La reunión

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Esa mañana, Polly llevó a sus hijos a su casa. La casa que Thomas le había regalado.

- Muy bien hijo, conduces bien - dijo Polly bajando del coche - ala, bajad.

Los tres Gray se pusieron delante del coche mientras miraban la casa.

- Esta casa es mía - dijo Polly dándole una calada a su cigarro - he contratado a una criada y hay una habitación para cada uno. Solo que una es más grande que la otra. Venid a que os las enseñe.

Polly empezó a andar hacia la puerta de la casa, mientras que Michael y Evelyn la seguían poco a poco.

- Me pido la más grande - susurró Evelyn con una sonrisa.

- No, la más grande para mí - susurró Michael frunciendo un poco el ceño - yo soy mayor que tú.

- Bueno, ya veremos quién la coge antes - dijo Evelyn con una sonrisa de lado mientras entraban a la casa, detrás de Polly.

- Podemos pasar la semana aquí - dijo Polly con una sonrisa - no sé, para conocernos otra vez.

Evelyn y Michael asintieron con una pequeña sonrisa.

Polly los llevó a la planta de arriba, donde estaban las habitaciones.

- Esa es la más grande - dijo Polly señalando una habitación - y la del lado es la mía.

- Tres... dos... - empezó a contar Michael mirando a su hermana.

Pero Evelyn se le adelantó y corrió hacia la habitación más grande.

- ¡Oye, eso es trampa! - gritó Michael mientras corría detrás de su hermana.

Polly no pudo evitar sonreír al ver a Michael perseguir a Evelyn hasta la habitación.

La mujer nunca imaginó que sus hijos pudieran volver con ella. Aunque Anna no estuviera, tenía a sus otros dos pequeños con ella.

Michael llegó hasta su hermana y la cogió cómo si fuera un saco de patatas, apartándola de la puerta de la habitación.

- ¡Oye, suéltame! - ordenó Evelyn riendo - ¡Michael, es mía! ¡yo he llegado antes!

- Pues ya no - dijo Michael dejando a Evelyn al lado de Polly, para luego correr hacia la habitación.

Evelyn entrecerró los ojos mientras miraba a su hermano correr hacia la habitación.

- Está muerto - susurró Evelyn, empezando a andar hacia la habitación.

Evelyn entró y su hermano salió de detrás la puerta, tratando de asustarla. Pero la chica no se asustó ni un poco.

- Es mía - dijo Evelyn cruzándose de brazos.

- ¿Que te hace pensar eso? - preguntó Michael con una sonrisa de lado.

- Soy mujer, necesito más espacio - contestó Evelyn - y también soy la más pequeña. Al ser más pequeña deberías ser un buen hermano mayor y quedarte tú con la otra.

Polly miraba la escena apoyada en el marco de la puerta, tratando de no reír.

- No, ya te he dicho que es mía - negó Michael dándole unas palmaditas en el hombro a su hermana.

- Vamos Mike - rogó Evelyn haciendo lo que mejor se le daba, ojitos - porfa porfa porfa.

- Vale... - suspiró Michael - te la puedes quedar tú...

- Gracias - dijo Evelyn abrazando a su hermano - ¿te he dicho alguna vez lo mucho que y te quiero?

- No y prefiero que sigas sin hacerlo - contestó Michael rodando los ojos - pelota.

- Ahora que sabéis cual es la habitación de cada uno, tengo que ir a una reunión familiar de trabajo - dijo Polly jugando con el pelo castaño y ondulado de su hija - vendréis conmigo, pero no entraréis y después nos vamos al museo ¿vale?

Los dos hermanos asintieron y junto a su madre salieron de la casa, subieron al coche y se dirigieron hacia la casa de apuestas de los Shelby.

- Quedaros aquí - ordenó Polly mientras entraba junto a Thomas y este último cerraba la puerta.

- ¿De qué crees que van a hablar? - preguntó Michael susurrando.

- No lo sé, pero yo quiero entrar - contestó Evelyn de la misma forma que su hermano.

- Eve no podemos entrar, Polly nos echaría la bronca - susurró Michael mientras se sentaba en una silla.

- Michael, tú y yo sabemos a lo que se dedican ¿verdad? - preguntó Evelyn, a lo que su hermano asintió - pues yo también quiero formar parte de eso y básicamente me da igual que me echen la bronca o no.

- No tienes remedio - suspiró Michael mientras se levantaba, se dirigía hacia la puerta y la abría poco a poco - las mujeres primero.

- Qué caballeroso - susurró Evelyn poniendo los ojos en blanco.

- Así que vais a cerrar este garito, vais a emborracharos y a soltar mil guineas por una potra que tiene de árabe una pata - fue lo primero que escucharon los hermanos al entrar a la habitación, a Polly.

- Un cuarto árabe es mejor - rió un hombre que llevaba un sombrero - un cuarto árabe significa...

- Curly, calladito - ordenó Polly, para luego mirar a sus dos hijos, que se habían puesto al lado de John - ¿no te he dicho que cerraras la puerta?

- Ha cerrado, hay una llave en un clavo - contestó Evelyn mirando a John.

- Hemos estado escuchando y queremos ir con ellos - dijo Michael mirando a Polly.

- ¡Lo veis! - dijo Polly mirando a Thomas.

- Nos encantan los caballos, hasta podemos ayudar - continuó Michael con una pequeña sonrisa.

- Por encima de mi cadáver - replicó Polly mirando a sus hijos y cruzándose de brazos. 

- No nos va a pasar nada mamá - la tranquilizó Evelyn con una pequeña sonrisa - hemos ido a muchas subastas de caballos con nuestro tío. Son muy distinguidas, llevan a sus mayordomos.

Si Evelyn quería que la mujer los dejara ir, debía jugar con la carta de llamarla mamá.

Polly se quedó callada sin dejar de mirar a su hija. Se notaba que se había sorprendido porque la chica la había llamado mamá, pero no lo mostró.

- Y a sus esposa finolis - dijo Arthur dándole un trago al líquido de su vaso.

- Y a sus queridas - añadió John guiñándole un ojo a su prima.

- Déjales Polly - suplicó Arthur - vamos, compramos la potra y volvemos.

- Y yo los llevo a la casa de Saton antes de que anochezca - añadió John mirando a su tía.

Evelyn y Michael miraban a Polly de forma suplicante.

- No - negó Polly mientras negaba con la cabeza y sin dejar de mirar a sus hijos - no me jodáis.

Michael rompió el contacto visual con su madre, puso una mano en el hombro de su hermana y le susurró un "vámonos fuera Eve". A lo que la chica suspiró y salió junto a su hermano, este último dando un portazo.

En la reunión:

- Tía Pol - dijo John poniéndose delante de su tía - cuando tenía la edad de Evelyn, había matado a cien hombres y visto morir un millón. Si quieres echarlos para siempre, sigue por donde vas. Si quieres que se queden, deja que vengan.

Dicho esto, el chico se fue. Dejando a Polly sumergida en sus pensamientos.

𝐒𝐎𝐘 𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐓𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora