aquella situación: Todos los escombros manchado de la oscura sangre de los profanos, sus asquerosas masas llamados cuerpos quedaban tiradas en el campo, la reyerta se mantenía en silencio a excepción de unos cuantos ruidos metálicos.
El causante de esto no era mas que Cole: torturaba a uno de los profanos con ligeros cortes en su cuerpo, era raro, pues aquellos seres a pesar de ser malvados, pidieron piedad.

-¡Monstruo! No tienes piedad ¡Nos cazas cuando tu eres uno de nosotros!-

-¿Piedad? ¿Y la tuviste con mi familia?-

Tras aquello dicho, dejaba la guadaña en el suelo, procedía a usar su enorme fuerza para levantar al ser, clavando los dedos en su interior, el profano ya sabia lo que le esperaba.

-¡No, espera! ¡No lo ha-

Sus palabras no culminaron cuando Cole con sus propias manos partió a la mitad a aquel ser, su sangre brotaba cual fuente mientras daba vagos intentos por huir, Cole tomaba su guadaña y con lentos pasos empezaba a clavar el filo del arma en lo que seria su cabeza múltiples veces como si de un martillo se tratase, la sangre escurría mientras sus brazos se agitaban, llegando a un punto en el que este simplemente dejo de moverse, el profano había muerto ante la crueldad del guerrero.
No había manera de detenerlo, estaba fuera de control, como un cazador loco necesitaba presas, y para su suerte se levantarían varios profanos que no murieron.
Lo superaban en número, pero para el lo hacia mas justo, su guadaña era empuñada con firmeza y con suma velocidad iniciaba aquella danza de muerte.. El rey de la muerte reclamaba mas almas para su reino, y las obtendría de aquellas presas.

Cháos: EkdíkisiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora