Vidas cruzadas

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¿Alguna vez han soñado con algo que sienten que es tan real, que temen que sea un recuerdo de una vida pasada?

¿Alguna vez han sentido algo tan profundo en su corazón, que sientes que lo único correcto es dejarte llevar por ese sentimiento?

¿Dejarte llevar?

Ser impulsiva; hacer estupideces.

Pensar en estupideces...

Porque, de alguna forma, tu, y solo tú, sabes que es lo correcto.

Porque es correcto para ti...

Toda mi vida la he sentido como si interpretara el papel protagónico de una obra de teatro.

Una obra en la cual, debo sonreír, cuando lo que en verdad deseo es llorar.

Una obra en la cual debo socializar, tener amigos, salir a carretear, cuando lo que quiero, lo que realmente quiero, es encerrarme en mi pieza y gritar.

Una obra en la que debo elegir una carrera en la universidad, cualquiera, para hacer felices a mis papás...

Una obra que solo tiene ese fin: hacer felices a los demás.

Pero, mierda, se me sale de las manos: nunca he sido muy buena actriz. Pero debo admitir que lo he hecho bastante bien; nadie sabe todo el sufrimiento y la decepción por mí misma que vive en mi interior.

Y eso está perfecto para mí.

Pero continuamente me pregunto, si acaso el telón se va a bajar en algún momento.

Si solo me queda una escena más por interpretar.

Si solo me quedan unas pocas líneas más... para que, por fin, se baje el telón y la gente pueda aplaudir, llorar, reír, bailar, lo que sea.

No me importa en verdad.

Solo me gustaría que esta farsa se acabara, para que, por fin, pueda vivir la vida que realmente quiero vivir; la vida que sé que me está esperando, allá, en alguna parte...

Donde hay alguien que espera por mí. Que me recuerda.

Que se pregunta por qué tardare tanto...

Allá debo ir.

¿Cuándo?

Supongo, que cuando tenga el valor suficiente como para comenzar a vivir.

Un día le conté a mi mejor amiga sobre este lugar de mis sueños.

Le dije que había soñado con el más de una vez, y que, en todas esas veces, el chico que me llamaba era el mismo.

Le dije que sentía que ese era el lugar al que pertenecía, y que sabía que no iba a ser feliz hasta que lo encontrara.

Me miro con lastima, pues entendía hacia donde querían llegar mis palabras. Pero, pese a su renuncia, me dijo que, si lo llega a encontrar, le gustaría mucho conocerlo alguna vez.

Creo que nunca fui tan feliz de ser sincera con ella.

Aún puedo visualizarnos caminando por las calles de Santiago, juntas, pero ya con un universo de distancia entre las dos.

Ella sabía que yo no podía llevarla conmigo.

Yo sabía que debía dejarla ir en algún momento. Pero, por ahora, nos conformamos con caminar en silencio. Ambas con historias diferentes desarrollandose en nuestras mentes a cada paso.

Si la vida fuera patas arribaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora