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Las cosas seguían raras entre ambos chicos, pero Junkyu andaba todo el día junto al castaño.

A Haruto ya no parecía no importarle la situación.

De vez en cuando, dirigía unas "no tan discretas" miradas hacia el pelirrojo, pero las pocas veces que habían conectado sus miradas, solamente recibía como respuesta una cordial sonrisa, para luego volver a lo suyo.

Ya no le agradaba para nada la situación.

Aún peor, fue cuando intentó ir a la sala, donde ambos chicos se habían conocido y vuelto cercanos, algo que actualmente no eran. Al llegar a ella, había observado en busca del menor, encontrándolo metido en aquél casillero, pero no estaba solo. El castaño llamado "Jihoon", reía alegre mientras con su mano, tocaba cariñosamente la oreja de Junkyu.

Había sentido quizás, más, de lo que pudo haber supuesto. Sabía que lo que había dicho esa vez junto a Hyunsuk era mentira, pero no tenía idea de cuanta le llegaría a afectar la falta del extraño, pero precioso chico que había logrado hacer un espacio en su asqueroso corazón.

Se sentía la peor persona del mundo.

—¿Sabes?, si sigues mirándolo así, terminarás por atravesarlo con tus ojos — el rubio lo miró, pero en sus esferas marrones solo reflejaba tristeza.

Suspiró y apartó la mirada de ambos.

—Hola chicos — una amistosa voz apareció, la cual pertenecía a un chico de cabellos azules y acento extraño — Me llamo Yoshinori, quería invitarlos a mi fiesta de...no se de qué es, pero es una fiesta, ¡espero que vengan!

Y el chico se fue, casi saltando de alegría, sin antes, claro, dejar un pequeño papelito en donde indicaba la dirección, la hora y en la esquina derecha de abajo de la hoja un ";) ".

Aunque también le lanzó unas cuantas miraditas coquetas y algo tímidas a Hyunsuk.

—Vamos campeón, a ver si te animas un poco.

Haruto solo asintió, algo desanimado, pero asumiendo que sería mejor hacer aquello para animarse.

Se dirigió a la máquina expendedora, tratando de ingresar los números correspondientes, para así obtener su caja de jugo de sandía.

Ya en sus manos, se dió la media vuelta, pero para su no tan grata sorpresa, se topó con el chico de cabellos rojizos, que quizá, tanto extrañaba.

—O-Oh, hola Kyu-Junkyu — se corrigió rápidamente — ¿Cómo haz estado...?

El nombrando lo miró sonriente, pero no de la misma manera que le hubiese gustado ver. Su sonrisa no era de alegría, no era "amistosa", se veía incluso, más bien, un poco más nostálgica; posiblemente, algo triste.

—Bien, gracias por preguntar, hyung — lo miró amable, pero retrocedió un paso, dejando un mayor espacio entre ambos.

Algo que, hace algún tiempo, no hubiese ocurrido.

—¿Cómo ha estado usted?.

"Mal, te extraño".

—Bien... — pausó, sintiendo unas infernales ganas de abrazarlo — Jihoon es tu amigo, ¿no?

—Oh, sí, el...

No llegó a decir nada más, pues al parecer, Haruto lo había invocado (no voluntariamente) y ahora habría aparecido sonriente detrás de Junkyu, para seguido abrazarlo.

Solamente gruñó, pero no hizo nada más.

—Hola Kyu, ¿que hacías? — el castaño repentinamente fijó su mirada en el rubio, sonriendo alegre — Oh, tú eres un chico de mi salón, ¿no?. Creo que te sientas atrás mío.

Haruto asintió, no con la misma felicidad, pero trató de sonreír "alegre".

—Sí, me llamo, Haruto, tú eres Jihoon, ¿cierto?

La mirada del nombrado cambió a una de disgusto, odio, repulsión y mules de sentimientos no agradables, que eran dirigidos hacia el rubio que había roto el pequeño corazón de su precioso y adorable amigo.

Imperdonable.

—Ah, tú eres Haruto. Sí, te he escuchado — respondió seco — Eres un chico de pocos amigos, ¿no?. Luces algo serio.

Rió, pero de la forma más cínica posible. Tenía unas ganas enfermas de ir y molerlo a golpes.

No, lo quería moler a cuchillazos.

—Jihoon-ah, será mejor que vayamos, no querremos llegar tarde a su casa.

¿Su casa?

¿Iban a estar los dos juntos solos en su casa?

Su nariz se arrugó, desagradándole la idea en todos los idiomas; igual solo eran dos los que conocía, pero le desagradaba de todas formas.

Jihoon no era tonto, se hacía el de oídos sordos, pero estaba bien claro de que Haruto no era tan "soy rudo, no me importa, porque soy rudo y cool". Bueno, la imagen que tenía no era tan así, pero no eran momentos para alabarlo, todo lo contrario.

—Oh, cierto Kyu, no podemos desperdiciar el tiempo. Después de todo, debo ser un buen padre para nuestros hijos, claro.

El rostro del rubio pasó de estar enojado, a doblemente enojado.

Sus orejas estaban rojas de la rabia y su nariz igual. Sentía sus manos volverse puños, que felices golpearían el rostro sonriente del castaño.

Pero Haruto no estaba enterado, de que Junkyu tenía una seria obsesión con las plantas. El cactus que le había dado Jihoon por su cumpleaños, era a lo que llamaba "hijo".

Contando, también, al perrito de Junkyu, claro.

Pero Haruto no tenía por qué enterarse de ello. Simplemente, lo estaba poniendo, un poco, en su lugar.

—Bueno, yo también debo irme, suerte — dijo casi a regañadientes, con todas las ganas de lanzarse y quitarlo de encima del chico.

¿Quién se creía?

A Haruto no le parecía para nada la cercanía entre ambos, pero...¿Acaso podía decir algo sobre ellos?

No, porque el mismo había alejado al menor, el cuál no parecía estar "muy afectado".

Y eso lo molestaba.

No entendía el por qué, pero no le agradaba. Estaba confuso, ni si quiera se entendía a sí mismo.

Mientras ambos chicos se marchaban; Haruto intentaba hacer que aquél malestar en él también lo hiciese.

Casillero🍇 Harukyu (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora