1

798 74 20
                                    


Otra ves lo mandaban a dejar alguna estupidez.

Estaba harto. Siempre que necesitaban dejar alguna cosa, lo mandaban a él, porque era unos flojos de mierda que ponían excusas estúpidas solo para no hacerlo ellos.

Los detestaba.

Siempre era lo mismo. Le pedían que llevara las cosas y si decía que no, se le quedaban mirando como si fuera una pésima persona que no tenía nada que hacer y que debería haber llevado eso, ¿por qué?, no tenía la menor idea.

Bufó para luego seguir su paso, observando la tranquilidad que había en la escuela.

Lo único bueno de dejar objetos ajenos, era que podía perder clase, aunque él ya había terminado el trabajo. Solo estaría de adorno en aquella sala, sentado al fondo junto a la ventana, quieto y con cara de pocos amigos.

Aunque tenía muchos y era bastante popular, pero eso no le quitaba el mal humor.

Enojado y aún gritando quejas mentales, decidió abrir la puerta, viéndo la sala vacía, sin ni si quiera un alma. Avanzó, dejando los trabajos de arte en una de las mesas.

De todas formas la habitación era bastante linda. Tenía una ventana que daba al patio trasero del instituto, las cortinas de color crema dejaban a penas paso a una tenue luz que apuntaba a un casillero donde había un chico.

También habían unas mesas redondas con sillas del mismo diseño. Las repisas eran muchas y aún así la sala era grande.

Espera, ¿qué?.

Volvió su mirada a donde estaba el chico quien leía metido en aquel casillero. No emitía ninguna bulla, ni si quiera dejó de mirar el libro cuando sintió la mirada del rubio sobre él.

Pensó que sería mejor irse, tomando sus cosas para marcharse y dejar al chico de cabellos rojizos leyendo en ese casillero.

—Hace tiempo no venían a mi guarida, un gusto, chico rabioso — una genuina sonrisa salió de sus labios, mirando al rubio quien había escuchado perfectamente su comentario, pero no le agradó para nada.

Haruto paró en seguida ante la voz del chico, que era bastante aguda y le sorprendía, pues el prefería intentar hablar siempre lo más grave posible, que realmente no tenía ninguna razón exacta. A Haruto le gustaba su voz grave así que haría voz grave.

—Solo vine a dejar unos trabajos y ya, no tengo intenciones de interrumpir tu cueva, topo viviente.

Haruto no quería sonar grosero, pero la situación, lugar y contexto solo provocaban que el rubio respondiera tal cuál su humor. Además, el chico no había sido tampoco alguien muy amable.

—¿A quién le vienes a decir así cara de ogro?, podrías intentar ser más amable que andar con tu humor de mierda — Junkyu levantó su rostro, mirando al rubio con su ceño fruncido.

—Ugh...ya, lo siento por ser demasiado intenso para un niñito como tú — rodó sus ojos, recibiendo como respuesta un golpe de una bola de papel lanzada por el chico, quien lo miraba enojado.

Que en realidad no era tanta la diferencia de edad, pero poco le importaba.

—No me importan tus razones, pero mejor vete, que prefiero un libro que no habla pura mierda — masculló lo último, para volver a mirarlo con enojo — Toma, un regalo de bienvenida y despedida.

El pelirrojo rió (sin razón aparente para el rubio), pues, sintió que era ese tipo de adolescente estadounidense, quien se sentía la persona más rara solo por preferir leer un libro.

Anda, que leer un libro no te hacía espacial y diferente.

Pero la rabia no se le iba y paró su risa momentánea.

Casillero🍇 Harukyu (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora