Capítulo 5

7.9K 903 54
                                    

Harry y Sirius aparecieron en el callejón Diagon dos mañanas después de su iniciación, paseando despreocupadamente por la calle principal bajo complejos hechizos de glamour. Llevaban sus varitas en las fundas de sus mangas, listas para ser desenfundadas en cualquier momento. Los dos estaban un poco tensos, Sirius más que Harry, ya que hacía dieciséis años que no estaba entre la sociedad de magos.

Los labios de Sirius se curvaron en una pequeña sonrisa. No había esperado que Voldemort le entregara a Pettigrew, era un regalo y una advertencia a la vez. Había sabido que Sirius estaba preso por los crímenes de Pettigrew, Peter había sido una ofrenda de paz. También había sido una advertencia más que acertada; nadie era insustituible para el Señor Tenebroso. Sirius había aceptado de buen grado tanto el regalo como la advertencia; no tenía ningún reparo en el hombre al que ahora servía. Había valido la pena sólo por ver la mirada del pequeño cobarde.

Al principio, cuando se le pasó el efecto, se preocupó por la facilidad con la que había matado a Peter. Nunca había mostrado ningún deseo de aprender sobre las Artes Oscuras, sentándose a recibir lecciones teóricas de su familia con reticencia. Sin embargo, había sido tan fácil lanzar la maldición cruciatus sobre Peter y nada en su vida había igualado el subidón de adrenalina que supuso lanzar la maldición asesina, viendo la realización en los ojos brillantes de Peter. Le picaba los dedos para envolver su varita cuando un par de aurores se acercó a ellos en la calle, Sirius ejerciendo control y sin hacer nada.

La pareja se paseó y él dejó escapar un suspiro, observando cómo los hombros ligeramente tensos de Harry se relajaban. Sólo tenía diecisiete años y se había visto obligado a vigilar su espalda durante la mayor parte de su vida gracias a Dumbledore y sus "amigos". Era muy fácil enfadarse si pensaba en la vida de Harry hasta ahora. Llegaron a su destino, Gringotts, sin más problemas, subiendo a grandes zancadas las escaleras de mármol y pasando por delante del guardia sin una segunda mirada.

Sirius tomó la delantera, acercándose a un duende y diciendo con pereza: -Deseo ver a los encargados de mis cuentas-.

Se pinchó el dedo en una afilada daga cuando se lo pidieron y lo untó en un trozo de pergamino, viendo cómo se formaban las palabras Sirius Orion Black III. Cuando el duende lo miró fijamente se limitó a arquear una ceja, esperando. Despreocupadamente, movió la muñeca como si mirara un reloj, el mango de su varita cayó en su mano en señal de advertencia. Cerca de él, Harry hizo lo mismo, soltando la empuñadura de uno de los pares de dagas muy afiladas que llevaba el adolescente.

-Por aquí-, dijo finalmente el duende, bajando de su podio y caminando hacia su izquierda, donde estaban las oficinas de Gringotts.

Sirius lo siguió, con pasos firmes y relajados. Entró en la puerta abierta junto a la que estaba el duende y se acercó para sentarse perezosamente en un sillón frente al gran escritorio de caoba que dominaba la habitación. Se recostó y cruzó una pierna sobre la otra, la imagen misma de la tranquilidad. El mango de su varita estaba al alcance de su mano, pero los duendes no necesitaban saberlo.

Harry entró, tomando asiento junto a Sirius. A diferencia del anciano, sacó una de sus dagas y comenzó a jugar con ella, haciéndola girar entre sus dedos en una intrincada danza. Otro duende entró, mirando a Harry por un momento con visible recelo. Harry levantó la vista y parpadeó con notable sorpresa.

-Saludos, Griphook-, dijo despreocupadamente, guardando la daga. -Hacía tiempo que no te veía-.

Los ojos negros del goblin se abrieron de par en par con sorpresa. -No estoy seguro de haberle visto antes aquí, señor, pero ése es mi nombre-.

Harry chasqueó los dedos, bajando su glamour. Los ojos de Griphook se abrieron aún más y dijo: -Señor Potter, un placer. Me impresiona que recuerde mi nombre; hace años que no me ve. La mayoría de los magos apenas se fijan en los no humanos-.

SHATTER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora