Capítulo IV: ¡No puede volver a pasar!

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Dicen que las oportunidades son calvas y hay que agarrarlas por los cabellos.

Pues aquí estaba yo, solo que en vez de agarrarla por los cabellos, estaba agarrándola por sus anchos hombros y su gran atlético cuerpo, y en vez de oportunidad era la lengua de mi jefe.

Es imposible que sea tan buen besador.

El parecía tranquilo y reservado, pero me besaba con una sed de deseos inexplicables. Un choque de emociones que no podía explicar. Él me hacía sentir como nadie. Sus manos comenzaron a acariciar mi cuerpo, nuestros labios se estaban tallando entre si y nuestras lenguas dándose ligeras pinceladas de lujuria. Mi cuerpo se comenzó a calentar, ya me estaba quedando sin aliento.

Yo quiero más... Quiero más... ¡Dios! Este hombre me hace perder la cabeza.

Comienzo a besarlo de la misma forma mientras sigo acariciando su cuerpo.

Hay demasiada ropa entre nosotros. Solo quería arrancársela.

Él llevo sus manos hasta mi espalda y recorrió mi espalda lentamente hasta llegar a mi trasero y apretarme tan fuerte que un gemido se escapó de mis labios.

Les juro que me sentí como las cataratas del Niagara.

Mi corazón se quería salir, mis pechos presionado contra el saltaban como podían por lo difícil que era respirar mientras lo besaba pero no quería parar, no podía parar. Esto que siento era como una droga. Sus labios eran muy adictivos y su lengua se movía con gran agilidad dentro de mi boca. Me hacia perder el control fácilmente. Él vuelve a apretar mi trasero y esta vez me levanta cargándome y yo enredé mis piernas en su cintura. Su firmeza contra mi me hizo volver a gemir.

¡Por Dios!

Aun tenía mi bolso encima pero primero decido aflojarle la corbata con mucha desesperación para luego quitarle la chaqueta y lanzar mi bolso lejos, pero este ardiente momento no duró mucho debido a que mi teléfono comenzó a sonar junto con el vibrador pegándome un susto que casi me da un infarto. Él me puso en el suelo otra vez, me separé de manera incómoda y saqué el teléfono de mi bolso.

Jenny aparecía en mi pantalla.

Gracias por ser tan oportuna Jen.

-"¿No vas a contestar?"

Me dijo con un tono muy serio mientras se arreglaba la camisa.

¿Acaso son celos lo que escucho refugiándose en su voz?

-"Es mi amiga Jenny. La persona que me consiguió el trabajo".

¿Por qué le estaba dando explicaciones?

Y es cuando me doy cuenta que estamos en un lounge privado donde había una mesa decorada para dos, un minibar cerca y una chica vestida de camarera con una botella de vino en la mano paralizada por nuestro espectáculo.

¿Cuánto tiempo llevaba ella ahí?

Ella se da cuenta de que la hemos divisado y reacciona nerviosa.

-"Lo siento, yo, he, ¿vino?"

-"Puedes dejar la botella en la mesa, en seguida nos pediremos de comer".

Comentó de manera muy calmada mientras se terminaba de arreglar.

Yo apenas puedo respirar. ¿Cómo rayos esta tan calmado?

Se puso de pie en frente de mi y me sentí intimidada nuevamente. Se veía muy sexy sin la corbata y la camisa blanca desabotonada por debajo de su chaqueta.

Entre ColmillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora