Capítulo III - Steven Jones

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Steven Jones

Estaba en mi enorme mansión que estaba ubicada en las afueras de la ciudad. me encontraba sentado frente a mi lujoso escritorio con la madera mas fina del mundo, bebiendo el whisky mas caro que podías encontrar, y fumándome un puro que le daría cáncer de pulmón a cualquier insignificante humano. Mandé a llamar a unas de mis sirvientas, una hermosa chica rubia de ojos azules. La llevaron a mi despacho y sin perder el tiempo la agarré por el cuello llevándola a rastras hasta un sótano donde habían unos cadáveres en descomposición unos tenían una enorme mordida en el cuello, a otros se les había caído la cabeza, a otro se les apreciaba las entrañas, lo mágico era ver como los gusanos se alimentaban de esas bazofias humanas. Niños, niñas, hombres, mujeres, en realidad no me importaba. Las moscas danzaban y  y disfrutaban de la podredumbre de este montón de basura. Sus rostros  descompuestos, le daba a este lugar un toque terrorífico que me encantaba.

Debería mandar a alguien para redecorar.

Los humanos no eran nada. Solo están vivos esperando el día de su muerte. ¿Qué más da si agilizo el proceso?

Esta chica gritó descontroladamente intentando huir. La sensación de miedo que causo en estos insignificantes humanos es maravillosa.

El corazón de esta chica comenzó a saltar en su pecho, gritos de suplicas se escuchaba por toda la mansión. Nadie le escucharía por más que gritara. No había una casa en kilómetros. Podía escuchar ese delicioso y adictivo liquido carmesí recorriendo sus venas. La arrojé en ese sótano encimas de esos cadáveres manchando su vestido de sirvienta de sangre y los gusanos no perdieron en tiempo en recorrer todo su atuendo y su cuerpo. Sus gritos se intensificaron al ver esos hermosos cadáveres pudriéndose junto a ella y los gusanos haciendo ese cosquilleo desagradable en su cuerpo hizo que saltara histérica intentando quitárselos de encima. Esta chica comenzó a hiperventilar de inmediato. Podía escuchar su corazón saltando en su pecho como tambores.

Esa sensación de terror en los ojos de mis victimas es lo que mejor me hace sentir tan bien.

Le sonreí abiertamente mostrándole mis colmillos, mis ojos se tornaron rojos y esta insignificante chica se desmayó del susto.

Me encanta cuando eso sucede.

La amarré totalmente para asegurarme de que no pudiera huir.

Jaja... Nadie escapa de mi.

Después de una hora, despertó y su corazón quería salirse de su pecho, lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, me fui acercando con una sonrisa de victoria en mi rostro.

-"Por favor. ¡Suéltame!"

-"Ja, ja... ¿Por que haría eso? Lo único que deseo es beber tu sangre".

Sin vacilar, clavé mis colmillos disfrutando mientras ella se retorcía de dolor.

Dulce néctar.

Sentí ese embriagante líquido bajando por mi garganta, ese exquisito olor y ese pataleo de desesperación que tenía ella era la mejor droga que existía para mi. Después de unos deliciosos segundos ella dejó de moverse, la sangre bajaba por mi mentón chorreando el piso y manchando una camisa blanca que traía.

Shit! Era mi camisa favorita.

 Ella seguía amarrada. Solté las sogas y simplemente la deseché a un lado como la basura que era.

-"Humanos, son simplemente bolsas de sangre andantes".

No pude evitar sonreír por lo que dije.

Entre ColmillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora