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Junkyu andaba sumamente feliz, porque hoy el clima y el universo se habían juntado para  hacerlo despertar de buen humor.

Quizá era por haber completado ya la saga de Harry Potter, quizá era por el sabroso pastel que le habría regalado Hyunsuk al ensuciarle la camiseta nueva que se había comprado.

Que agradecía, pues los regalos que le daban sus tíos, generalmente no eran muy "lindos", pero su madre lo obligaba a usarlos mínimo una vez por mes. Ahora, ya no volvería a ver de nuevo esa camiseta que decía "Newyork pineapple's".

El día era perfecto.

Había pasado una agradable mañana junto a Haruto, llenando su corazón de brillo y sentimientos excesivamente dulces. A él le encantaba lo excesivamente dulce.

Ahora mismo, estaba dirigiéndose casi a brinquitos a buscar al rubio.

Hoy, había recordado la existencia de aquél libro extraño para ser un "rey" en la actuación. Primeramente buscaba el de temática victoriana, pero quizá aún no era muy tarde para entregarle aquél manual a Haruto.

Mejor tarde, que nunca.

Sonrió casi inconscientemente al escuchar la voz del rubio, pero se dio cuenta, que esta no sonaba demasiado alegre. La situación fue aún más confusa cuando escuchó también a Hyunsuk allí adentro.

—Anda, si pareciera que hasta te salen corazones de los ojos al ver a Junkyu. Yo creo que te está durando mucho el asunto de hacerte el difícil — sus ojos se abrieron de sobremanera al escuchar su nombre en la conversación.

Pero su corazón se removió tímidamente al escuchar que supuestamente a Haruto, le salían corazones al verlo.

¿Será verdad?

Una sonrisa tímida escapó de sus labios, acercándose un poquito más a la puerta. Deseaba con todo su corazón que lo que dijiera fuera cierto.

La voz enojada y seca del rubio se hizo presente.

—No se de que hablas, Junkyu es sumamente molesto, parece como si tuviera un jodido hermanito de cuatro años persiguiéndome.

¿Qué?

Su corazón se hizo trizas.

—Solamente estoy siendo amable, nada más. No confundas las cosas Hyunsuk.

Solo bastaron esas palabra para que lágrimas traicioneras comenzaran a caer.

¿Tan molesto era él?

¿Acaso era un jodido infantil?

Sintió como su mundo caía, también el libro.

Por casi dos segundos llegó a conectar la mirada con Haruto. Comenzó a llenarse de aún más lágrimas, que ni si quiera le importó removerlas con la manga de su chaleco marrón.

Corrió, sintiendo sus piernas flaquear, pero sabía que no podía parar. Su corazón dolía, le dolía como si lo estuvieran pisando y rompiendo sin pudor alguno.

¿Qué había hecho mal?

No entendía nada.

Paró, dejándose caer en el césped algo húmedo del patio de la escuela. El timbre había sonado, pero por una vez, simplemente lo dejó sonar. Se sentía agotado, como si mil dagas acuchillaran lentamente su dañado corazón.

De cierta forma, se encontraba bastante sorprendido.

Nunca pensó lo mucho que podía llegar a doler un simple rechazo. Que además, de ni si quiera ser dicho en su propia cara, provenía de un chico que en un corto tiempo, había logrado cambiar la perspectiva total, del amor que tenía Junkyu.

Quizá aquél libro de príncipes y reyes tenía razón.

La vida no siempre era como uno quería, probablemente, había sido demasiado ingenuo frente a su primer amor de adolescente hormonal. Solamente esperaba que pase rápido, porque escuchar esas palabras habían sido mucho más dolorosa de lo que leía en los libros de romance.

Salió de sus pensamientos cuando sonó su teléfono. Era Jihoon, pero a pesar de ello, no tenía gana alguna de contestar.

Su teléfono volvió a sonar una, otra y otra vez.

—¡Ahg!, ¿no había otro mejor momento? — gruñó enojado, pero de todas formas contestando la llamada.

—Aló, ¿qué pasa?

—Hola mi hermoso y adorado mejor amigo, ¿como andas?, yo muy bien, espero que tu también — incluso si estaban hablando por teléfono, se imaginaba la escena exactamente igual que si fuera en persona.

Suspiró, sonando esta vez más suave.

—Hola hyung, lo siento, no era el mejor momento para llamar, supongo... — miró sus pies atentamente, como si fueran lo más entretenido del mundo, los cuales se movían de un lado a otro — Además, ¿no pensó que podría estar en clases?

—Ups, se me olvidó... — rió suavemente, pero volviendo a hablar, esta vez con un tono algo preocupado — Kyu, ¿que tienes?, suenas triste pequeño.

Sin darse cuenta, aún corrían gotas de agua salada por sus mejillas. Arrugó su nariz, intentado sonar seguro y fuerte, pero su voz quebrada era casi imposible de ocultar.

—Hyung, no se siente m-muy bien esto del amor... — dijo con su voz débil y dolida, quebrando el corazón del castaño inmediatamente, que incluso a través del otro línea, podía sentir como aquel niño necesitaba un abrazo — N-No debería doler tanto...

—Cariño... — hizo una pausa, pero ahora casi gritando de alegría — Solesito, volví a Corea.

Junkyu sonrió como si todo el dolor pasara mágicamente. No había desaparecido, pero tener de vuelta a su hyung era mucho más cálido ahora.

Hoy no era un buen día, pero una junta de películas y galletitas con Jihoon, arreglaba hasta el más caro jarrón roto que había quebrado en la casa de su abuela.

—¡Hyuuuuung! — su grito dejó casi sordo al castaño, pero feliz de escucharlo reír y gritar nuevamente; también supuso que el chico tenía una gigante y linda sonrisa.

—Tranquilo pequeño, ya llegué al aeropuerto, así que mientras, instalaré las cosas que tengo en mi maleta.

—Hyung, lo quiero mucho — dijo, cerrando sus ojos y tomando un poco de aire — Gracias por ser tan bueno conmigo.

—No tienes que agradecer ninguna cosa Junkyu, quiero verte feliz, así que hoy mismo nos juntamos a comer como cerdos tus galletas y papas favoritas.

—Yo encantado hyung.

Agradecía tener a alguien como Jihoon. A veces, simplemente necesitaba apoyo, no críticas.

—Hoy mismo, vas a olvidar a ese bastardo, sí.

Casillero🍇 Harukyu (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora