Y cuando tomó su mano para llevarla junto a él, el tacto suave de sus manos, a pesar de estar magulladas, sucias, llenas de heridas, hematomas y lesiones, a pesar de los callos, el tacto de sus manos fue tan dulce que no pudo evitar sonreír inconscientemente por aquello, un tacto nostálgico que cristalizó sus ojos.
- ¿Qué no estoy cuerdo?- lo miró fijamente pretendiendo hacerse el ofendido.
El otro lo miró, aunque Álex no fue capaz de ver su mirada, sus ojos cristalizados y ella mordiéndose el labio haciendo un intento de calmarse rápido no le permitieron ver la mirada frustrada del otro después de el chico más bajo que ella, el hombre que estaba en la celda de enfrente, clavase sus ojos sobre los del otro. En realidad el hombre era más bajo de estatura, pero no parecía haber ningún inconveniente en poder tomar las riendas de la conversación o la dominación en una amistad como la que parecían tener aquellos dos señores.
- Si, bueno, me voy, me voy...- rodó los ojos y se fue con un grupo de gente.
En cambio ella se quedó allí petrificada, ahora dejando escapar un pequeño sollozo, el hombre la miró sorprendido por el sonido y tomó sus manos para acompañarla hacia una zona más privada de los jardines del reino, un lugar que Keenan y ella tenían como su lugar secreto cuando eran pequeños. En el reino había muchísimos árboles, pero desde luego su lugar favorito era aquel en el que un enorme árbol había creado una especie de cueva con dos entradas, las raíces grandes habían reventado el muro y lo habían reemplazado con el tronco, y quizás hacía dos o tres metros de altura, con entradas disimuladas por als ramas y las hojas de los otros árboles, un lugar secreto solo conocido por aquellos dos hermanos, pero... también por aquel hombre que la acompañó para que se sentase y se arrodilló delante de ella, después miró alrededor para que nadie pudiera verlos o por si alguien los había seguido.
- ¿Qué pasó, su majestad?- preguntó limpiando las lágrimas que se escapaban por sus ojos, viendo su vista borrosa y perdida.
- Lo lamento...- sollozó ella después de unos minutos- Lo lamento de verdad...- viendo que no cesaban las lágrimas arropó a la chica en un abrazo y la apoyó contra su pecho.- Lamento entorpecer su trabajo...- lloró amargamente aún apoyada en su pecho.
- Tranquila, pequeña, llora lo que necesites... Entiendo el estrés y la ansiedad por la que estás pasando... Ser esclava en tu propio reino debe ser duro... Que todos te miren por vestir hermosa en tierra de esclavos...
- No, no- sollozó mientras negaba con la cabeza sin separarse- No es eso, no lo es...- negó ahora separándose lentamente para ver su único ojo visible.
- ¿Entonces qué sucede, cariño?- lo vio morder su labio después de decir esa palabra y sus ojos dieron una disculpa.
- Su tacto, el tacto de sus manos...- ella tomó las manos del hombre, este la miró sin entender nada- ... se que no es posible...- negó con la cabeza- pero...- lo miró aún con restos de lágrimas en sus ojos- ¿Nos hemos visto antes en algún momento?
- ¿Por qué crees eso?- preguntó sorprendido, con los ojos dilatados.
- Tengo la impresión de que he hablado con usted antes... o al menos que he tomado sus manos, o escuchado su voz...- ella se mordió el labio- Lo siento por decir barbaridades, pero de verdad que tengo la impresión de... conocerlo de algún lado...
Cuando elevó la mirada para ver el rostro del hombre, su ojo visible se encontraba cristalizado y una tímida lágrima recorría su mejilla sorprendiendo a la princesa de nuevo por esa reacción de llorar. Se limpió la cara con la ropa y apretó los labios inspirando profundamente para serenarse y no llorar. Tragó saliva sonoramente, después volvió a mirarla y sonrió mientras sus ojos se cristalizaban otra vez.
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12.- Princess (Trans/LGBT+)
Teen FictionExistió una vez un reino en el que dos hermanos varones, leales y fieles a su sangre, sentían gran orgullo por su familia y sus tradiciones. Muy a pesar de que el pensamiento de uno de ellos rápidamente pareció darse cuenta de que la tradición no er...