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Las cosas iban bastante bien.

En lo que constaba como "amigo", Haruto era considerado uno de ellos. Se llevaban bien y podían tener charlas agradables.

Llevaban cerca de un mes hablando y también actuando, por lo que se habían hecho cercanos rápidamente y congeniado más de lo que pensaron.

El problema comenzaba en que a Junkyu le estaba gustando la compañía de Haruto de una manera algo "diferente".

El coreano sabía sobre su preferencia por los hombres. Nunca se había enamorado de uno como tal, pero no era tan tonto como para no darse cuenta de las miradas que le lanzaba no tan discretamente a algunos chicos.

No necesitaba estar enamorado de un chico para saberlo, simplemente era algo que sabía. Su madre nunca tuvo problemas, porque ella misma comentó que alguna vez tuvo un pequeño amorío con una chica, pero duró poco, porque sus padres le hicieron un ataque y le prohibieron hablar con la joven.

Agradecía el apoyo, porque a veces ni él mismo se entendía.

Volviendo a sus pensamientos, sobre aquél chico que invadía su cerebro como una jodida piedra en el zapato, comenzó a intentar reflexionar sobre ello.

En poco tiempo, Haruto había comenzado a formar parte de su día a día, quizá incluso un poquito más que eso. Últimamente hablaban mucho, compartiendo anécdotas y algunos gustos musicales en común.

La sensación de calidez provocada con tan solo su sonrisa era amena. Le gustaba cuando el chico le tocaba su cabello o lo molestaba con apodos extraños, pero a fin de cuenta dulces.

Por ello, cuando el rubio entró con un pequeño muffin de vainilla en ambas manos, sólo pudo sonreír feliz y quizá, sólo quizá, un poquitito enamorado.

—Veo que ya vas en el tercero, Kyu — el nombrado lo miró y dejó su libro de lado, para así acomodarse y mirar mejor a quien se sentaba en el piso, entregándole el dulce.

—Así es, ya me falta poco y llego al cuarto — tomó con sus manos el regalo de parte del rubio, agradeciendo con una pequeña reverencia, para así comenzar a comerlo de a trocitos — ¿Cómo ha sido tu día Haruto?, cuéntale a tío Kyu, siempre disponible para ayudar.

Durante este corto tiempo, Haruto también había descubierto cientas de cosas acerca de Junkyu, como su cariñosa forma de ser, su gusto por la lectura e incluso algunos lindos detalles de su manera de actuar.

Cuando se enojaba, solía colocar sus labios en línea, extendiéndolos e inflándolos. Mientras que cuando estaba algo triste o pensativo, su nariz comenzaba a arrugarse y su mirada a estar siempre en sus manitas, las cuales movía como si fueran lo más interesantes del mundo.

—No estás diciendo mi nombre de manera correcta — el menor lo miró incrédulo sin pronunciar ni una palabra, en busca de una respuesta más específica — Se dice Haruto.

A los oídos del pelirrojo, era exactamente lo mismo, no había ninguna diferencia en como lo decía.

—Haruto.

—Que no, es "Haruto" — dijo nuevamente, intentado marcar más la entonación.

—Dije lo mismo, Haruto — el nombrado lo miró y rodó los ojos — Que sí, Haruto, Haruto, Haruto.

—Lo pronuncias demasiado similar a una "a" , no es "Haruto", es Haruto — a pesar de su ahora un poco más específica demostración, Junkyu siguió con la misma cara de no entender un pimiento.

Además, ¿en qué afectaba que digiera la "a" de una forma diferente?.

—No lo se, suena igual — hizo una pequeña pausa, pensando sumamente serio acerca de la situación — ¿Sabes?, te diré Haru, es más fácil.

El rubio solo rió, haciendo latir el alocado corazón del coreano.

Realmente comenzaba a asustarse de sus propios sentimientos.

Nunca había sentido algo similar a ello. Su corazón latía como loco, casi como si quisiera salirse de su pecho. Sus manos sudaban y sus mejillas junto a sus orejitas solían tomar un color rojizo cada vez que lo veía.

—Está bien, después de todo te digo Kyu. Es un trato justo.

—Lo se, soy alguien demasiado inteligente para existir — guiñó su ojo, mirándolo divertido mientras el otro reía por sus ocurrencias.

Ambos estaban cómodos en aquel ambiente, algo que ya era notado hasta por Seulgi, quien andaba casi que saltando de felicidad por la ahora buena química entre ambos.

Porque incluso ahora la obra ya no parecía algo tan forzado. Se veía más natural y posiblemente creíble a comparación a los primeros ensayos.

Mientras, Hyunsuk también había desarrollado una bonita amistad junto al pelirrojo, claro que sin sentimientos de por medio, pues el castaño no era tonto y sabía perfectamente que algo le pasaba al rubio con Junkyu.

De todas formas, como buen amigo que era, solo se aprovechaba de esto para burlarse y hacerlo pasar rabia.

—Entonces señor inteligente, ¿me podría decir usted cómo le fue en su examen de educación física?.

—Ugh...solo pude hacer la estación con sentadillas, ¡los ejercicios eran muy difíciles!

El menor hizo un leve puchero, que era de verdadera tristeza, porque su única debilidad eran los deportes y ejercicios tortuosos que hacían la pareja de ya casi ancianos en la clase de educación física.

—Lo se, hoy tuve que ir a buscar los diccionarios de inglés a la biblioteca y cuando pasé por el patio, vi a una ostra casi muriéndose en las bancas.

—No seas un mal hablado, que a ti bien que se te hace difícil hacer una maldita división de fracciones — levantó su ceja, mirándolo con una semi sonrisa que más que alegría tenía burla.

Haruto únicamente bufó. Mirándolo nuevamente a los ojos del contrario, pero esta vez con más calma y dedicación.

—Tienes unos lindos ojos, Kyu — sus palabras fueron inconscientes, mirando atento a cada delicado y suave facción que tenía presente en su rostro aquél pelirrojo.

Sus pestañas delgadas y rectas, junto a su preciosa piel, estaba siendo iluminado por la cálida luz que entraba a la habitación, la cuál solía dar justo en su casillero.

Siguió mirando detalladamente la belleza que poseía el menor, pero sintió su respiración irse en cuanto puso sus ojos en aquellos suaves y esponjosos labios.

Sentía unas ganas abrumadoras de juntar los suyos con los contrarios. Sabía que encajaban, simplemente eran dos imanes que estaban destinados a atraerse.

—Creo que tú ya eres hermoso — tocó suavemente las hebras rojizas, acariciándo su piel con su otra mano.

Pero la quitó rápidamente, alejándose de chico, quien lo miraba atontado y algo confundido.

—Quizá ya debería ir a buscar a Hyunsuk, s-sí, supongo que...nos vemos pronto...

—Claro, suerte... — habló por primera vez el coreano.

Así terminó una extraña conversación, que dejó con gusto a poco a ambos adolescentes.

Casillero🍇 Harukyu (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora