AARON

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Nos quedamos mudos por unos instantes, no sabía cómo reaccionar ni que preguntarle. Pero tomé la fuerza necesaria y cogí la palabra.

- hola soy Mia, soy nueva aquí, y tu eres?? (El chico hizo una pequeña mueca)

- Bueno soy Aaron encantado, ya ya veo que eres nueva. (Su sonrisa era Preciosa, y sus ojos brillaban con luz propia. Nunca había visto un azul tan perfecto en unos ojos)

- Y que haces tú aquí? (Quería saber que pintaba un chico guapo en todo esto)

- Pues verás te has desmayado y todos se habían quedado mirándote, Nadie se atrevía a cogerte y entrarte a la enfermería. Así que e sido yo el que te a cogido y te a traído aquí. (Dios mío que vergüenza. Ahora entiendo porque sentía que empezaba a ascender del suelo)

- Ah pues muchas gracias, y tú a qué curso vas? (No quería parecer la mítica niña ñoña, intentaba hacerme la interesante)

- Pues voy a Segundo de bach, como tú no? (Afirme) Solo que voy a la otra clase. Aún no nos habíamos conocido. Da gracias a tu desmayo (le salió una carcajada)

- Si jaja (reí levemente)

seguía sintiéndome un pco mal. Mi estómago empezó a rugir, era lo que más odiaba de todo esto. Cada vez que rugía me sentía débil, como que mi cuerpo me mandaba.

Aaron me miro como si de un león hambriento se tratase, y salió corriendo. No entendí nada. Pero al instante volvió con un cruasan de nutela, solo con verlo me entró una arcada. Él me dijo que era para mi, que necesitaba desayunar algo, no podía rechazarlo no tenía ninguna excusa para el momento así que lo acepte. Tuve que darle un par de mordiscos y él se comió el resto.

La enfermera volvió y me dijo que ya podíamos volver a clase así que nos despedimos, me guiñó un ojo y me dijo que ya nos veríamos por allí. El chaval se fue corriendo asta su clase. Yo opté por ir un momento al servicio. No me había sentado muy bien aquel cruasan.

Me quede sentada en la taza del baño unos minutos. Pensando en todo. Uno de mis principales problemas es que nunca supero el pasado, me quedo atada y aferrada a personas que se fueron hace mucho tiempo. Y eso es aveces es peor que una droga.

Nunca olvide a Gabriel, el era mi ex pareja. Yo le quería demasiado, pero siempre sentí que la conexión entre nosotros dos nunca fue atrayente, los polos opuestos se atraen decían pero en este caso no fue así. Siempre fuimos el blanco y el negro, y terminó pasándonos factura.

Cuando mamá dijo que nos íbamos a mudar, perdimos incluso él contacto, aunque ya hacía un par de meses que lo dejamos. Él tenía otro ritmo de vida, un ritmo que yo no era capaz de alcanzar.

Gabriel casi fue la persona que logró abrir mi cofre del tesoro, pero se equivocó de llave. No obstante si me hizo feliz, aunque no completamente. Seguiré esperando a que esa persona llegue.

Pero aún no estaba preparada, no para esto.

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