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"Ah, quería hacer más realista la escena", pensó. Aunque le sorprendía esto, porque el chico no actuaba mal, solo hablaba de algo nervioso o tartamudeando, pero ni si quiera pasó por su cabeza la idea de que fuera tan osado para hasta improvisar.

Pero el había dicho "Kim Junkyu", no "Julieta". Quizá se había confundido, eso era lo más probable.

También recordando que estaban frente a muchas personas y que, en realidad, debían actuar. No era momento.

— H-haruto t- — ni si quiera pudo continuar, porque el japonés asintió y continuó con su trabajo.

—Eres una persona muy especial para mí, cuando te veo, pienso en que me gustaría ver siempre tu linda sonrisa, pero imaginar que la provoco yo me da aún más felicidad — dijo con sinceridad — Cuando te veo, quiero llenarte de besos y abrazos.

Junkyu ya comenzaba a respirar entrecortado , con su corazón hecho una máquina de bombear sangre y su cerebro tratando de asimilar toda la información. Estaba pensando si tirarse de un puente o tirarse de un puente.

—Pequeño — el alma de Junkyu se fue directo al cielo en un nanosegundo — ¿Te gustaría ser mi novio?

El nombrado miró a todos lados, asustado de haber escuchado mal y que trasnochar le haya afectado.

La gente susurraba y miraba asombrados la escena.

¿Estaban viendo mal o era Haruto? ¿Haruto, el chico que odiaba hasta respirar y que con suerte le hablaba le estaba pidiendo eso?

Las manos de Junkyu se movían intranquilamente, tratando de saber si era verdad o no.

—Hablo muy en serio, Kim Junkyu — acercó tímido sus manos hasta entrelazarlas, a lo que el menor casi chilló, pero hizo su mejor intento para guardar la compostura.

—Y-Yo — su silencio era algo tétrico, porque no era solo Haruto el que esperaba la respuesta, si no que, literalmente, el público entero estaba nervioso.

Hasta la gente que se había quedado dormida se había despertado por el bullicio y probablemente, lo más interesante que había pasado durante la obra.

—K-Kyu...si no q-quieres está bien, y-yo... — los balbuceos sin sentido de Haruto fueron interrumpidos por un beso.

Junkyu había saltado a sus brazos, enrredándolos en su blanquecino cuello, acurrucándose y escondiendo su pequeño rostro en él.

Había dicho que sí, pero se había aturdido lo suficiente como para ni si quiera escuchar los gritos de la gente.

—¿Q-Qué dijiste? — preguntó confundido.

—Dije que sí, señor ogro.

No faltó nada más para que Haruto mostrara una sonrisa de oreja a oreja, probablemente, brillando más que la armadura metálica que había en el lugar como decoración. Sus manos abrazaron al cuerpo contrario con necesidad, como si el menor se fuera a escapar a algún lado del mundo para no volver.

Tomó con cuidado sus mejillas y acercó su rostro al contrario, sonriendo y sintiendo el calor de las mejillas del pelirrojo. Conectaron sus ojos y sonrieron tímidamente ante el contacto mutuo. Sus manos acariciaron la suave piel del chico para contemplarlo con mayor atención.

Junkyu era hermoso, había que ser realmente ciego en todos los sentidos para negarlo, porque el chico siempre trataba de alegrar a los demás con sus sonrisa, incluso si la de él no estaba presente. Cuando lo veía, le daban ganas de envolverlo en mantitas y consentirlo con todo lo que quisiese.

Acercó sus labios hasta juntarlos con los contrarios, dando un corto beso para posteriormente llenar el rostro completamente de pequeños besitos hasta volver a parar en sus labios.

—Me gustas mucho, Junkyu. Si lo olvidas, te lo recordaré hasta que te hartes de escucharlo.

—Entonces tendrás que repetirlo hasta quedarte sin voz, porque nunca me cansaré de escucharte — miró con atención al contrario, quien miraba embelesado al menor, con sus lindas pestañas que protegían sus preciosos ojos marrones, los cuales si quisieran, podrían iluminar hasta el lugar más oscuro de la Tierra.

Ambos rozaron sus rojizas narices, mientras Seulgi sonreía enternecida y algo orgullosa desde el costado del escenario, a lo que Jihoon derramaba una que otra lágrima al ver la linda escena que se mostraba en el escenario. Ambos se querían y eso le bastaba para sentirse feliz por ambos, aunque más por Junkyu, claro.

— Haruto tonto, me gustas demasiado, quiero llorar, no, voy a llorar — se aferró al cuello de Haruto, aspirando el aromático perfume de éste, quien solo lo aprisionó en sus brazos y se lo llevó a la parte trasera del escenario, para así continuar con la escena siguiente, donde se supone que sus amigos hablaban recibían una invitación y blá blá que a nadie le interesaba, ni si quiera a los mismos guionistas.

La gente estaba más conmovida por lo recién ocurrido que por la obra en sí, aunque de todas formas habían algunos quienes estaban algo asqueados, pero no es como si importara su opinión. Ellos estaban felices y ni un terremoto iba a arruinar su alegría.

La gente estaba más conmovida por lo recién ocurrido que por la obra en sí, aunque de todas formas habían algunos quienes estaban algo asqueados, pero no es como si importara su opinión. Ellos estaban felices y ni un terremoto iba a evitarlo.

La obra continuó, pero ni si quiera interesaba, porque Haruto en vez de llorar por su amigo muerto sonreía, mientras que Junkyu decía "estoy tan triste que podría morir" con una sonrisa tan grande que sonaba hasta en broma.

Es que no era para menos, porque su amor había sido correspondido, algo que que no pensó que pasaría.

El amor era algo precioso, no cabía duda. Quizá puede ser doloroso, pero pensar que todos los malos sentimientos se pueden quitar con tan solo ver a esa persona sonreír o simplemente estar cerca de uno es algo magnífico. El amor no solo se trata de un sentimiento mutuo, si no que de la necesidad de ver a otro ser feliz, aún más si es provocada por uno mismo.

Junkyu sonrió, esta vez, con total libertad de mostrar sus sentimientos y decir, "sí, yo soy la persona que hace feliz a Watanabe Haruto, como también él es quien me hace feliz".

Definitivamente, el amor era el sentimiento más hermoso que podía existir.

La obra había terminado, todos descansaban en la parte trasera del escenario, mientras las personas salían.

Esta vez, Junkyu habló.

—Definitivamente, no me cansaré nunca de ti, Watanabe Haruto.

—Ni yo de ti, mi pequeño.





Fin.

Casillero🍇 Harukyu (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora